A la fiesta de la tricolor que se vivió en San Mamés solo le faltó la victoria. La entrega y la ilusión de la Euskal Selekzioa no bastaron para doblegar al correoso combinado tunecino que dio una lección de efectividad. El espectáculo fue en la grada.
La selección de Euskadi celebra su tradicional partido navideño reclamando la oficialidad. Un sueño que algún día espera ser realidad. El ayer no es más que la memoria de hoy, y mañana es el sueño de hoy. ¡Quiero veneno para morir o sueños para vivir!
