Cuando Euskadi miraba para «este lado»

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“Gran parte de la sociedad vasca ha justificado la violencia, otra no la ha justificado pero ha ayudado a que la violencia haya durado tanto tiempo”. Esta tremenda acusación se realizó hace unos días en el transcurso del acto denominado Los valores de la autocrítica”, organizado por el Instituto de Gobernanza Democrática Globerance en el Museo de San Telmo de Donostia. Es uno de tantos juicios que se vierten alrededor del proceso de paz y convivencia en Euskadi, una de las muchas estridencias partidistas y mediáticas aceptadas con resignación por la mayoría social; pero falso, injusto y hasta calumnioso. ¿Cuál es el fundamento de este discurso culpabilizador? En mi opinión, se trata de insertar tramposamente en el relato de los años de violencia y en su evaluación ética que los vascos, en su conjunto y a reserva de determinar el grado de culpabilidad de cada uno, fuimos responsables directos o indirectos de aquella violencia, una certeza agradable para el Estado y los colectivos de víctimas. La idea es que cuanto más extendidas estén las complicidades del terror, más fácil puede resultar el cierre histórico de la violencia. Parece que consuela tener a todo el pueblo en el banquillo. Si esto es un macroproceso moral y político, es evidente que deja indefensos a tres millones de inocentes y perplejos ciudadanos.

Lo preocupante es la vocación de verdad absoluta que acompaña la culpabilidad social del terrorismo. Siendo indudable que hubo un sector que aprobó y hasta amparó las actividades terroristas de ETA, como también hubo quienes celebraron, aquí y en España, las réplicas violentas del Estado, nada induce a confirmar, salvo por mala fe o insidiosa desviación política, que los vascos apoyamos los asesinatos. Se nos dice, tópicamente: “Los ciudadanos miraban para otro lado”, pues mostraron con su pasividad un apoyo tácito a tantas salvajadas. ¿Y cómo llegan a semejante conclusión? ¿Por la soledad de las víctimas? ¿Porque las fechorías se realizaban en nombre del pueblo vasco? ¿Porque no salíamos a la calle a manifestar nuestra repulsa? ¿Porque no hubo delaciones? ¿O quizás es que leían nuestras emociones con su penetrante mirada de confesores de almas? Volvamos la vista a aquellos años.

Buscando culpables

Lo que otorga carta de naturaleza a la culpabilización colectiva del terrorismo es la insensibilidad institucional hacia las víctimas, algo que ya ocurría en los últimos años del franquismo y que se extendió con oprobio hasta 1993, momento en el que el PP, más por rédito electoral para acceder a la Moncloa que por justo compromiso hacia los damnificados, decidió poner sobre el tablero la protección y valor político de los masacrados por la violencia y sus familias. Desde entonces los partidos y la ciudadanía nos vimos envueltos en una continua convulsión emocional ante cualquier atentado, lo que implicaba una disposición explícita -mejor cuanto más airada- a manifestarse contra el uso de las armas. No mostrar repugnancia teatralizada o inmoderada en gestos equivalía a ser señalados por insensibilidad o cooperación con ETA. De hecho, la sociedad fue artificialmente fragmentada en tres grupos: los contrarios a la violencia, los favorables a la misma y una mayoría de equidistantes, cada sector con sus exactas siglas.
El desastre de aquella operación de culpabilización se ha prolongado hasta hoy por interés institucional y por influencia emocional de los medios que la activaron. Sabemos que existía una motivación electoral y que después, tras su total putrefacción, ha quedado desarticulada, excepto para sectores ultras. Fuimos manipulados entonces, como ahora acusados de justificación del terrorismo por un mismo propósito abyecto: que la clase política salvase su responsabilidad por su dejación de apoyo a las víctimas y se diluyese su fracaso por no haber dado solución al problema que germinó y favoreció la violencia. Los partidos, todos, han hecho causa común para cargar sobre los hombros de la ciudadanía un soporte a la violencia que ésta jamás otorgó y evitar así el juicio merecido por su torpeza y mezquindad de tantos años.

Durante el tiempo en que las víctimas estuvieron solas, la acción de calle de Gesto por la Paz, de raíz cristiana y plural en su composición ideológica, tuvo la osadía de expresar silenciosamente un rechazo, compartido por la sociedad, a la violencia. El acierto de Gesto fue hacer las cosas evidentes, que la ciudadanía vasca no miraba hacia otro lado, sino al único que le importó, el de la paz y el respeto a la vida y la libertad. Después de su soledad y el acoso sufrido por los sectores intransigentes, los partidos se pusieron detrás de la pancarta y ahora nos imputan por connivencia.

¿Y usted hacia dónde miraba?

España siempre consideró a la mayoría de los vascos cómplices del terrorismo, y de la sentencia sumarísima de entonces se funda la pretendida culpabilización actual. ¿Recuerdan cuando se atacaban los coches matriculados en Euskadi y bienes de nuestros ciudadanos en diferentes lugares de la geografía española? ¿Se acuerdan de cómo las empresas y los productos vascos fueron sistemáticamente boicoteados en el Estado durante años como expresión de nuestra responsabilidad por los crímenes de ETA? Ahora, con igual majadería y bastarda justicia, se aspira a escribir la historia de que Euskadi fue culpable de la violencia. Hemos heredado aquellos mitos y hoy se van a insertar como verdades en la fabulación canalla del relato.

¿Y qué querían entonces que hiciera la gente, convertirse en héroes? ¿Que acudiéramos a los funerales donde el dominio simbólico de los grupos fascistas, que patrimonializaban las exequias, podría confundirse con nuestra deseable solidaridad? ¿Cómo hacer patente la repugnancia al terrorismo en medio de aquella época crítica y confusa, en la que las autoridades huían por la puerta trasera de las iglesias o no se dejaban ver en los entierros por cobardía? ¿Y cómo mostrar con igual dureza el rechazo a la violencia de los que atentaban contra miembros de la Guardia Civil y Policía Armada y la que estos cuerpos ejercían salvajemente contra el pueblo vasco? Manifestaciones antiviolencia las hubo y numerosas, pero la política española homologó con malicia la oposición al terrorismo con apoyo a los métodos del Estado represor. Así era imposible que el dolor de la mayoría fuera emergiera con claridad.

El recuerdo de los años más violentos ha dejado una profunda huella de mentiras y equívocos que ahora se pretenden incorporar al relato, como ese gran embuste de que la gente miraba para otro lado, indiferente al sufrimiento. Si esta historia la escriben los líderes políticos resultará enteramente falsa. La ansiedad simbólica en la que se mueven los partidos pone de manifiesto su sentido de escapatoria del pasado. Frente a estas prisas y aspavientos, con los que se trata de aparentar lo que no hicieron durante tantos años, la gente no siente el complejo de culpabilidad de sus políticos y mira con recelo el patético espectáculo de la edificación de monumentos, memoriales y monolitos y la exageración de conmemoraciones, efemérides y actos públicos donde las autoridades compiten en quién se pone más solemne y adopta el gesto de mayor aflicción, un victimismo de pandereta. Quizás deberían encargar estos eventos a una compañía de teatro, si hay que dramatizar de cara a la galería. Un poco más de sinceridad y proporcionalidad emocional nos harían a todos el favor de no tener que soportar, además de la acusación general de culpabilidad, la hipérbole del dolor institucional que, en todo caso, llega tarde, mal y a rastras. Arreglen eso y déjennos en paz con sus querellas de poder y entierren con honra el pasado.

No, los ciudadanos vascos no fuimos culpables. Fuimos testigos de lo que no se hizo y de lo que se gestionó mal por la clase política frente a la violencia y por la atención de las víctimas. Tampoco fuimos héroes, porque no era esa nuestra misión, más allá de intentar vivir a duras penas y sobrevivir al fraude democrático de la transición. Mi sugerencia a la cúpula dirigente y a los autoinvestidos escribas del relato de la violencia en Euskadi, como propuesta de vida decente y una feliz convivencia en paz, es esta: seamos duros con el pasado, indulgentes con el presente y generosos con el futuro.

La tele ha fracasado… y usted también

HABLAMOS DE TELEVISIÓN EN ONDA VASCA.

12 noviembre 2015

 

1. A debate

¿Ha fracasado la televisión?

Solo hay algo de lo que se habla peor que de los políticos: la tele. Lo normal es que, en este aspecto, se mienta como bellacos:

Que casi no la vemos (y sin embargo ahí están las cuatro diarias que cada persona la ve en este país, de media, es decir, una sexta parte de nuestra vida.

Que es una basura, que no hay más que cotilleo y mentiras en los telediarios.

Y que nos gustan mucho los documentales de La 2, es decir, que lo nuestro es la cultura y el programa de libros de Sánchez Dragó o el programa This is Opera (magnífico y original, por cierto, presentado por el barítono Ramón Gener los domingos).

Habría que preguntarse si la televisión ha fracasado como medio de masas para mejorar la sociedad. Yo no creo que la tele haya fracasado. Si alguien ha fracasado es la propia sociedad, cuyas demandas de consumo televisivo se han empobrecido. Básicamente, la tele ofrece 6 tipos de contenidos: el más consumido es ficción, es decir, series y películas. En segundo lugar, entretenimiento, que son los concursos, realities, actuaciones musicales y variedades, etc. En tercer lugar, deporte, con predominio del fútbol. En cuarto lugar, informativos, o sea, telediarios y debates. En quinto lugar, publicidad, que ocupa una quinta parte de la programación. Y en último lugar, cultura.

Ahí está lo injusto de esta clasificación de contenidos. Hemos separado ficción y cultura. ¿Qué pasa que el cine no es cultura, o las series, o las actuaciones musicales que habíamos situado en entretenimiento? Ya lo creo que son cultura, no solo son cultura los documentales de animales, de historia o la ópera y los libros. La cuestión, además, es que la gente, mayoritariamente, ve la televisión como objeto de distracción o evasión. Ese puede ser el fracaso. Pero yo sería indulgente con este juicio.

En mi opinión, el mayor fracaso de la tele es que ocupa el centro de la casa, en el salón, la cocina y las habitaciones. Es el rey de la casa y marca la vida de las familias. También es un fracaso que la tele se consuma cuatro horas diarias por persona y día. Es un atracón, un empacho indigesto. También ha fracasado estrepitosamente con la telebasura, que es su mayor putrefacción. Y creo que también es un fracaso el exceso de publicidad, que termina por reducir su eficacia. Ha fracasado en el respeto a las normas de horarios de protección y ha fracasado en la degradación del lenguaje hablado. Y, por último, es un auténtica tragedia su afán de crear y destruir personajes famosos, cuya mayor expresión son los frikis.

La tele, al menos en el Estado español, hizo patente su fracaso cuando entraron las cadenas privadas; pero antes que eso la televisión pública había pecado de dirigismo ideológico. Creo que es el fracaso de todos.

Teníamos un gran invento y lo hemos malogrado. Lástima.

 

2. El impacto

La desconexión catalana

Los sucesos históricos son un tópico. La mayor parte de ellos tienen una relevancia limitada. Son sucesos históricos aquellos que señalan un cambio de rumbo significativo en la sociedad. La declaración de desconexión (así se ha llamado, y suena muy televisivo) de Cataluña con España, producida el lunes en el Parlament catalán es uno de esos hechos históricos. Lo cambia todo, pase lo que pase. En este sentido, la televisión ha estado en su lugar, aunque de forma muy parcial en la mayoría de los casos. Ha sido, sin duda, un gran impacto, en la medida que se demuestra que se pueden hacer rupturas y revoluciones democráticas sin violencia, como hubiera ocurrido en otras épocas no muy lejanas. La televisión recogió un comportamiento plural, pero exquisitamente democrático. Una lección de democracia que la televisión ofreció en directo.

3. Audiencias. Lo que nos gusta y lo que no

Arrasa 8 apellidos vascos

La emisión, ayer, miércoles, de la película “8 apellidos vascos”, simultáneamente en Telecinco y Cuatro ha tenido un resultado arrollador. Si ya fue la película más taquillera de la historia, también ha sido la película más vista en la tele los últimos 20 años. Datos:

Telecinco: 30.8% y 5.359.000 espectadores
Cuatro: 16.7% y 2.911.000 espectadores
En total: 47.5% y 8.270.000 espectadores

Hay que decir que la emisión ahora de esta película tiene un claro propósito promocional. Se inscribe dentro del estreno de “8 apellidos catalanes”, obviamente una secuela de la anterior. Ya les digo que esta nueva película sobre los tópicos catalanes, que se estrena en cines el próximo 20 de noviembre, no tendrá ni de lejos el éxito de la peli sobre vascos. Porque segundas parte nunca fueron buenas. Porque la situación política en Cataluña no está para bromas. Y porque esta peli es demasiado previsible. Pero eso ya lo veremos.

 

4. La buena publi

Cosas que no pueden hacerse online

BMW vuelve a sorprender con un anuncio inteligente y perfectamente narrado, que refuerza su posición de liderazgo. La esencia creativa de este anuncio es que le da la vuelta al concepto online, lo que se compra o se hace desde casa con internet, que son luchas: comprar, estudiar, ligar, trabajar sin ir a la oficina, ir al banco sin ir al banco, casi todo. Menos una cosa: ir en coche, para lo que, según argumenta el anuncio, hay que tener una buena razón para no quedarse en casa. Es una rebelión contra el online. Y la verdad, suena muy sugestivo y auténtico. Sobresaliente.

 

5. Recomendaciones para el fin de semana

Os sugiero encarecidamente un reportaje en La 2 de TVE, este sábado a las 24.45 horas, con un tema fascinante. Dentro del programa la Noche Temática, uno de los mejores espacios que hay en TV, se desarrollará el tema titulado “El imperio del Olfato”, un viaje alrededor de los perfumes. Cómo se fabrican, con qué criterios, cuál son sus secretos, dentro de un sector que mueve miles de millones bajo la promesa más evanescente que es el perfume. Un tema arrebatador que nos lleva directamente a las historias como El Perfume, de Patrick Süskind.

No os lo perdáis, este sábado, a las 23:45, en la 2 de TVE.

Y una gran película, La Isla Mínima, en Canal Plus, quien pueda. A esa misma hora y día.

¡Feliz semana!

Vacúnate contra el azar

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El azar es un misterio, ya se sabe. Cambia el destino de la gente a su antojo. A uno le cae la lotería y a otro le cae un piano encima. La suerte, buena o mala, nos invita a tomar la vida como un juego de reglas arbitrarias. Y por eso la tentamos en los sorteos, esperando que alguna vez nos mire a los ojos y sonría. Es el guiño ensoñador que emiten los anuncios. Contra esta motivación la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia está pensando en prohibir la ilusión del azar. Los spots de las loterías van a ser censurados, según se recoge en el proyecto de Decreto de Comunicaciones Comerciales de las Actividades de Juego y Juego Responsable. En su artículo 9 propone la exclusión de los mensajes “que asocien, vinculen o relacionen las actividades de juego con ideas o comportamientos que expresen éxito personal, familiar, social o profesional”, mientras que el 10 extiende la condena a los que “sugieran que el juego puede ser una solución o una alternativa a problemas personales, profesionales, financieros, educativos, de soledad o depresión”.

Si el propósito talibán de la CNMC prospera se acabará la magia que aventaba el calvo, no se alentarán los sueños de una cotidianidad desahogada y será delito insinuar los anhelos impuros de una casa junto al mar. La ONCE tendrá que recurrir al discurso de la divina providencia para justificar su cuponazo, mientras que la Primitiva y Euromillones se verán obligados a promover sus premios como expresión de las bajezas humanas. La ludopatía es la excusa para anular los ineludibles excesos emocionales y detener la rebelión imaginaria contra nuestra limitada existencia.

La nueva campaña de la Lotería de Navidad la conoceremos esta semana. La coincidencia del sorteo con las elecciones generales dará pie a bromas y se hallarán en ella tentativas manipuladoras. Será la última en que la pasión de la suerte no tuvo complejo de exhibirse. Y a Serrat le negarán los versos: “Fue sin querer, es caprichoso el azar, no te busqué ni me viniste a buscar, tanto tiempo esperándote”.

Un fenómeno social llamado Arriaga Asociados

https://www.youtube.com/watch?v=mWV5ma7AZxY

La justicia y la publicidad se odian solidariamente. La primera es lenta, opaca, casposa y de retórica espesa. La segunda es apresurada, divertida, ocurrente y de retórica sutil. A lo máximo que han llegado en común son los edictos, pequeños anuncios a pie de página mediante los cuales se insta a localizar entre los vivos a huidos y deudores. Los juzgados se corrompen con estas comunicaciones procesales. En este mundo de togas desteñidas estábamos cuando se ha producido uno de los fenómenos más interesantes que guarda mi memoria en décadas, en el que justicia y publicidad han acordado la defensa masiva de los damnificados por preferentes, subordinadas y otras estafas financieras, heraldos de una crisis que han arruinado con vileza a miles de familias. Arriaga Asociados lleva meses con una campaña de comunicación -en prensa, radio, internet y televisión- que ha desestabilizado a los especuladores y empoderado a la gente con las mismas armas del sistema. Sus mensajes de “hagamos justicia” y “la justicia puede ser sencilla” han puesto en pie a los despojados. La ira de los que tenían poco que perder y mucho que ganar ha encontrado una salida frente a los que, atrincherados en altos edificios de cristal, tienen muchísimo que perder.

No estamos ante la atrevida acción de marketing de un excéntrico picapleitos. Esto no es la quijotada de un loco empeñado en que se reintegren a los pobres los ahorros sustraídos por los bancos con trampas y mentiras. Lo que está aconteciendo es una revolución tácita que, por medio de la unión operativa -muy a la americana- de las víctimas bajo la tutela de un abogado motivado por la pura probidad, está poniendo contra las cuerdas a las corporaciones crediticias, obligándolas a pagar lo que saquearon malamente. Es admirable este movimiento de un solo hombre al que Iker Casillas ha puesto rostro popular en los anuncios. La banca calla y sus tácticas de dilación se derrumban. Genial, Arriaga, genial. O sea, que si no puedes cambiar tu mundo poco a poco, cámbialo de una vez con la osadía.

La peligrosa proliferación de los hombres-anuncio

Hablamos de televisión en Onda Vasca.

29 de octubre 2015

1. A debate

Más anuncios con famosos que nunca. ¿Crisis de imaginación?

Si nos fijamos superficialmente en esa otra parte de los contenidos de la tele que son los anuncios, vemos que hoy se producen y emiten más anuncios con famosos que nunca. Hacer un anuncio con un personaje popular es una de las opciones más recurrentes de la publicidad; pero es que esta opción se ha multiplicado en este último año. ¿Por qué? ¿Qué ocurre con la publicidad?

La razón por la que una marca recurre a un famoso para que le sirva de imagen es que tiene ganado, de entrada, un plus de notoriedad, tanta como el personaje posea ante el público. La notoriedad (que te conozcan) es el primer objetivo de la publicidad. Y eso tenlo puede ofrecer rápidamente un personaje popular. Pero esta opción también tiene sus desventajas: que la imagen del famoso se “coma” la identidad y el recuerdo de la marca o el producto anunciados. Ocurre muchas veces: nos acordamos de quien hace tal o cual anuncio, pero no sabemos decir o recordar que marca o producto anunciaba. Otro riesgo es que la marca se la juega a lo bueno y lo malo que diga o haga en ese momento el personaje famoso.

El caso es que he contado estas semanas que más de veinte personajes famosos están en la tele haciendo anuncios. Son deportistas, actores y actrices y personajes de la televisión. Algunos de ellos, como Rafa Nadal, están con tres marcas distintas haciendo simultáneamente anuncios en la tele. Y eso que precisamente ahora Nadal está en sus peores momentos como tenista, aunque mantiene intacto su prestigio. Otro que hace doblete es el actor Dani Rovira. También Arguiñano hace doblete. Y Julia Roberts. Singularmente, quiero destacar a Casillas, que ahora mismo da imagen a dos marcas, la franquicia dental Dentix y la increíble campaña de Arriaga Asociados, una acción de comunicación, que ya es un movimiento social, de las víctimas de los bancos y la estafa de determinados productos financieros. Quiero hablar otro día de esta campaña de Arriaga asociados, porque es de lo más insólito que hemos conocido en los últimos años.

Hay personajes famosos muy proclives a ser hombres y mujeres anuncios. Uno de ellos es Matías Prats, que va más allá de lo anormal, porque lleva años asociado a la marca de Línea Directa. También Cantizano está vinculado a cafés La Fortaleza. Eso quiere decir que los resultados son buenos. ¿Y qué perfil debe tener un hombre anuncio? Básicamente, estar en la cresta de la ola de su fama, caer bien al mayor número de personas de todos tipo, no tener un lado negativo y desenvolverse bien ante las cámaras. Dos ejemplos Un famoso con mal perfil para hacer publicidad es Cristiano Ronaldo. Es un personaje muy famoso, pero con unos niveles de rechazo muy potentes. El lado contrario es Messi, que cae bien a casi todo el mundo, aunque su problema es que sumamente torpe ante las cámaras. De hecho, está haciendo publicidad ahora, pero los profesionales prefieren que no hable, y que se limite a poner la cara y acaso sonreír. De lo contrario, estropea el anuncio. Los famosos menos indicados serían, entre otros, Belén Esteban y el reto de frikis de la tele basura, como Mercedes Mila. No los llamarían ni para campañas gratuitas de corte social o solidario. De hecho, se mide la fama de alguien por la cantidad de ofertas de publicidad que recibe. Tanto vales, tantos anuncios haces.

En general, la opción del,personaje famoso, o la proliferación del personaje famoso, equivale a mostrar una cierta crisis creativa. Es una opción facilona, recurrente cuando no se te ocurre nada mejor. Es una opción cara y muy arriesgada. Creo que la Publi atraviesa una crisis de imaginación y de ahí esta inflación de famosos.

 

2. El impacto

Los gustos del pueblo se sublevan

No había ocurrido nada más impactante en la televisión que la noticia, simplificada, de la advertencia de la Organización Mundial de la Salud de que el consumo de carnes rojas y procesadas aumenta el riesgo de Cancer de colon. Ha sido un bombazo y no hay tertulia familiar, de amigos y del trabajo que no aborde la cuestión acaloradamente. La posición de la gente ha sido unánime: nos quieren quitar de comer lo bueno. Por mi parte, creo que no se puede eludir la cuestión principal: hay un exceso de carne en nuestra dieta cotidiana. Se cuestiona la dieta, no la carne roja. Pero el debate continúa a pocas semanas de que, con la Navidad, se día preveo consumo de este tipo de productos.

http://youtu.be/DOwZBlG-OM0

 

3. Audiencias. Lo que nos gusta y lo que no

El éxito del otoño y el fracaso de Rajoy

Ha terminado el gran éxito de audiencia del,otoño, La Voz Kids. En su última edición, la final, ha obtenido un impresionante 31.9% y casi 5 millones de espectadores. Y eso que se trata de concursantes niños. O quizás precisamente por eso.

En el lado contrario, el presidente Rajoy, que se ha lanzado a la campaña, fracaso en seguimiento, con apenas un 11.5% de cuota de pantallas y poco más de 2 millones de espectadores en TVE. Y eso que Ana Blanco le planteó una buena entrevista, tratando de animarla, porque la verdad es que Rajoy no ayuda mucho con su monotonía y sus mensajes previsibles.

 

4. La buena publi

La humildad de la nueva banca

Abanca es uno de esos nuevos bancos que han surgido tras la crisis del sector financiero, que tratan de llenar el hueco del mercado de una banca no asociada a los destrozos de la crisis, las estafas financieras y los abusos en hipotecas y comisiones. Puede haber una Banca amable, humanizada, incluso social. Y transparente. Y para abrirse un hueco, su mensaje es la humildad. Nada de grandilocuencia, nada de grandes promesas y cambiar el mundo, no. Simplemente, no somos lo más importante del mundo y te ofrecemos otra forma de entender las relaciones con el dinero.

Es gratificante escuchar que lo mejor que ofrecen, su sistema digital para la atención financiera, es una prioridad muy lejana. Se agradece, la verdad, ese posicionamiento noble y humilde. Sencillo y gran anuncio.

http://youtu.be/NoP1heIo-VM

 

5. Recomendación para el fin de semana

Halloween a la vista, una fiesta muy infantil, con malas películas. Así que mejor optamos por algo mejor.

En antena 3, este sábado, a las 22 horas. Una comedia romántica, agridulce, como la vida misma.

EL PELICULÓN: CRAZY, STUPID, LOVE
Cal Weaver (Steve Carell), cuarentón y puritano, tiene una vida perfecta: un buen trabajo, una bonita casa, unos hijos estupendos y está casado con su novia de la adolescencia. Sin embargo, cuando se entera de que su esposa (Julianne Moore) lo ha traicionado y quiere el divorcio, su vida se desmorona.

Llega a Telecinco, no tienen fecha, pero posiblemente el,próximo fin de semana, 8 apellidos vascos. Para los que quieran verla de nueva o para los que no la pudieron ver. Merece la pena, sin ser una gran película.