Nada es perfecto hasta que te enamoras. El amor es la mayor maquinaria económica que existe: por amor la gente compra casas, escribe libros, realiza películas, hace regalos, se envuelve de belleza, enloquece, viaja, engendra hijos, organiza fiestas, tiene sueños heroicos y finalmente se desvanece en la muerte creando la gigantesca industria del recuerdo. La tele forma parte de este rentable tinglado. First dates, en Cuatro, juega al amor desesperado. Y ahora Telecinco anuncia para otoño el regreso de Lo que necesitas es amor, convenientemente traducido al exacto himno de Beatles, All you need is love, que causó furor en la década de los noventa, primero con Isabel Gemio y después con Jesús Puente como embajadores de la sagrada emoción humana.
Con menos glamur y cierto olor a estercolero, les sucederá Jorge Javier Vázquez en la llevanza de los mensajes de quienes transforman su intimidad en espectáculo. ¿Se expondría usted a una declaración televisada si de ello dependiera su felicidad? Risto Mejide, que también volverá con Vasile la próxima temporada, le pidió matrimonio a su joven novia en un teatro abarrotado y con frecuencia muestra su ternura romántica en vídeos que cuelga en Facebook.
El amor necesita cierto recogimiento; pero el pudor es una forma de miedo. Y el miedo es lo peor. Una boda, como la última en la que estuve invitado, lo más genial que haya conocido, es una maravillosa revelación de amor en público. Es un extraordinario despliegue de sentimientos. ¿Qué sabríamos del amor y la condición humana si los poetas, cantantes y artistas no nos hubieron narrado sus secretos del alma? Su indiscreción es fértil. El mundo es un poco mejor gracias a los que se atrevieron a confesarnos su amor y explicar su eterno sentido. Quizás todos deberíamos hacerlo.
La tele, como el cine, la literatura y la música, tiene que sublimar. Y no frivolizar como acostumbra. Falla en categoría, porque es medio. All you need is love fue el aliento de una generación entusiasmada. Ahora, con Jorge Javier Vázquez, será pura arcada.
La tele no solo nos trae las noticias de la guerra en Siria y otras tragedias humanas en todo el mundo, con violencias por doquier. La tele es el escenario de guerras comerciales de las que no siempre somos conscientes. Vamos a referirnos a tres de ellas. Podríamos llamarlas “la guerra de los dientes”, “la guerra del colesterol” y “la guerra perdida de Vasile”.
“La guerra de los dientes” es la que en el campo del marketing y la publicidad se libra entre las diferentes clínicas dentales, que nos muestran una nueva realidad, que es la democratización de la salud y la estética dental. Tener una dentadura perfecta, blanca y como nueva, ya no es prohibitivo. Ahora lo puede tener todo el mundo. Esto comenzó hace unos pocos años con la invención de Vitaldent y otras marcas que, a pie de calle, ofrecían servicios de mejora dental, lejos del clásico dentista. El éxito de esta franquicia se vio sacudido con el presunto fraude que llevó a su promotor a la cárcel. Luego vino Dentix, con su famoso método, que se esfuerza mucho en señalar que no son franquicias, como si ser franquicia fuese malo o indecoroso para el consumidor. Ahora Vitaldentr, que no está dispuesto a perder la guerra de los dientes contra Dentix ha reaccionado con una campaña de imagen:
para resarcirse del daño provocado por el escándalo, mientras Dentix sigue intentando ganar a los clientes de Vitaldent y otros, cambiando en sus anuncios a Iker Casillas por Iniesta:
En esto, llega Unidental y Bertín Osborne a meter baza. Mientras, el Consejo de Dentistas cree que el Gobierno central respalda la expansión de las clínicas dentales para no tener que ampliar los servicios dentales de la Sanidad Pública. No les falta algo de razón. La guerra será a mordiscos, claro. Pero tiene su interés y la seguiremos con detalles.
“La guerra del colesterol” es la de Danacol contra Benecol. Como sabéis, son suplementos dietéticos capaces de reducir el nivel de colesterol de forma significativa. Se anuncian mucho. Y ha estallado la guerra entre Danone, con Danacol; y Eroski, con Benecol, si bien este producto es de la multinacional Johnson&Johnson comercializado por Eroski. La guerra se libra en los anuncios para ver quién se queda con los clientes. Danacol usa en Euskadi a Sobera y Perurena, con un anuncio espantoso, que deberían retirar porque aburre. Y Benecol comenzó con el cocinero David de Jorge y ahora anda al ataque diciendo que los nombres Danacol y Benecol parece que suenan a lo mismo, pero no es lo mismo. Han ido al ataque, diciendo en su anuncio que estropeada y “estropada” (regatas) suenan casi igual pero no son los mismo. Los de Danacol replican diciendo que aquí, en Euskadi, el líder son ellos y que se dejen de historias. En realidad, se lanzan al ataque sin miramientos. Veremos en qué queda la cosa o nos da un infarto.
Y la “guerra de Vasile” es la que tiene planteada el jefe del grupo italiano Mediaset, dueño de Telecinco y demás cadenas, contra la Sexta. Estos días ha hecho balance de la temporada, haciendo énfasis en el liderazgo absoluto de su grupo frente a Atresmedia, que tiene a Antena3 como cabecera. En ese balance, Vasile ha lanzado sus misiles contra quien representa su principal fracaso: la Sexta. Esta cadena, que es la segunda marca de Antena 3, supera a la segunda marca de Telecinco, que es la Cuatro. Y este éxito de la Sexta lo lleva muy mal Vasile. No es nada nuevo. Lleva años atacando a la Sexta. Ha dicho Vasile, literalmente, que “La Sexta tiene una línea editorial absolutamente legítima de propaganda política, por lo tanto tiene una serie de afiliados que Telecinco no tiene. La gente viene a Telecinco para informarse y va a La Sexta para formarse«. Es una enorme simplificación. La Sexta ha sabido reunir el debate político, como Telecinco ha reunido en su entorno la llamada telebasura. Así están las cosas. ¡Es la guerra!
Impacto
¡Y tres huevos duros!
Una de las pocas escenas entretenidas que nos deparó el debate a cuatro del pasado lunes fue la expresión utilizada por Pablo Iglesias para rebatir la política de empleo de Rajoy. Cuando este se refirió a los dos millones de empleos que promete el todavía presidente del gobierno español, Iglesias replicó con un “Y tres huevos duros”, que ha levantado cierta polémica en las redes sociales. Algunos han señalado que este expresión, sacada de la película de los Hermanos Marx “Sopa de ganso”, que antecede a la célebre escena del camarote, debería haber sido “Y dos huevos duros”. No es del todo correcto, porque Groucho sí utiliza el concepto de “Tres huevos duros”, cada vez que el mudo de los hermanos toca la bocina. La expresión de Iglesias tienen su gracia y denota cierta frescura en el aburrido debate electoral. Esta es la intervención de Iglesias:
Por cierto, el debate fue decepcionante y previsible. Y demuestra que, efectivamente como ya decíamos aquí en programas anteriores, nuestros debates son parte del teatro político y no deciden nada, o casi nada, porque todos ya tienen previamente estudiadas sus intervenciones, su papel, y van con intenciones previas.
Audiencias. Lo que nos gusta y lo que no
El debate y el debut de Lobato
El debate a cuatro del lunes tuvo una excelente audiencia, sumando todas las cadenas que la emitieron en directo. En total, 10,5 millones de espectadores, con el 57% de la audiencia. La que más espectadores reunió fue La Sexta, con 14.1% y 2.602.000 espectadores, seguida de La 1 de TVE con el 13.2% y 2.435.000 espectadores y Telecinco con el 12.1% y 2.236.000 espectadores.
Euskadi fue proporcionalmente un poco menor, con el 55%, pero con 437.000 espectadores. ¿Y por qué si el debate no decide nada y resulta tan aburrido lo vieron tantas personas? Pues porque queremos estar al tanto de todo y los medios nos han contagiado la idea de que hay que verlo, como si fuera un gran estreno de película.
Por otra parte, el martes vimos la vuelta a la tele de Antonio Lobato, ya sabéis, “el calvo”, popular comentarista de la Fórmula 1, que se había quedado sin sus retransmisiones porque ahora se emiten de pago por la plataforma Movistar Plus. Lobato ha ido a parar a la 1 de TVE con un programa concurso, llamado “Desafía tu mente”, un concurso familiar de habilidad intelectual, con juegos muy interesantes. En su debut, Lobato ha logrado un discreto 8,3%, con 1.558.000 espectadores. No está mal. Por cierto, que tuvo como padrino del programa al piloto Fernando Alonso. El concurso es diferente en contenido y creo que se consolidará.
La buena publi
Otra vez Campofrío se exhibe
La marca de alimentación Campofrío le tiene cogido el gusto a la publi. Se esfuerza en hacer los mejores anuncios, en subir su prestigio a base de exhibir ingenio creativo y de hacernos reír o emocionarnos. Después de su maravillosa campaña para Pavofrío, “Deliciosa calma”, nos regala otra nueva sobre sus Pizzas. Consta de tres spots a cual mejor que son una delicia. Tiene, como los anteriores sobre las mujeres, un fuerte contenido sarcástico, pero divertido. Están hechos de tal manera que no pierdes detalle a la conversación y, quieras o no, te arranca una sonrisa y te divierte. Son fuertemente modernos e incluso provocadores. Se ríen de todo y eso nos provoca una sonrisa de complicidad. He elegido el de la pareja de novios (los otros dos son de una entrevista de trabajo y del contrato de una estrella de fútbol) para ilustrar la alta calidad de esta campaña. Sencillamente único este anuncio:
5. Qué ver este fin de semana
Propuestas para el fin de semana
Sigue la Eurocopa en París, y no solo las manifestaciones contra la reforma laboral y los peligros yihadistas. Para este fin de semana hay dos partidos interesantes: Este viernes, viernes, 17 de junio, a las 21 horas, en Telecinco, España-Turquía. Si juegan Aduriz y San José tiene su aliciente. Y el domingo, Suiza-Francia, a la misma hora y en la misma cadena.
En cuanto a cine, dos pelis bien distintas:
Una película para nostálgicos para ver con los niños, que ahora han terminado el curso: “101 Dálmatas”. La original de dibujos, de 1961, la que vimos de niños, con ese personaje horroroso que se llamaba Cruela de Ville. En La Cuatro, a las 19:25, el sábado.
En la 1 de TVE, también el sábado, a las 22:00, una gran película de mujeres luchadoras y de causas perdidas: “Erin Brockovich”, con una monumental Julia Roberts en el papel de madre soltera y abogada a favor de los damnificados de la industria química, acompañada por Julia Roberts, Albert Finney y Peter Coyote. Maravillosa.
Es manía de los medios, o su obsesión, evaluar los debates electorales en términos de competición, ganar o perder, como en la Eurocopa recién iniciada. ¿Quién ganado y quién ha perdido el debate?, se preguntan y realizan encuestas para determinar su resultado deportivo. Pero no. Los debates no se ganan ni se pierden, porque la contienda no es entre los candidatos, sino de éstos con el electorado. Los debates son diálogos de sordos que enmascaran monólogos dirigidos a los ciudadanos. Cuando se pide la opinión acerca de qué líder ha estado mejor o peor en la refriega, se solicita una falsedad o acaso una impresión emocional, urgente y precaria, sin ningún valor real. Son de esas cosas que demuestran que los debates son actos para el espectáculo de la tele en el que los políticos participan como actores de un reality.
En el debate de las mujeres, en Antena 3, las cuatro acertaron y fallaron, todas estuvieron bien con sus mensajes y todas se equivocaron. Las cuatro perdieron los nervios en algún momento, interrumpieron y fueron interrumpidas, se sobrepasaron en el lenguaje y fueron objeto de ataques. Nadie estuvo bien y ninguna estuvo mal. Pero pudieron gustar más o menos a los espectadores. Ahí está la cuestión: gustar. ¿Y qué es gustar? Una apreciación entre lo racional y lo emocional que depende de la posición ideológica de quien opina y sus prejuicios. Y de sus gustos respecto del modo de ser y hablar de los candidatos. Y también del día que tengamos. Así son las cosas. Como en un reality, ya digo. En el debate de ayer, en La Sexta, con los expertos económicos de los cuatro partidos ocurrió lo mismo. E igual será hoy, San Antonio, en ese encuentro en la cumbre entre Mariano, Pedro, Pablo y Albert, una escenificación teatral para cautivar a la gente. En esto se ha convertido la democracia.
Los debates no deciden las elecciones, por mucho que se empeñen las cadenas en su ficción. Nada que no sea auténtico puede ser estimado. Si tras estos meses usted no sabe a quién votar, no necesita debates. Necesita revisar su vida.
Los sucesos alrededor de la celebración del triunfo del equipo femenino del Athletic nos han dejado, más allá de las anécdotas, un interesante debate sobre el valor de la comunicación y la torpeza en el uso de esta herramienta. La cuestión se ha centrado sobre si debiera o no haberse proporcionado a las chicas del Athletic, ganadoras del título de liga, un recibimiento en gabarra, siguiendo la tradición simbólica iniciada en los años 80, con los títulos del equipo masculino. El propósito tenía dos razones: equiparar a las mujeres en honores a los hombres y proyectar un simbolismo en la igualdad, que es uno de los caballos de batalla de nuestra sociedad.
Treinta mil firmas avalaron la petición a la Junta del Athletic para que se diera a las triunfadoras el icono de la gabarra. Los directivos del Club hicieron caso omiso y decidieron hacer el mismo recibimiento y celebración que el último al campeón de la superliga, hace dos años. Sin gabarra. Esta misma petición la hicieron líderes políticos y organizaciones como Emakunde, por pura lógica de igualdad y sentido común.
Los que solicitaban este icono ya sabían que la vieja gabarra no era navegable y que un recorrido tan amplio por la ría podría deslucir el acto, por excesivamente ambicioso y poco realista. Y también sabían que el fútbol femenino no tiene ni el diez por ciento de importancia social. Lo sabían de sobra. Lo que estaban pidiendo es una adaptación simbólica entre campeones, una reivindicación pública, conceptual, en el plano social. No pedían más. Pedían dignidad simbólica para las chicas del Athletic y, de paso, para todas las mujeres. Se podría haber habilitado otra embarcación, otra gabarra navegable para el acto. Y haber acotado el viaje por la ría a un tramo más corto. Se podría haber hecho un esfuerzo creativo, imaginativo, con sentido práctico pero también ético y estético.
Pero no. El presidente Urrutia decidió lo más sencillo y, además, nos abroncó a todos en los mismos actos de celebración. Eligió el tono desabrido que le es propio. Y decidió aprovechar los actos públicos para justificar su cortedad comunicativa y su insensibilidad social. Nos echó una buena bronca. ¿Quién aconseja a este hombre? Es verdad que la prensa hace poco seguimiento del fútbol femenino. Que apenas mil personas van a Lezama a ver sus partidos. Y que la gente se apunta a caballo ganador desconociendo el trabajo diario que hay detrás. ¿Y qué, señor Urrutia? No es gracias a usted, sino a quienes en su día apostaron por el equipo femenino.
Usted, Josu Urrutia, no ha entendido nada. Usted no ha escuchado el clamor de un gesto por la igualdad. Usted no ha tenido sentido creativo de este momento. Usted no está en la calle, ni en la sociedad. Usted no sale del palco. Hubiera sido tan importante, tan bueno para el Athletic, tan bueno para la causa de la igualdad, que ellas hubieran tenido lo que era justo, la gabarra, que se merece los pitos que recibió el día de la celebración. No merece ser presidente del Athletic. No solo es un negado para la comunicación, que ya lo había dejado usted acreditado otras veces. Usted es un negado para esta sociedad. Y produce vergüenza. Usted no entiende el valor de lo simbólico y su importancia para una gran causa, la de la igualdad. Todas las causas justas necesitan de grandes gestos, porque anteceden su definitivo triunfo y acortan su tiempo de lucha.
El debate icónico es cultura en estado puro. Algunos, como Urrutia, no lo entienden. Y es un problema intelectual, pero también de corazón. Una pena, pero ha sido positivo este debate, por ser auténtico.
2. El Impacto
2,3 millones de euros, el mayor premio en un concurso
Ocurrió anteayer en Antena 3. Todo un récord. Cuatro de jóvenes concursantes, que se hacían llamar los Rockcampers, han logrado el récord del premio en metálico en la historia de la televisión en el Estado español. Nada menos que 2,3 millones de euros. Fue en el programa “¡Boom!”, presentado por Juanra Bonet. La última respuesta, Platón, les dio el premio, que bate el récord del 8 de mayo de 2006 en Pasapalabra. Entonces el premio fue de 2.190.000 euros, obtenido por el madrileño Eduardo Benito.
Esto es televisión, auténtica televisión. Lo que quizás no sepan los concursantes, o se enterarían después, es que la mitad de este premio se lo queda Montoro. Aún así es un hito y un gran premio.
El partido de vuelta entre Rivera e Iglesias tuvo un amplio seguimiento. Llegó al 18.2% y 3.237.000 espectadores, en La Sexta, que es mucho, pero no una audiencia espectacular. Se ha destacado que este cara a cara ha quedado lejos del 25.2% y 5.214.000 espectadores del primer debate de diciembre, dos millones menos.
Siendo esto así, no me parece justo que se señale esa reducción como una posible explicación de cierta desafección política. Una buena parte de aquella audiencia se debió a lo novedoso del encuentro (no son frecuentes los cara a cara en las cadenas de televisión) y al hecho de que se enfrentaban dos partidos emergentes, nuevos. Aquella curiosidad fue la principal causante de su gran seguimiento. Dos millones menos de espectadores es el resultado de que el segundo cara a cara ya no constituye una novedad y de que los emergentes ya son partidos como los demás.
Seguimos con Bertín y su montaña rusa. De uno a otro programa, según quién sea el invitado, las audiencias oscilan un millón de espectadores de más o de menos. Es mucha diferencia. El lunes pasado, con el antiguo campeón de motos, Ángel Nieto, “Mi casa es la tuya” apenas llegó al 15.9%, con 2.751.000 espectadores. Unas semanas antes, con Miguel Ángel Revilla, llegó a los cuatro millones. ¿Por qué estas oscilaciones? El programa es el mismo, el mismo esquema, igual diseño. Lo que cambia es la naturaleza del invitado: gusta más o menos. Ángel Nieto no suscita interés. ¿Quién lo conoce? Y el lunes que viene, con el showman José Luis Moreno, que se las trae, más allá de que tenga sus detractores, volverá a la senda de los cuatro millones. Osborne debería elegir mejor a sus invitados.
La buena publi
Las dos caras de la publicidad oportunista: lo bueno y lo malo
Digamos en primer lugar que el palmarés del Festival El Sol de Publicidad, celebrado en Bilbao el fin de semana pasado, dejó como gran vencedor a Justino, el entrañable personaje de animación, protagonista del anuncio de la Lotería de las últimas Navidades. No hay duda de que es un formidable anuncio. Ya lo pasamos aquí. Pero me deja la sensación de que se ha premiado a un gran anuncio, pero no el mejor, que es el de Campofrío y el discurso de las mujeres. Era mi apuesta.
Hoy vamos a ver las dos caras de la publicidad oportunista. Son los anuncios que se hacen aprovechando una noticia o un suceso de moda en la tele. Un caso es el de la cerveza Damm que hace un anuncio con el estreno de la película “Las pequeñas cosas”, que se estrena hoy, con el gran Jean Reno. Y el otro es un anuncio montado alrededor del programa de Bertín Osborne.
El bueno, el inteligente, el que sabe aprovechar bien la historia de un estreno de película, es el anuncio de Damm.
Tiene la hechura de un tráiler, pero sigue siendo un anuncio de una cerveza, que quiere vincularse, como viene haciéndolo de hace años, a la vivencia del mar mediterráneo. Es verdad que Reno ayuda mucho en este gran anuncio; pero también es un anuncio de gran calidad, que se deja ver una y otra vez y te hace sonreir.
Y el malo, malísimo, es este que protagoniza Bertín Osborne para las clínicas Unidental, otra franquicia más de dientes. El anuncio es un horror, parodia de una entrevista entre Bertín y una clienta de esta clínica. Un horror, falso, cutre, desteñido, que da grima verlo. Pero así es la tele y la publi. Lo bueno y lo malo todo en uno.
Qué ver este fin de semana
Propuestas para el fin de semana
Comienza el campeonato europeo de fútbol de Francia. Telecinco emitirá 23 partidos en abierto. El calendario es el siguiente:
Viernes 10 de junio (Inauguración): Francia-Rumanía (21.00)
[De 20.30 a 21.00 ceremonia de inauguración]
Sábado 11: Inglaterra-Rusia (21.00)
Domingo 12: Alemania-Ucrania (21.00)
Lunes 13: España- República Checa (15.00)
Martes 14: Portugal-Islandia (21.00)
Miércoles 15: Francia-Albania (21.00)
Jueves 16: Alemania-Polonia (21.00)
Viernes 17: España-Turquía (21.00)
Sábado 18: Portugal-Austria (21.00)
Domingo 19: Suiza-Francia (21.00)
Lunes 20: Eslovaquia-Inglaterra (21.00)
Martes 21: Croacia-España (21.00)
Miércoles 22: Por determinar (21.00)
Sábado 25: Octavos de final por determinar
Domingo 26: Octavos por determinar
Lunes 27: Octavos por determinar
Jueves 30: Cuartos de final (21.00)
Viernes 1 de julio: Cuartos (21.00)
Sábado 2: Cuartos (21.00)
Domingo 3: Cuartos (21.00)
Miércoles 6: Semifinal (21.00)
Jueves 7: Semifinal (21.00)
Domingo 10 de julio: Final (21.00).
También comienza este jueves la campaña electoral, con el debate en Antena 3, el debate de cuatro mujeres, como contrapunto del debate de los cuatro hombres, el lunes, 13 de junio, en todas las cadenas. Hablaremos con detalle de este debate.
Película. En Antena 3, el sábado, a las 22:00 horas, The Holliday, Vacaciones. Una divertida y intrascendente comedia, con un reparto de lujo: Cameron Diaz, la simpar Kate Winslet, Jude Law, el clásico Eli Wallach y Dustin Hoffman, entre otros. Una historia de gente de la publicidad.
Alternativamente, a esta misma hora, pero en la 2 de TVE, la película “El almirante”, película rusa, de amor y guerra, centrada en la contienda civil, que dio paso a la revolución de 1917. Exclusiva para románticos.
Permítame que insista: los debates electorales están sobrevalorados. Interesan a los medios más que al electorado, no son decisivos como afirman falazmente las cadenas de televisión; y, lo que es más perverso, promocionan a los líderes mediocres con habilidad para la refriega verbal. La experiencia me dice que los mejores políticos no son los más virtuosos en comunicación. Las instituciones españolas, instaladas en una crisis de credibilidad, creen que la televisión les salvarán del descrédito, a costa de hacer un poquito el ridículo. Hay nuevos formatos para consolidar la política espectáculo, mientras los candidatos escapan del auténtico plató: la calle. ¿Qué tiene de importante la tertulia del 13 de junio con los cuatro aspirantes a la Moncloa? Casi ninguna. A lo más, el éxito de la televisión en su papel de intermediaria. Mueve a la risa que se pueda dar valor a esa simulación teatral en la que a cada uno le preparan para recitar un papel de conveniencia y donde todo está previamente calculado. Hay menos autenticidad en un debate electoral que en un casting de fantasmas.
Cuatro hombres frente a frente: Mariano, Pedro, Pablo y Albert. Ninguna mujer, ya es mala suerte. Para remediarlo, con esa inspiración demagógica que ilumina a los programadores, Antena 3 ha organizado para la primera noche de campaña un debate con cuatro mujeres: Andrea, Margarita, Carolina e Inés. ¡Qué bonito! Ya tenemos la sección femenina del 26-J. Para que no digan que no se cuenta con las mujeres. Para que nadie de queje de la disparidad de derechos. Habrá un debate en rosa antes que el debate en azul. Ahí está la tele, al rescate de la realidad, porque a ninguno de los “cuatro grandes partidos” se les ha ocurrido presentar a una señora para presidir el Gobierno.
No sé qué es más patético, si el propósito banal de Antena 3 o el entusiasmo de las cuatro damas por concurrir a este campamento de verano de la sección femenina, cuyo mejor moderador no sería el previsto, Vicente Vallés, sino Elena Francis, precursora del feminismo patrio.
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