La semana pasada estuve comiendo con un amigo recién llegado de París y me contó una anécdota que me llamó mucho la atención. Larga cola frente a la Gioconda, la pintura de Da Vinci es uno de los mayores atractivos del Louvre, pero las costumbres han cambiado notablemente. Lo normal era quedarse extasiado con su belleza, sin embargo ahora el mayor trofeo es conseguir un selfie con el cuadro.
Creo que los selfies deberían ser algo divertido, una foto desenfadada y sin mayores pretensiones. Algo gracioso o emotivo, el recuerdo de un momento especialmente alegre (aunque al ritmo que vamos, acabaremos viendo selfies hasta en los funerales).
Hemos visto selfies entre los deportistas
Actores de Hollywood.
Lideres mundiales
Con el papa….
Hasta los macacos se marcan un selfie…
Personalmente me siento un poco ridículo estirando el brazo con el móvil o la cámara para sacarme una foto sin apenas ver el resultado, ni me imagino haciéndolo con una reflex, y eso que existen accesorios específicos para ello.
En resumidas cuentas, me resultaría una tanto curioso hacer un viaje hasta París, visitar uno de los mejores museos del mundo para acabar dándole la espalda a una obra maestra de la pintura.
