Fossar de la Pedrera ( Montjuic)
«Al final de su libro La República – que yo siempre he considerado de lectura obligada- narra Platón la historia de Er, un guerrero armenio muerto en el campo de batalla que tras visitar el Hades , volvió a la vida con la misión de contar lo que allí había visto. Y entre lo que vio, que fue mucho y sorprendente, se puede destacar que , en función de la transmigración de las almas ( que se reencarnaban en nuevos cuerpos) podían estas beber el agua de dos ríos. Si lo hacían de las del río Lete olvidaban su vida anterior, pero si lo hacían del Mnemósine llevaban el recuerdo consigo. Apuntaba Er, al respecto, que no a todas las almas se les recomendaba beber en este último río y recordar el pasado, sino más bien a algunas elegidas, porque a la mayoría le resultaba más conveniente comenzar el nuevo ciclo de la vida sin prejuicio alguno.
La Memoria ( Mnemósine), en su vertiente individual o colectiva, se convirtió en arma micro- política y macro-política desde que se se recuperó como argumento al calor del desarrollo de los derechos individuales o colectivos desde mediados del siglo XIX. Y así surgió el psicoanálisis y sus derivaciones como formas de reestructuración de la memoria individual y la Historia ad demostrandum como relato intencional del pasado de las nuevas realidades socio-políticas.
Pero , curiosamente, en la raíz de este movimiento liberador de fuerzas económicas y sociales que supuso la industrialización y la modernidad, había aparecido un aspecto nuevo: la voluntad de ser independientemente de haber sido o no, lo cual era y es hasta cierto punto anti-histórico y desde luego anti-memorístico ( incluso desde el punto de vista de la memoria colectiva)»
Y todo lo anterior lo he escrito en una servilleta de papel del Periflú mientras recordaba nuestro último viaje a Barcelona y cómo las autoridades catalanas, ahora en entredichos macro y micro-políticos, han caminado desde el 11 de setiembre hasta el 15 de octubre desde El Fossar de les Moreres hasta el Fossar de La Pedrera…