YO Y MI CIRCUNSTANCIA ( » natural»)

Es este un país muy inclinado a echarse al monte. Lo digo en todos los sentidos, pero me gustaría hoy subrayar el menos metafórico. Es decir, literalmente, echarse al monte como  hacer montañismo sea en la modalidad de subida, descenso o travesía. Y, ya por  extensión, siguiendo la misma pauta, ir al campo o hacer senderismo bajo el aparejo excursionista

Pues bien, he de confesar – últimamente no sé si me confieso demasiado- que a mí toda esa vertiente de ocio no me va nada, y muchísimo menos cuando adquiere un carácter deportivo (que detesto en general. Y es que  me ocurre , en efecto, que no me gusta la naturaleza que acaso debería escribir «la naturaleza», en la medida en que ahora sé que no deja de ser una construcción social que, como todas las construcciones sociales, tienen su base empírica.

Probablemente esta tendencia mía se deba a que pasé los primeros quince  años de mi vida trasteando en la huerta de mi abuelo Vicente ( de quien llevo su nombre como nieto mayor) que al parecer vió en mí el sucesor encargado de Semillas Huici, a la sazón, el negocio familiar. Pero lo cierto es que acabé hasta salvas sean las partes ( pequeñas por entonces) de los chopos del Arga, de los pozos y los estanques con sus cabezones y ranas, de los saltones sapos y las descaradas picarazas y, sobre todo de tanto regar y escardar matando de vez en cuando unas llamadas «ratas de agua» a golpe de azada, que, por cierto, eran de un tamaño respetable.

Todo esto todavía sorprende a algunas de mis amistades que no terminan de comprender mi desafección por «la naturaleza» y  desconocen que cuando por fin accedo a dar algún «paseo naturalístico»  ( ¡Jamás a «ir al monte!»), debo llevar en mi mochila un recado de ansiolíticos, para que no me dé la pájara de tanto aire puro, y huya  en la primera revuelta del camino hacia el asfalto y el hormigón armado de  la ciudad más próxima.

Así que avisados ( y avisadas, of course) que quedan las gentes para que al menos en esta reencarnación,  no me hagan proposiciones deshonestas y/o se lleven un disgusto…

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *