LA PANDEMIA ( y «la libertad de expresión»)

El debate sobre la libertad de expresión forma parte de la tradición occidental, ya que, por lo que se sabe, ha sido la única que ha distinguido clara y distintamente entre lo individual y lo social.

El episodio relativo al rapero Hasél puede considerarse, en este sentido, uno más y acaso uno de los más modélicos por incluirse en el ámbito de lo artístico, un espacio de expresión que la clase política ha pretendido controlar siempre, como ya lo dejó de manifiesto hace más de dos mil años Platón al final de su República – obra, por cierto, muy recomendable para postmodern@s recalcitrantes.

Pasando por alto numerosos espisodios posteriores, en los que la batuta teológico-inquisorial dio paso a la censura ilustrada o romántica, dejando un reguero de condenas, encarcelamientos, torturas y ejecuciones, la irrupción del mundo electrónico ha ocasionado que la linea del debate que antes era predominantemente vertical adquiera un caracter horizontal.

En efecto, la aparición de la www, y de las sucesivas plataformas como Facebook y Twitter (2007), Instagram (2012) y Whatsapp (2014), ha permitido que lo que en un principio fuera considerado un entretenimiento de «frikis» se haya convertido con el paso de los años en uno de los medios de expresión más frecuentemente utilizados por millones de personas.

En este contexto de nueva horizontalidad, la facilidad operativa de estos nuevos recursos ha vehiculizado un flujo inmenso de comunicación multidireccional y cualitativamente diverso que en su momento generó amplias expectativas de libertad.

Pero esa misma facilidad expresiva y la posibidad anexa de operar desde el anonimato por medio de pseudónimos o nicks ha permitido que las redes sociales rebosen de fake news, insidias e insultos que serían impensables en el vis a vis y que, en algunos casos, resultarían más propios de tratamiento psiquiátrico.

Desgraciadamente, la pandemia del COVID-19, con los efectos psico-sociales colaterales que todavía no se acaban de aceptar, ha disparado geométricamente este «delirio expresivo» traspasando todos los límites previstos y previsibles abocándonos a un enrarecimiento colectivo del que costará y mucho salir en el futuro… ¿Libertad de expresión?

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

4 comentarios en «LA PANDEMIA ( y «la libertad de expresión»)»

  1. Yo me he largado de todos los medios esos FB, Instagram…los he borrado todos porque no lo aguantaba más. Tengo una cuenta de YouTube más que nada si quiero hacer algo que no sé, como por ejemplo coser la costura de un cojín por dentro, o cómo cambiar la cerradura de una puerta y cosas de ese estilo, siempre hay un video que vienen bien. Pero por lo demás son ruedos de serpientes.
    Por cierto, un toque muy fino, el suyo, «La República» de Plantón, un libro de 3000 años apto para los postmodernos. Pillarán la ironia?
    Class…

  2. Como dijo aquél no es lo mismo Julio César que Julián Cerezas.
    O los árboles que tapan al bosque (en este caso al revés).
    O la libertad de expresión y el mentir como expresión.
    O ¿quién pone puertas al campo?
    O ¿estamos llegando a la plutocracia mundial?
    Y si es así ¿quién se opone a la plutocracia?
    Y en todo esto, un rapero comete injurias a la corona ¿qué simboliza la corona?
    Pero ¿sería lícito amenazar en la corrala digital? ¿Punible?

  3. «El episodio relativo al rapero Hasél puede considerarse, en este sentido, uno más y acaso uno de los más modélicos por incluirse en el ámbito de lo artístico» ¿De verdad don Vicente que lo de ese sujeto se puede considerar dentro del ámbito de lo artístico? Ya sé que usted se expresa en sentido social-filosófico pero servidor que no llega a tanto necesita pasar el espejo de mi torpe mirada para comprender la mundana realidad. Ya lo decía un dibujo de La Codorniz de hace algún año cuando el labriego decía «A mí, esto de la inflación me lo tienen que explicar con celemines de trigo»

  4. Estimado don Antonio: no me refería a mi punto de vista sobre «lo artístico , sino a la sanción social que ha ubicado a Hasél en un ámbito del arte, acaso como desviación- eso que tanto le molestaba ya a Platón…

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