CRÓNICAS PANDÉMICAS.3. ¿Nos hemos quedado en bragas?

«No deja de resultar un tanto sorprendente que en este verano coincidan los efectos más palpables de la crisis económica con la vestimenta femenina más desvestida de los últimos años.

Pues, en efecto, las manifestaciones contra la política económica del gobierno, salpicadas aquí y allá por paros y despidos, y los escraches de las plataformas anti-hipotecas, tienen como telón de fondo un panorama de vestidos cortos, microfaldas y minishorts, así como camisetas muy ajustadas que apenas si contienen comprimidos pechos pin-up.

Parecería como si la libertad social cercenada se intentara conjurar con una libertad individual llevada al extremo en su dimensión corporal, para lo cual, una vez más, el soporte del cuerpo femenino –¿qué pensarán de esto las feministas?– operaría como articulación fundamental de una llamada a lo que antes se calificaba de libertinaje. Algunas prendas, incluso, añadiendo a su talla reducida la puntilla de la ropa interior, así parecen confirmarlo: ¡nos hemos quedado en bragas!»

Escribía yo esto con ánimo festivo a mediados de julio de un año en el que estábamos atravesando uno de los peores momentos de la crisis económica mundial que se desencadenó en 2008.

Hoy en día intentamos sobrevivir, en el sentido no metafórico de la palabra, a otra crisis, también mundial, pero en este caso ocasionada por el ya famoso COVID-19, que figurará en los anales de la Historia , si queda alguien que la escriba, a la altura de Lehman Brothers.

E intentando hacer un poco de literatura de observación- ¡otra vez Josep Pla!- compruebo que entre la juventud del divino tesoro, continúa predominando la poca tela y que casi todo se resuelve entre generosos escotes aproados como del siglo XIX y variantes de aquel procaz invento sesentero (del siglo XX) de Mary Quant que se llamó minifalda.

Pero también que no es este el caso de las mujeres maduras, esas que entusiasmaban tanto a Stephen Vizinckey y que han optado por largísimos y coloridos vestidos , con corte lateral casi hasta la cintura que queda en analogía con el corte visual cada vez mas expresivo de la mirada sobre la mascarilla, en un conjunto cerrado sobre sí mismo de evocaciones orientales.

Y así no es posible concluir en esta coyuntura que «nos hemos quedado en bragas» salvo y precisamente en dimensión metafórica por asaz sanitaria…Por todo lo cual cabe preguntarse: ¿ Será acaso este movimiento centrípeto pero de destellos brillantes y turgentes otro de los signos de los nuevos tiempos, de la Nueva Normalidad?

CRÓNICAS PANDÉMICAS 2. De cometas y virus.

Coincide el árbol de rebrotes del COVID-19, con el paso magnífico e imponente del Cometa Neowise a la altura de nuestras humanas miradas.

Este cometa , descubierto este año – C/2020 F3- tiene un diámetro de casi 5 kilómetros y será visible desde la Tierra al amanecer y al atardecer entre los meses de julio y agosto. Y ya no volverá a verse , según las investigaciones astronómicas, hasta dentro de unos 6.800 años.

Tantos miles de años son muchos, algo así como la distancia temporal que nos separa de las grandes civilizaciones mesopotámicas, y no está nada claro que quede alguien para verlo si se cumplen aquellas provocadoras palabras de Nietzsche que ya he citado en alguna otra ocasión y que en este punto vienen al pelo:   “En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer» .

Y sí, altaneros y altaneras debemos parecerle a la Naturaleza cuando un simple virus de dimensiones nanométricas desbarata todas nuestras pretensiones simplemente eliminándonos de la faz de la Tierra y recordándonos que , como decían los griegos, somos «seres de un día», perdidos en la inmensidad de las galaxias.

¿Seremos capaces de contar cualitativamente el número de muertos y aprovechar el confinamiento físico y mental que nos está proporcionando la misma Naturaleza para reflexionar sobre el camino de autodestrucción que hemos tomado? ¿Antes de que el astro se caliente tanto que perezcamos guiados por tanta estupidez idiotizante? ¿ Seremos capaces, en fin, de recordar este severo aviso cuando nos quitemos las mascarillas?

CRÓNICAS PANDÉMICAS.1.-Bravatas sexuales.

«…Un amigo me dijo que ayer se había despertado en la cama con dos rumanas que no conocía de nada…».Esta frase cruzó como un rayo el delicioso aire fresco de la tarde de ayer.

Volví la cabeza y comprobé que la había soltado en voz alta un sesentón gordo que lucía unas gafas de diseño , ante una cuadrilla de análogos bien vestidos y algo bebidos.

Continué mi paseo pero no pude evitar darle alguna vuelta a la frasecita a costa de abandonar el alegre realismo que reclamaba Josep Pla y sumergirme en mis aguas para-sociológicas.

«Un amigo me dijo» ,expresión habitual para religar a otro u otra , la propia actuación; «que se despertó en la cama», naturalización doblada del acto de despertarse; «con dos rumanas», dos , se supone ,mujeres con las que había compartido el lecho, a fuer de su condición nacional o étnica; «que no conocía de nada» ,o sea, a las que había conocido en el sentido bíblico, previo o posterior pago por sus servicios a suponerse de carácter sexual.

Es decir que, jocosamente, el sujeto infrascrito estaba dando cuenta de que algún conocido – o acaso él mismo- había contratado a dos prostitutas, probablemente en una nube de alcohol u otros estimulantes, y acabada la faena, si la hubo, se había despertado acompañado de las tales para su sorpresa.

Todo lo cual resulta bastante inverosímil en este contexto de mascarillas y distancia de seguridad, cuando hasta los Colegios de odontólogos hablan de la profilaxis no de los dientes sino del cepillo de dientes, los sexólogos de guardia previenen del picoteo veraniego y hasta el ministro de universidades, Manuel Castells, tan aficionado él a todo lo «tele», abunda en sus reflexiones sobre el tele-sexo.

De manera que la frasecita, visto el texto y el contexto, suena más bien a bravata barata de un «señoro» de esos que suele despellejar Irantzu Varela y que representa lo más cutre, sexista y carpetovetónico de estos y aquellos lares.

¡Ver para creer! que diría un clásico.

TIEMPOS POST-ELECTORALES ( o ¿ hacer la cuenta de la vieja?)

Ya se han llevado a cabo las elecciones donde contra viento y marea se habían convocado. La ciudadanía ha hablado , quedando muda en su mitad – algo sobre lo que también se debería reflexionar.

La gran y , posiblemente, única ventaja de haberlas cumplimentado ,puede ser la de tener la oportunidad de ensayar por adelantado en los territorios implicados una alternativa a la crisis generada por la pandemia del COVID-19.

Así, y si no hay vueltas atrás que colapsen la dinámica tímidamente iniciada, será la hora de «hacer las cuentas al revés» en terminología del historiador económico Joaquín Estefanía Moreira: es decir «primero determinar qué Estado de Bienestar se quiere, y luego con qué ingresos financiarlo».

Si a esta operación se la denomina «hacer las cuentas al revés», es porque habitualmente, primero se ubican los ingresos previstos, como si no hubiera ocurrido nada – pero como sí ha ocurrido resultan más bajos – y después se dilucida su reparto, sin asumir que la diferencia entre hacerlo así o a la inversa es la que a su vez distingue a la Política de la Gestión. Pues la Gestión gestiona lo que hay – ¡ esto es lo que hay!- y la Política tiene un proyecto de futuro para lo que puede haber.

De la inclinación de los nuevos gobiernos hacia la Política o hacia la Gestión dependerá su verdadera catadura moral, poniendo de manifiesto la efectiva ideología que se ocultaba tras sus proclamas electorales.

¿ Habrá, pues, alguien que se atreva a rescatar el que ha sido el profundo sentido de La Política desde Aristóteles sin sucumbir a la mediocridad bovina y autocomplaciente de la cuenta de la vieja ?

TIEMPOS ELECTORALES ( o ¿para qué correr tanto?)

«Los que ejercen la autoridad intentan justificar su dominio sobre las instituciones vinculándolo, como si fuera una consecuencia inevitable, con los símbolos morales en que generalmente se cree, con los emblemas sagrados, con las fórmulas legales»

Este párrafo, tomado de La imaginación sociológica del norteaméricano Charles Wright Mills, está escrito a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, en plena guerra fría entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética y durante un periodo de expansión económica y de lucha social por el reconocimiento de los derechos de los afroamericanos.

Aún así, a pesar de la distancia temporal, el mensaje de fondo de estas palabras puede ser motivo de reflexión, y tanto más cuando, a pesar de la pandemia del COVID-19 que ha puesto casi todo patas arriba, hay una pretensión generalizada de volver lo más rápidamente posible a la normalidad anterior.

Una normalidad de reconstrucción de una nueva guerra fría, en esta ocasión entre Estados Unidos de América y la República Popular China – ante la que la Unión Europea permanecía, por cierto, en silencio a la expectativa-; una normalidad de supuesta recuperación económica tras la crisis de 2008 con un nuevo boom inmobiliario y turístico, sin tener en cuenta el calentamiento global; y , por fin, una renovación de la lucha de algunos colectivos claramente desfavorecidos, como es el caso de las mujeres ( y sobre todo trabajadoras).

De que hay algo de extraño e inadecuado en este deseo (político) inmoderado de volver a aquella normalidad desbaratada por la expansión del virus, es una buena muestra la denominación de «Nueva Normalidad» con que se ha bautizado el momento histórico al que se aspira alcanzar cuanto antes.

Y mientras tanto, y en medio de todo tipo de precipitaciones sanitarias, sociales,laborales, económicas , deportivas y culturales ,quienes ejercen la autoridad, por supuesto legítimamente, no cesan de justificar sus acciones y sus omisiones institucionales como naturalmente vinculadas a un supuesto sentido común que, como se sabe ,es el menos común de los sentidos…No hay más que constatar el uso aleatorio de las mascarillas, a pesar de las infumables llamadas a la «responsabilidad individual».

¿Será acaso que las propuestas de solidaridad atemperada, de discusión sosegada, de tiempo, en fin , para meditar sobre las consecuencias de esta crisis, chocan de frente con la necesidad de aprovechar la plusvalía política generada en la gestión de la pandemia, en vez de nutrir, también económicamente al modo keynesiano, la espera? ¿ Para qué, en fin, correr tanto?

SINFERMÍN (1978)

Pamplona, 8 de julio de 1978

Se viene repitiendo una y otra vez que los sanfermines se han suspendido por primera vez desde la Guerra Civil del 36, a causa de la pandemia del COVID-19.

Pero lo cierto es que no es así, pues ya se suspendieron en 1978 a raíz de los tristes episodios que se sucedieron el 8 de julio tras la irrupción de la Policía Armada en la plaza de toros de Pamplona a la orden del comandante Fernando Ávila y con el comisario Miguel Rubio al frente , pistola en mano.

El resultado fue una tarde de duros enfrentamientos que ocasionaron muchos heridos de bala y la muerte de Germán Rodríguez, de un tiro en la frente.Este hecho brutal y definitivo ocasionó la suspensión de los sanfermines, en medio de graves enfrentamientos en otros lugares donde también hubo muertos por las FOP, como Joseba Barandiarán.

Algunos han interpretado estos hechos como uno de los sucesivos peajes para acceder a la Democracia legitimada por la Constitución que por entonces se estaba elaborando y que fue aprobada meses más tarde.

Conviene recordar estos acontecimientos, para muchos y muchas ya lejanos, no sólo porque sus responsables salieron impunes – Rodolfo Martín Villa , ministro del interior, dijo por entonces: «Al fin y al cabo lo nuestro serán errores, pero lo otro son crímenes»- sino porque como dijo Nietzsche en su célebre obra Verdad y mentira en sentido extramoral, una mentira repetida una y otra vez acaba por parecer verdad…

TIEMPOS ELECTORALES ( y opciones de salida…)

El catedrático del MIT Daron Acemoglu comentaba en un escrito reciente que ante la crisis global generada por la pandemia del COVID- 19, se abrían cuatro opciones.

La primera es continuar como si nada hubiera ocurrido intentando volver a la normalidad anterior , a pesar de que se la denomine pomposamente «Nueva normalidad». Se incluirían aquí manifestaciones varias como la insistencia en retomar un modelo económico basado en el consumo desaforado, el turismo y la especulación inmobiliaria, sin alterar los vínculos laborales precarios, y , por supuesto, sin fortalecer «el papel del saber experto y de la ciencia en la toma de decisiones».

La segunda es recurrir al autoritarismo estatal de corte hobbesiano, tomando como referencia el modelo chino, supuestamente el más eficiente en momentos de crisis como la que se ha padecido, sin preocuparse de «la pérdida de privacidad y la vigilancia, y permitiendo un mayor control de las empresas privadas», así como generando instancias paralelas de poder policiaco-político.

La tercera opción es el abandono progresivo de las competencias estatales en manos de las compañías tecnológicas que, como Appel y Google, ya han mostrado su disponibilidad para rastrear a la ciudadanía en su actividad cotidiana, añadiendo a esta «servidumbre digital», la mediación en la actividad económica través del teletrabajo, y finalmente «presionando a favor de un ingreso básico universal, escuelas privadas con subsidios públicos y la expansión del gobierno digital».

Finalmente, la cuarta opción es la apuesta por un a modo de «Estado de bienestar 3.0» que renueve el surgido tras la Segunda Guerra Mundial y que se deterioró en los años ochenta con las políticas neoliberales privatizadoras. Esta opción implica «una red de seguridad social más fuerte , mejor coordinación, unas regulaciones más inteligentes, una gobernanza más eficaz, así como una mejora significativa del sistema sanitario público», todo lo cual implicará un aumento del gasto así como una provisión de liquidez que «en algún momento también deberá incluir un aumento de la tributación».

Es cierto que puede haber otras opciones, incluso algunas mixtas, pero también lo es que todas las apuntadas serán más fáciles de experimentarse en una comunidad política de menores dimensiones ya que al cabo, y aún con sus limitaciones, operan como pequeños Estados.

Así que sería ilustrativo que las fuerzas políticas, más allá de sus entusiasmos y alharacas tan puntuales como electorales, se posicionaran con un mínimo de claridad sobre las mentadas opciones…

TIEMPOS ELECTORALES ( o ¿ más de Lo Mismo?)

Los tiempos electorales son propicios para las promesas, pues no tendría mucho sentido convocar a la ciudadanía para ofrecerle más de Lo Mismo.

Sin embargo, cuando lo que ha desaparecido es precisamente Lo Mismo a causa del paréntesis de la pandemia , no resulta fácil ofrecer grandes novedades.Más bien se tiende a postular la recuperación de la dinámica de Lo Mismo y tanto más cuando tras el fantasma de la muerte biológica, un nuevo fantasma recorre Europa – y el mundo : el fantasma de la crisis económica.

Y el problema de ofrecer la recuperación de Lo Mismo y con urgencia, ciega cualquier reflexión sobre la catástrofe vivida y sus circunstancias.

De manera que más allá de medidas tácticas, directas e indiscutibles, como el fortalecimiento de un sistema sanitario público que se ha visto colapsado o la revisión de la política social de residencias de mayores, en donde se ha producido el 70% de las muertes, poco más se ha alzado la mira estratégica.

Y, consecuentemente, poco o casi nada se habla de un modelo productivo que precariza a los trabajadores e hipoteca el futuro de los jóvenes, de un sistema educativo que se balancea sin mucho equilibrio entre lo público y lo privado… o de un PIB que se quiere incrementar con la receta obsoleta de un turismo masivo que ya ha arrasado muchas ciudades y pueblos, llenando los bolsillos de los consorcios multinacionales.

Pero, incluso yendo a lo más próximo, tampoco se ve mayor contradicción entre proclamar un nuevo rumbo de política energética más ecológico y reafirmarse , a la contra de las nuevas tendencias, en proyectos urbanísticos mastodónticos, de altas torres y enormes sótanos de garajes, celebrando el resurgir de la la construcción , la actividad industrial más especulativa y fiscalmente más opaca.

Y así parece que la recuperación de Lo Mismo , formando parte de la Nueva Normalidad , es la cuestión pendiente, pues aquí no ha pasado nada, y ahora paz y después gloria…

EL COVID ( ¿ o LA COVID)

Cada vez es más frecuente escuchar en los medios de comunicación la expresión «la covid» para referirse al virus SARS-CoV-2 , cuando hasta bien poco se solía hablar de «el covid».

Es posible que la nueva expresión sea un resumen operativo de «la epidemia del COVID», pero los cambios en la utilización del lenguaje no suelen ser inocentes aunque se muestren como tales y de escasa importancia.

Y así, y a pesar de los intentos supuestamente equilibrados por dotar al castellano de un léxico agenérico, borrando pretendidamente las marcas oportunas – como las propuestas del tipo » queridxs amigxs» – lo cierto es que la marca de género se viene feminizando, manifiestamente en un conocido partido político y en algunos usos asamblearios, pero también en nombres institucionales y empresariales que acogen la deriva femenina a imagen y semejanza de la antigua «Telefónica».

Teniendo en cuenta que, como ya comentó Michel Foucault en su primer tomo de Historia de la Sexualidad. La voluntad de saber (1), una de las “líneas de actuación” del mecanismo del bio-poder, del poder sobre el cuerpo, es la «histerización del cuerpo de la mujer», convirtiéndolo simultáneamente en depósito de sexualidad y cuenco de detritus malsanos- cualquier feminización puede derivar de elogio en amedrentamiento.

Y esta segunda condición de negatividad históricamente acumulada, como también se ha destacado desde los primeros estudios sobre la condición de las mujeres – ya suficientemente explícita en aquel prístino y gran repertorio que fue El segundo sexo, de Simonne de Beauvoir (2)- puede que se cuele sin mucho aviso en un lenguaje que cuanto más claro que parezca es más performativo .

Por todo lo cual, mantener la expresión «EL COVID» y no utilizar «LA COVID», vendría a ser una cuestión de mera profilaxis socio-linguística.

(1) Foucault, M. 1978. Historia de la sexualidad. I. La voluntad de saber México: Siglo XXI .

(2) Beauvoir, S. 1998. El segundo sexo . Madrid: Cátedra.

DISTANCIA ( ¿ física , social, de seguridad ?)

Una palabra vigente , «distancia», parece adquirir un cierto significado ambiguo al formar parte de expresiones como «distancia física», «distancia social», y «distancia de seguridad» que, en muchas ocasiones se proponen indistintamente.

Y si bien su uso puede ser equivalente, lo cierto es que tienen un significado diferente, como hace poco recordaba un lector.

Sobre la «distancia física», poco hay que decir pues es medible por cuantificable.Pero cuando se habla de «distancia social» y de «distancia de seguridad», la perspectiva cambia al utilizarse un criterio cualitativo.Hay al respecto diversas teorías de carácter sociológico y antropológico que sería interesante reseñar.

Así, por ejemplo, «distancia social» es la expresión de un concepto clave en la obra de Georg Simmel relativa a sus estudios de Sociología del Espacio(1), y describe la forma en que los seres humanos se distribuyen en el espacio social, según grupos sociales y jerarquías.

Por su parte , el antropólogo E. T. Hall (1) (2), denominó «distancia social » a la que nos separa de quienes no tenemos ninguna relación amistosa o que no conocemos bien y la estableció entre 120 y 360 centímetros, teniendo en cuenta que puede variar socio-culturalmente.

Como se puede observar, ninguna de estas acepciones de «distancia social» parece ser muy adecuada al carácter profiláctico que se pretende difundir desde las autoridades sanitarias y políticas, pues , al cabo, la prevención lo es por razones de seguridad.

Por lo tanto, todo indica que la expresión más conveniente, con toda su carga connotativa , sería «distancia de seguridad» que, por cierto, debería estipularse con claridad ya que unas veces se habla de dos metros y otras de un metro y medio, sin mayores explicaciones.

Pero claro, mencionar «seguridad» es mentar la bicha, sacar a la palestra uno de los tópicos malditos, siempre opuesto a «libertad», por mucho que esta última sea defendida a grito limpio por cuadrillas variopintas o , sopesadamente, por pensadores alopécicos que siempre quieren estar en la pomada…

(1) Simmel, G. 1986. Sociología.Estudios sobre las formas de socialización. 2. Cap. 9.»El espacio y la Sociedad» pp. 643-740. Madrid: Alianza Editorial

(2) Hall, Edward . 1990. La dimensión oculta .México: Siglo XXI.

(3) Hall, Edward T. 1990. El lenguaje silencioso. México:Alianza Editorial Mexicana.