( para Alberto Santana y su innovadora Una Historia de Vasconia)
En un lugar de la costa vasca en el que se asienta un precioso pueblo pesquero ,se reconstruyó hace ya muchos años un ballenero tradicional. El navío ha permanecido atracado en el puerto como atracción turística si bien su mantenimiento ha ido resultando cada vez más cuantioso.
Recientemente el ayuntamiento de dicho pueblo, en cuyo escudo figura precisamente una ballena, ha decidido no invertir más en el barco ya que se encontraba en una situación de franco deterioro. Se ha argumentado al respecto que la anterior reconstrucción se había realizado con madera de muy baja calidad y que los diferentes tratamientos a que había sido posteriormente sometida la habían perjudicado notablemente ; y que ,por otro lado, vistas las necesidades sociales del pueblo, no había suficientes fondos para destinarlos a este fin.
Sin duda es loable y mucho la decisión de este ayuntamiento, pero lo ocurrido es una buena metáfora de asuntos varios.
Así, lo es de cierta manera de reconstruir lo histórico utilizando para hacer coherente la Historia materiales de escasa calidad; y también de hacerlo con la pretensión de una proyección más turística que otra cosa; y también de que cumplida su función o caduca por obsoleta , se deshace lo construido, desapareciendo como si nunca hubiera existido.
Otro sí es una metáfora – y acaso algo más – de la variabilidad de los intereses creados , y de como estos pueden someter en su ímpetu algorítmico la reposada y lenta investigación sobre el pasado que es lo que al cabo permite la existencia de la Historia como ciencia humana, un estudio siempre en revisión.
Y ,por fin, en estos tiempos en los que la pandemia del COVID-19 ha devuelto la mirada hacia lo más cercano, lo ocurrido apunta a que no se puede evitar una reflexión a fondo sobre la forma y manera de reflejar el pasado para propios y ajenos, lejos de apriorismos identitarios, pero afirmando y resaltando aquello que fue precisamente diferente, pues, sin connotaciones ideológicas, lo diferente es la raíz de lo histórico que no es sino una continuación de discontinuidades.
Y ahora que vivimos y sobrevivimos en una gran discontinuidad que nos ha colocado en la frontera de la distopía, esa última reflexión puede terminar por ser un tema más para encarar en el futuro, un tema en su sentido originario, es decir, como insistencia, tan obsesiva como deliberada…