Un tiroteo entre miembros de ETA y gendarmes franceses era una situación absolutamente previsible. De hecho, el del sábado no fue el primero y, desgraciadamente, hay boletos para que no sea el último. ¿Nadie había contemplado esa posibilidad y tenía preparada una respuesta instantánea para el caso de que se produjese? A juzgar por cómo se han desarrollado los acontecimientos, parece que no. La reacción en dos tiempos de Bildu, que todo el mundo sabe que es la liebre a seguir en este minuto del partido, careció de la contundencia necesaria en momentos como los que estamos, donde el lenguaje debe ser directo y sin ambages. La de la izquierda abertzale tradicional, impecable en sus términos –aunque seguirá sin ser suficiente para algunos-, se hizo esperar demasiado.
No se debe dejar el mínimo resquicio para la duda en el rechazo. Primero, porque la acción es rechazable de saque y sin otras consideraciones. Segundo, porque la famosa lupa de Rubalcaba y Ares no es doble sino séxtuple y el terreno de juego está plagado de piernas dispuestas a zancadillear cualquier avance a la normalización. Los zapadores del ‘no’ aprovecharán la menor oportunidad para lanzarse a degüello, y la prueba está en la primera página de El Mundo de ayer, que titulaba a todo trapo y con indisimulada felicidad “El alto el fuego de ETA permite tirotear gendarmes, según Bildu”. Una vileza y una absoluta patraña, totalmente de acuerdo, pero facilitada en alguna medida por los hilvanes que quedaron sueltos en la declaración sobre el tiroteo.
Dos varas de medir
Tienen toda la razón Pello Urizar y Oskar Matute al denunciar la injusticia que supone pedir a Bildu (o a Sortu) lo que no se pide a nadie más. Pero ninguno de los dos nació ayer. Saben que esa doble vara va a acompañar cada uno de sus pasos y que su camino va a estar lleno no ya de golpes bajos, sino directamente subterráneos. Muchas de esas tarascadas serán imposibles de prever, pero esta, la de la reacción frente a una acción violenta de ETA -aunque fuera en un encontronazo policial-, era un fijo en la quiniela.
Y no se trata sólo de cerrar las bocas de quienes se afanan por hacer naufragar la construcción de un escenario sin ETA porque no les conviene. En el lado que trabaja por hacerlo realidad hay miles de personas que han empeñado su palabra a favor de la sinceridad del discurso actual de la izquierda abertzale ilegalizada. Su convicción se vería reforzada definitivamente por unas palabras de rechazo sincero e inequívoco. El futuro aparecería más despejado.
Si no quieren que sus afines políticos se encuentren con la tesitura de tener que apretar el gatillo lo normal es que BILDU y cía les recomienden la entrega de las armas para que no se queden compuestos y sin novio cuando les de el calentón. Y si ademas no quieren que se encuentren con la tesitura de valorar las futuras detenciones y por lo tanto el que alguien les diga que con la pipa al menos tenían la posibilidad de defenderse, BILDU y cía deberia recomendarles que con un escrito de ARREPENTIMIENTO se entreguen en la primera comisería de la etzantza que encuentren. Se evitarán dar muchas explicaciones después.
Mucho me temo que hagan lo que hagan y digan lo que digan el listón va a estar, siempre, un centímetro más allá de donde hayan llegado la víspera. Y si decidieran romper amarras- nítidamente y por escrito- con los innombrables, el que les rompe la pértiga en la cabeza es Pérez Rubalcaba. ¿Con qué esquivaría, por ejemplo, las perdigonadas que semanalmente le lanza Gil Lázaro a propósito del caso Faisán, si el comodín de ETA se acaba?
Querido señor Lapitz: era tan fácil de preveer un encontronazo de ETA en Francia con gendarmes, como la ilegalización de Sortu pese a su rechazo explícito y directo a la violencia de ETA. También era de cajón una megaoperación policial en precampaña electoral, sobre todo cuando el gobierno pierde votos clamorosamente.
Dicho esto, no me parece justo exigir a alguien que sea más contundente en sus declaraciones contra actos violentos de ETA, cuando saben (porque se lo acaban de demostrar) que en realidad es igual lo que digan, cómo lo digan y cuándo. La decisión de discriminarlos ya se tomó; no es un problema de maneras, ni de tiempos, sino de intereses particulares e inconfesables. Es como si a un alumno el maestro le dijera: «estudia todo lo que quieras, pero ya te he puesto la nota y es un 4, todos los días te preguntaré la lección, y cuando te la sepas no será suficiente, porque tu aprobado estará en un 6». ¿Verdad que esto sublevaría a muchos padres?Pues esta es la «política antiterrorista».
Por otra parte no sé si calificar como adorable o como hipócrita su deseo de que cada etarra vaya mañana a su comisaría más cercana a entregarse para que todo acabe en 24 horas. En Castilla a eso le llamamos pedir peras al olmo. Luego tampoco es solución.
Para lo que sí resulta útil su artículo es para cargar las tintas contra el enemigo político, que informar no, pero persuadir a la opinión pública sí sabéis hacerlo muy bien los periodistas.