Su fútbol y mi radio

Como no podía ser de otro modo, en la gresca por el diezmo que le quieren imponer a las radios por transmitir los partidos de fútbol, mi corazón está con los que se dejan la garganta y nos hacen soñar las jugadas de un modo en que jamás las veríamos en el campo. Sentimentalmente, no puedo pertenecer a otro bando que a ese, que es el mío no sólo porque yo también soy de la especie de los piadores hercianos, sino porque desde antes de la primera papilla mi vida ha pendido siempre de las ondas. Sin embargo, mucho me temo que en estas líneas me toque ejercer de desertor de mi mismo, porque el puñetero sentido crítico que también va de serie con mi oficio y mi adiestramiento me dice que la razón no está de nuestro lado.

Me ha dolido escribirlo, pero ya que el obús está lanzado, sigo con la apostasía. Resulta que por mucho que nos empeñemos, y aunque curse como opio del pueblo, el fútbol no es de todos. Ni siquiera es propiedad de los que pagan un riñón por un abono anual o el dedo meñique por una entrada. Ni de los contribuyentes que financian estadios o reflotan equipos para que a los políticos no les monten el motín de Esquilache. Qué va: es de quien lo adquirió —a cambio de un pastón, por cierto— a unos subasteros que creían estar dando el pelotazo del milenio. Luego, se fundieron las ganancias en un chispún y volvieron a quedarse a dos velas. Pero ese tema es de otro parcial.

La lección que nos preocupa ahora es que aunque la inercia nos lleve a tratarlo como deporte, en realidad estamos hablando de un negocio. Y ahí hemos topado con la ley de la oferta y la demanda, que es puñetera y hasta cruel, pero simple: esto tengo, esto cuesta. En ese pulso están las emisoras y, volviendo a mi trinchera, creo que deberían mantenerlo. En el camino pueden descubrir que la transmisión in situ no es imprescindible para que funcionen los programas habituales. Les saldrían, incluso, más baratos.

8 comentarios en «Su fútbol y mi radio»

  1. Si sirve como argumento, el Derecho a la Información no puede ser cercenado. El fútbol es un espectáculo visual, y la radio nos da la opinión de lo que cree ver el comentarista. ¿Pagar por escuchar opiniones?. Demasiadas lagunas…

  2. No tengo mucha posición sobre el tema. Tampoco me gusta que los periodistas hagan trinchera para que sus empresas no paguen: es una pelea entre empresas y como decía Javier Ortiz «contra el patrón como contra la patria: con razón o sin ella».

    Pero sobre tu última parte, alguna vez he escuchado que había un narrador de partidos de fútbol en la radio ciego: se ponía unos cascos, escuchaba otra narración e intentaba contar lo mismo pero añadiendo gracia o algún componente personal. Si eso es posible, retransmitir bien un partido sin estar en la grada no tiene por qué no serlo.

  3. El problema ha sido que el párrafo que excluía a las radios de todo este embrollo de los derechos Audiovisuales, ha desaparecido del articulado de la nueva ley y Roures no es bobo.

  4. Si el fútbol es un negocio, que lo es, pues que lo sea con todas sus consecuencias y que no le vaya ni un sólo euro de dinero público, que hay mejores cosas (y más necesarias) en las que gastar.

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