Será porque coleccionamos traumas infantiles no superados o por ingratitud pura y dura, pero cada vez que andamos necesitados de chivos expiatorios, los buscamos de oferta en las aulas. Da igual la cuestión de que se trate; tirando del hilo de cualquier miseria o vergüenza de la sociedad acabamos embarrancando en la tarima. Los chicles pegados en el asfalto, los bandarras que se saltan stops, los políticos que se lo llevan crudo, los verracos que dan fuego al cajero donde duerme un indigente… De todo eso tiene la culpa la Educación. No la que se supone que se recibe en casa, la que se rasca en la calle o la que nos rocían como al despiste los medios de comunicación. Esas se obvian. En nuestro reduccionismo facilón y comodón, la palabra nos remite en dirección única a la escuela, al instituto o a la universidad.
Por si no fuera suficiente con acarrear ese baldón de serie, en este inicio de curso a las y los docentes, que nacieron para martillo, les están cayendo clavos del cielo. Sí, son los recortes de los que no hay cristiano ni pagano que se libre, pero en su caso, embadurnados de recochineo y demagogia. Los de la tijera saben perfectamente que en la calle tiene muy buena venta lo de apretar las tuercas a esa supuesta panda de vagos que ensartan tres meses de vacaciones y se pasan el resto del tiempo durmiendo la siesta en el despacho.
Allá cada cual si compra esta mercancía trampeada, pero nadie venga luego cantando las mañanas a una “enseñanza de calidad” (pronúnciese la d como si fuera una z) o a la pendeja “excelencia” que tan bien queda en los discursos aunque en la realidad ni esté ni se la espere. Un respeto para los jornaleros de la tiza. Medio segundo para pensar si están pidiendo la luna y cuatro estrellas o, simplemente, que dejen de tocarles los currículos. ¿Que tendrán que sacrificarse como todo quisque en la escabechina presupuestaria? Por supuesto, pero no más.
Gracias Javier una vez más exquisito en las formas y profundo en el contenido, y de agradecer las dos últimas frases tendremos que apretarnos el cinturón pero sin que se nos apalee en la plaza pública.
Que se sepa que ya nos han bajado el sueldo… que nuestras enfermedades profesionales » no existen»
( afonías , lesiones de espalda, fibromialgias…) que hemos aprendido euskera, informática y gestión administrativa de colegios y comedores sin que la administración haya puesto un duro…Yo siempre me llevo trabajo a casa y el adsl de mi casa ( yo me lo pago ) me permite poner las notas y observaciones sobre los/as alumnos en la herramienta que el centro ha instalado para poder hacerlo fuera del horario laboral… ¿ alguien da más? Por cierto imagínense… una clase de lengua vasca, verbos intransitivos, presente, 25 niños/as de 13 años con las hormonas sin ordeñar en una calurosa tarde de septiembre… o a primera hora de la mañana… de esos 2,5 dos son de E.Especial y hay que preparar material adaptado para su integración en el grupo a través de la materia ( perdón…. currículo)…. ¿ Alguien da más? Otro día hablaremos de los progenitores de los niños … UFFF!
Plas Plas Plas Ya está bien de ser chivos expiatorios. Lo hacemos lo mejor que podemos con lo poco que invierten y todavía hay gente, mucha gente, que dice que vivimos como dios. Cuando los gobiernos entiendan la Educación como una inversión a futuro y no como un servicio para solucionar problemas presentes, entonces y sólo entonces habremos dado un paso inteligente. Mientras nuestras escuelas seguirán siendo aparcamientos de niñ*s de pmadres superocupados y nos seguirán cayendo todos los palos. Hartos estamos.
Vaya por delante que siempre he dicho que me alegra saber que al menos algunos disfrutan de buenas condiciones laborales, y sobre todo lo digo porque tengo varios amigos que trabajan en educación (alguno en la privada) y así lo reconocen, y además pienso que en vez de escupir la mierda hacia los que tienen mejores condiciones que nosotros debieramos aspirar a que las nuestras mejoren y no a que empeoren las de los demás.
Lo que también siempre digo es que las cosas se ven del color del cristal con que se miran, y creo que es evidente que para alguien que p.e trabaje en una subcontrata de las que te llaman un rato antes para ir a currar, por lo que tienes que estar siempre disponible aunque no trabajes (ni cobres), sin vacaciones y con un sueldo de mierda, «todavía dirá que los profesores viven como dios». Ni te cuento al que lleva años en el paro y ve la perspectiva que tiene por delante.
No le niego a nadie el derecho a la queja que lo creo necesario, pero de ahí al «¿ Alguien da más?» hay un cacho.
Me parece bien que defiendan lo suyo, pero que miren un poco alrededor y traten de guardas las formas, o si no, que no se quejen cuando alguno (que evidentemente «da mucho más») les eche en cara la enorme distancia que hay entre las condiciones de unos y otros.
Bueno, pues muchas gracias Javier.
Soy hijo, hermano y sobrino de profesores. he convivido con ellos. Sé lo que trabajan, cómo viven, sus problemas. Por eso agradezco el tono del artículo y no sólo no tengo nada contra los profesores sino todo lo contrario. Es más, hubiera querido que tuviesen mejor sueldo. Si mi padre hubiese ganado más, pues me hubiera beneficiado a mi (le recuerdo dando clases particulares por las tardes en casa para completar el sueldo y tb en una academia).
Pero como todo es relativo, ellos mismos no se dan cuenta de que a veces puede sentar mal a otras profesiones cuando les oimos quejarse. Sé que no es lo mismo ser profesor en un sitio que en otro, y que habrá situaciones muy problemáticas y que les generen estrés…y tal pero…es que no conocen otra cosa.
Mi padre tb se quejaba. Y cuando empecé yo a trabajar, y había que cumplir unos objetivos y tiburones como jefes y clientes y cosas que tienen que estar sí o sí y además para ayer, y presión de verdad y disponbilidad 24 horas, dejar días de vacaciones para navidad para poder disfrutar de tres días en esas fechas etc, etc…pues hombre, que mi padre o mi hermano se me quejaran de que tenían no sé cuántos exámenes que corregir, o verles en sus dos semans libress en navidad y sus 10 días en semana santa, todos los puentes, ¡más de dos meses en verano!, etc, etc, pues hombre.