Nos la han colado doblada con lo de los tecnócratas. Al oír la palabreja, todos —servidor a la cabeza— salimos como Miuras a acordarnos de la parentela de los que se han pasado por la sobaquera las cuatro chispitas de democracia que nos quedaban. Claro que hay mucho de eso, pero según estábamos entrando ciegos al trapo y reivindicando el derecho a decidir incluso a los malos políticos, no reparamos en una evidencia que empeora las cosas: los tales técnicos impuestos saltándose las urnas no son entes exquisitamente asépticos. Todo lo contrario. El maletín de herramientas que traen para desatascar las cañerías económicas está a rebosar, además de tijeras, serruchos, bisturís y otros artilugios con filo, de ideología. De una ideología muy determinada, que no es precisamente la socialdemocracia.
Ocurre que, al venir disfrazados de eficientísimos gestores, les franqueamos el paso con la misma candidez que le damos las llaves al mecánico que nos va a cambiar el aceite. Será tarde cuando descubramos que, más allá de sus currículums (todos han pasado por Goldman Sachs y similares, ya debería ser sospechoso) estos gachós son más políticos que cualquiera de los que llevan aparejadas unas siglas. La diferencia tremebunda es que, como no le tienen que hacer cucamonas a ningún electorado, van a ejecutar las escabechinas que crean convenientes sin pensárselo dos veces. Como se comprenderá, a ellos, que tienen tarjeta oro para las clínicas más elitistas y plaza para su prole en colegios de a diez mil euros el mes, el Estado del Bienestar se la refanfinfla. De hecho, su trabajo consiste en raparlo al cero.
Lo triste es que dejaremos que lo hagan sin rechistar mucho y hasta creyendo que, en el fondo, es por nuestro bien. Valiéndose de nuestra ignorancia, han sabido acojonarnos con las primas de riesgo, la deuda soberana y otros cuentos de terror. Ahora sólo tienen que hacer como que nos salvan.
Ya hace tiempo que esto es muy triste, hasta ahora unos ejercían de marionetas y los que movían los hilos lo hacían tras el escenario, ahora ya ni disimulan: quítate tú que me pongo yo.
Y se ponen, y nos los tragamos.
En efecto, la economía no es una ciencia «aséptica». Un mismo problema (en este caso la crisis económica) se puede encarar de diferentes formas, dependiendo de la ideología o los intereses que defienda cada economista, y no hay más que ver qué dicen l@s economistas de FMI o el Banco Central europeo y lo que dicen otr@s economist@s como Krugman, Stiglitz o Viçens Navarro: la forma de hacer frente a la crisis es completamente diferente.
No tener eso en cuenta y creer de forma acrítica lo que nos digan, sin contrastar su opinión con otr@s economistas de distintas ideologías es uno de los mayores errores que estamos cometiendo tod@s, pero especialmente l@s periodistas, desde el inicio de la crisis.
Arrazoi osoa, Italian eta Grezian gertatu dena bi estatu kolpe izan dira, inork ez duen hautatu jendea agintzen du lotsarik gabe.Gero eta ilunago daude gauzak jende xumearentzako. Eta dena gure muturren aurrean eta gu ia ezer egin gane egiten dute. Vincenc Navarro bezalako ekonomilaria guatuko litzaidake Euskal ekonomia eramateko. Bere aholkuak oso baliagarriak izango lirateke Euskal Herriaren estatu soziala hobetzeko, baita krisia hobeto pasatzeko.
Totalmente de acuerdo, golpes de estado capitalistas, y todos calladitos y a tragar ….
Que no nos pase nada, porque ahora se han quitado hasta la máscara y ni se molestan en disimular!!!!
Todos los ajustes al mercado laboral. El mercado financiero, ni tocar. Los que nos han metido en esta crisis son los que ahora nos van a sacar, já. Einstein decía que, es de imbéciles repitiendo las mismas cosas, esperar resultados diferentes. Hay que seguir alimentando a «la bestia».