El Gobierno español está recibiendo quintales de la misma medicina que suministró el partido que lo forma cuando era oposición. Entonces, y ahí están las hemerotecas para probarlo, el PP se dio festín tras festín a cuenta de las pulgas que acudían en tropel a darle mala vida al perro flaco del zapaterismo crepuscular. Cada vez que subían el paro, la prima de riesgo o el déficit, en la calle Génova sacaban las guirnaldas, los gorritos, los matasuegras y los vasos de plástico para brindar por el triunfo inminente. Con idéntico júbilo se recibían las órdenes de poda de derechos firmadas por Merkel o los reportajes tremendistas en la prensa extranjera, que en aquellos días era sabia y clarividente y no pérfida y envidiosa como ahora. Qué más daba que el país, el estado, la nación o como quiera llamarse se estuviera yendo a la mierda, si eso mismo despejaba el camino a Moncloa. Había que llegar, no importaba cómo.
Efectivamente —muy pronto hará un año—, las huestes gaviotiles alcanzaron su objetivo y todo lo que habían escupido al cielo les empezó a llover encima sin piedad. De la toma de posesión hasta hoy, coleccionan vergonzantes autodesmentidos de su programa, torrentes de promesas incumplidas, amén de un sinfín de ridículos cambios de digos por Diegos y viceversa. Eso, por no hablar de unos indicadores que marcan récords históricos negativos que se superan en espiral.
Se dirá, no sin razón, que es la cosecha de tempestades que corresponde a los vientos sembrados, y hasta que aún es poco castigo para los méritos acreditados. Pero justo ahí es necesario detenerse y reflexionar adónde nos lleva a todos apuntarnos a la perversa estrategia del cuanto peor, mejor. El pasado viernes, cuando la EPA certificó los datos de paro más nefastos de los últimos tiempos, comprobé asustado cómo hubo quien los recibió con indisimulado alborozo. O sea, igual que hacía el PP cuando no gobernaba.
A nosotros no nos lleva más que al abismo pero es que esta gentuza no se ve en el paro, pasan de la oposición al gobierno y del gobierno a la oposición con estupendos sueldos….los únicos que les pueden dar por… son los militares, por lo demás se descojonan del pueblo, de su pueblo y del mío. Están redistribuyendo la riqueza, o sea, acumular el dinero existente en cada vez menos manos, esto es en las suyas y los demás, ya sabes, que se jodan. Al final, van a volver los grapo, las brigadas rojas o lo que sea, esto sí que es terrorismo de estado.
Escuchando lo que dicen algunos ministros, más que «torrentes de promesas incumplidas» parecen «Torrentes de promesas incumplidas», dicho sea sin ánimo de insultar al personaje protagonizado por Santiago Segura.