Pronósticos

Hay, como poco, cuarenta formas distintas de interpretar los resultados de las elecciones catalanas. Basta arrimar el ascua a la sardina propia para extraer la conclusión deseada. Depende a dónde se mire, uno se encuentra con la inapelable victoria de la españolidad rampante o del independentismo más radical. Es posible, sin embargo, que no haya ocurrido ni lo uno ni lo otro, sino todo a la vez y nada al mismo tiempo. Digo solamente posible. No me atrevo a ir más allá porque me cuento entre los que pifiaron estrepitosamente el pronóstico. A las ocho menos un minuto del pasado domingo, mi única duda era si CiU estaría dos escaños por encima o por debajo de la mayoría absoluta. Ni por lo más remoto esperaba que el marcador se atascase en los cincuenta que, finalizado el conteo, certificaron lo que siempre hemos llamado hacer un pan con unas tortas.

Mientras casi todos los que se habían lucido como profetas junto a mi se pasaban al bando de los que decían haberlo visto venir y empezaban a aventurar nuevos e infalibles vaticinios, yo me quedé rascándome la coronilla. No he avanzado mucho más en estas horas. Me declaro incapaz de hacer un análisis medianamente solvente de la macedonia que han dejado las urnas. Anoto al margen que los que leo o escucho ni me convencen ni me dejan de convencer. Simplemente, los pongo en fila india en cuarentena, a la espera de que la terca realidad los sitúe donde merezcan.

Ese es, de hecho, el único aprendizaje de fuste que creo haber obtenido de estas elecciones que le han salido al convocante por la culata: hay que tener mucho cuidado con las sugestiones colectivas, los estados de opinión… y no digamos ya con las encuestas, esas escopetas de feria. Lo que parece que va a pasar no es necesariamente lo que pasa. Otra cosa es que nuestra tendencia a la desmemoria haga que resulte tan fácil pasar de patético diagnosticador a esplendoroso forense.

3 comentarios en «Pronósticos»

  1. Pues me alegra pensar por una vez que la desinformación (en mi caso) me aporta lucidez, o por lo menos libertad en la conclusión post-escrutinio. Yo no conocía suficiente ni la política catalana más allá de las siglas, ni los pronósticos de las encuentas, no por falta de curiosidad, sino por dejadez. Sin embargo, y precisamente por eso, me encuentro sin decepción ni sorpresa alguna, ni por supuesto necesidad de declararme certero pronosticador. A cambio de eso, disfruto de una clara visión del infame papel que representan los medios en esta juerga, en base a los mensajes de lo que debemos pensar. Ya no es que cada uno ha ganado. Es que el enfoque del resultado está para algunos en la soberana castaña que se ha pegado Mas (¿era eso lo que estaba en cuestion?) o en que Ciutadans ha triplicado sus resultados (importante aldabonazo, con 9 sillones). Es decir: Cuando una parte del estado llama a las urnas a sus votantes para iniciar un proceso de separación de ese estado, siendo las formaciones que respaldan esa pretensión entre un 45 y 55 % de los votos (ncluyendo ICV) y 72 escaños de 135, y el resultado pasa a ser de un 57 % y 87 sillas, con surgimiento de una nueva alternativa radical independentista, la «media» dominante señala el fracaso del que ha convocado elecciones.
    Tenía razón el dicho aquel de que cuando alguien señala a la luna con el dedo, los tontos miran al dedo.
    Mucho más interesante que el análisis de los resultados, me parece la contemplación de la orgía Goebbeliana de los medios representates del staus quo en vigor.

  2. Hola
    Leído el artículo, coincido con el articulista en el sentido de que me siento incapaz de analizar los resultados. Aunque si «aquéllo» fuese como «esto» no tendría ninguna duda: «fuera la soberanía», «viva la pela», «no se está tan mal en Hispanistán», y «a vivir, que son dos días». (Además, hagamos lo que hagamos, siempre nos votan.)
    Dicho lo anterior, me gustaría contar una pequeña historia que hace referencia a «La fiabilidad cochambrosa de las encuestas».
    Si definimos «encuesta» como el «estudio que pretende identificar un todo a partir de una muestra de tamaño sustancialmente menor con él congruente», para que ello sea así tenemos que resolver dos cuestiones: 1º) elección correcta de la muestra, y 2º) análisis de la muestra por medio de la artillería matemática específica.
    De estas dos cuestiones, y de muchas otras más, se encarga la Estadística. Y en torno a las posibilidades de negocio que supone ser capaces de anticipar -o extrapolar- eventos, han surgido decenas de empresas.
    El ciudadano medio sabe de la existencia de esa «técnica estadística» gracias a su cara más conocida, cara que aparece -ubicua- en periodos electorales. Pero el ciudadano medio cree que esa técnica no es más que una engañifa, porque las sucesivas convocatorias electorales que le han tocado vivir han puesto de manifiesto que «fallan más que una escopeta de feria». Y, ¡oh sorpresa!, al igual que se sienten defraudados los ciudadanos con tantas premoniciones erradas, también lo hacen -a veces- los profesionales del sector.
    «¿Por qué erramos tanto?» se preguntan. «¿Tan cambiante es la mente humana?» ¿Por qué falla con las personas el método de muestreo y su posterior análisis, y sí por el contrario funciona de cojones con bombillas, motores, preservativos y aviones?» «¿Qué diablos pasa?»

    Con el fin de determinar «lo que pasa», hace dos o tres años un grupo de estadísticos de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se embarcaron en un experimento: para una cita electoral concreta prepararían un análisis estadístico sofisticado y minucioso, sin reparar en gastos técnicos ni de personal. Incluso, la muestra elegida sería enorme. Ahora bien, había un detallito que iba a hacer de este «macroestudio» algo singular: en lugar de hacerlo ANTES de las elecciones ¡LO HARÍAN DESPUES! Es decir, preguntarían a la gente qué es lo que había votado, y no qué es lo que iba a votar. De esta manera, el resultado que se obtendría -pensaban los eruditos- coincidiría exactamente con los obtenidos por las distintas fuerzas.
    ¿Y qué pasó, Palmer?
    Pues lo que pasó fue que lo que vaticinaba el estudio no se correspondía con lo en realidad ocurrido: había disparidades asombrosas.
    ¿Y por qué Palmer?
    Por esto: Tras numerosos análisis de todo tipo, los científicos determinaron que una parte nada despreciable de la ciudadanía, inclusive en cosas tan baladíes como esta (podían haber rehusado a responder en la encuesta que se les hizo)… ¡miente!

  3. No sé si me has borrado o si han sido causas técnicas, pero he escrito esta mañana y no aparece. Lo intento otra vez….menudo coñazo.

    Decía que es una lectura interesada eso de que el referéndum ha quedado paralizado por las urnas. La realidad es que siguen siendo 2/3 catalanes versus 1/3 español, sólo que distribuido en diversos partidos. Por ejemplo CIU ha bajado 12 pero ERC ha subido 11, el PSC ha bajado 8 pero ciutadans ha subido 6 , ha desaparecido solidaritat pero ha entrado la CUP con 3 etc. Al igual que en Euskadi 2/3 somos abertzales pero no se quiere ver.

    CIU igual pensó que podría fagocitar a ERC, pero aquí sabemos qeu mucha gente del PNV nunca votaría a HB y derivados y gran parte de la izquierda abertzale nunca votaría PNV (yo puedo cambiar de voto, sobre todo si Bildu se llega a desbatasunizar y llega a ser más democrático, más valiente en lo de la independencia y menos dictatorial en sus formas…y que se den cuenta que el comunismo ya murió). Gracias a estos muchachos hemos tenido 3 años y medio de españolización en Euskadi (gracias a la ilegalización tb).

    Hace tiempo que miro con envidia a Cataluña. Antes eran ellos los moñas, sosainas, sinsangres y ahora somos nosotros los que estamos kikilduta, apoquinados, adormecidos. Si aquí no nace una asamblea nacional vasca que controle a los políticos nunca se va a hacer el referéndum porque Urkullu (el hombre somnífero) se va a apalancar con el Concierto Económico y si no llegamos a la independencia en esta vida, será en la siguiente…ellos no tienen prisa. Así nos llevan TODOS los políticos con el palo y la zanahoria, que si ahora la desaparición de ETA, después la crisis económica, luego nos pedirán que estemos el 100% de los «vascos» de acuerdo, incluido el voto «urbano» (traducido que convenzamos a los inmigrantes españoles que tanto en Cataluña como en Euskadi son un mogollón, que quieran dejar de ser españoles)….etc.

    Espero que Mas no se arrugue o que la asamblea nacional catalana no se lo permita, espero también que aquí nos desperecemos y que creemos una porque seguro que Urkullu tiene mucho que hacer con respecto a la crisis pero si no le exigimos, éste se contenta con traernos la trigesimoquinta competencia a casa, o la que sea que tenga que ver con la gestión de las palomas en las ciudades, o de este pelo.

    Un abrazo para Cataluña, no os dejéis pisar, ojalá vascos, catalanes y escoceses tengamos pronto el reconocimiento que deseamos y que nos merecemos.

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