Cuando oigo hablar de líneas rojas, es decir, una media de seiscientas veces al día, se forma en mi cabeza la imagen mental de la cancha del polideportivo de mi barrio. Menudos cristos me montaba entre el galimatías de demarcaciones superpuestas. No había forma de saber si tu colosal internada por la banda discurría verdaderamente dentro de los límites del campo de futbito o si echabas el bofe inútilmente por el terreno dispuesto para el balonmano, el basket, el voley o el tenis. Me da que hoy vivimos instalados en la misma confusión de lindes, con el agravante de que no nos jugamos unas cañas, como en aquellas pachangas entre amigos, sino algo de bastante más enjundia.
Cierto que también cabe pensar que es un caos voluntario y que no hay la menor intención de clarificar qué diablos queremos decir con la manida expresión. Es muy cómodo refugiarse en los sobreentendidos. Si gobiernas, quedas de cine prometiendo no traspasar la frontera maldita bajo ningún concepto, aunque tienes el inconveniente de que casi nadie te va a creer. Si estás enfrente, la cosa se pone mejor porque ni la realidad ni las arcas vacías te van a suponer un obstáculo a la hora de reclamar con voz grave y hueca el respeto a las sacrosantas líneas rojas.
Donde a unos y a otros les entran los titubeos y el oscurantismo es a la hora de entrar en detalles sobre lo que es y deja ser auténticamente intocable. Se conforman con ideas vagas y mantras resultones: la sanidad, la educación, los servicios sociales, el empleo público. Irreprochable en teoría. Sonar, desde luego, suena muy bien. De hecho, es lo que cualquiera quiere escuchar, ¿pero nadie se atreve a concretar un poco más? Más que nada, porque toda esa retahíla representa exactamente lo que ya teníamos. Y sabemos que no es posible mantenerlo en su integridad, ¿verdad que? Tal vez debería haber empezado por esta ingenua pregunta cuya respuesta, sospecho, es que no.
No se pueden mantener servicios caros, para una población con una esperanza de vida de dos años.
Un ejemplo en S,Público Sanidad:
¿puede pagar la sociedad un marcapasos a un enfermo terminal de 88, que muere a las tres semanas de su cáncer?
Hemos creado,hace ya un tiempo, una atención en medicina completamente fuera de la realidad, este tipo de gastos superespecializados se deben de estrangular, por el contrario no es ahí donde se recorta, se recorta en los servicios de Ambulatorio y extrahospitalaria que es la solución del ahorro y es donde deben de invertir más, paradojicamente.
Los S.Públicos, debieran de darse la vuelta como un calcetín, pero recortando no se conseguirá dar la vuelta, se mantendrá el mismo esquema, las mismas lindes y la misma confusión.
Las lineas denominadas «rojas» /»no permisibles», hace tiempo que dejaron de ser «rojas», no por el color en sí, sino por la incoherencia política de los que ahora lo preconizan y cacarean, una y tantas veces. Me río de la linea roja cuando en este país «jamás ha existido una independencia entre el poder político y judicial» y encima es un mandato sagrado de nuestra «susodicha constitución»..Lineas rojas…todas…y todas sobrepasadas desde hace….. mucho..mucho…. tiempo…¡ Long… long … time ago!!!
Philipus, Pepitus, and other recent celebrities….