Unos cien, sobre doscientos, alrededor de trescientos, cerca de cuatrocientos. En Bangladesh los muertos se cuentan a ojo y se lamentan de oído con mantras, cantinelas y letanías que sirven igual para monzones, epidemias o, como ha sido el caso, establos para semiesclavos que se vienen abajo. Tiene su mérito que, pese a la frecuencia con que ocurre, seamos capaces de hacernos siempre de nuevas en la inevitable carrera de la denuncia indignada. Benditos compartimentos estancos de la conciencia, que nos permiten una suerte de compromiso intermitente sin riesgo de conflicto con nuestras actitudes contantes y sonantes.
Lo bueno de estas tragedias es que es tremendamente sencillo identificar a sus culpables, esos pérfidos emporios neocolonialistas que practican sin un temblor la explotación a miles de kilómetros. “¡Que se sepan sus nombres!”, clamamos con (efímera) rabia de fiscales justicieros, pasando por alto que podríamos instruir ese proceso tan solo echando una ojeada al contenido de nuestro armario. Pero, claro, nacimos angelicales e inocentes, con una absolución ad eternum válida para acciones u omisiones. ¿Cómo vamos a ser malos, si hay otros mucho más malos que nosotros, esos demonios que nos tientan con su chollos irresistibles colgados de perchas que son la versión moderna del Árbol del Conocimiento? ¿Quién va a ceder frente a unas deportivas de cien euros rebajadas a la mitad? Además, ¿no lo hace todo el mundo? ¿Qué garantías hay de que mi humilde frustración o mi abnegada renuncia vayan a servir para acabar con las desigualdades y las injusticias? Y así, hasta dos millones de preguntas dispensatorias que se resumen en una única idea: lo que falla es el sistema.
Luego, calzados y vestidos a la moda low o no tan low cost e impermeabilizados contra la incómoda sensación de complicidad, dictamos sentencia condenatoria mientras echamos el ojo a la próxima ganga made in Bangladesh.
Javier, siempre he admirado tu integridad a la hora de analizar las noticias. Sin rebajar un ápice el drama humano, te invito a ver el asunto desde otro punto de vista http://www.liberalspain.com/?p=2697&utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter
Saludos.
Endika: Aun no compartiendo algunos de los principios (estoy lejos del liberalismo, incluso del auténtico), estoy de acuerdo con muchas de las cosas que se exponen en el texto que has compartido con nosotros. Creo, de hecho, que es una idea perfectamente complementaria con lo que digo en la columna. Y da para un debate largo. A ver si se animan los lectores del blog. Muchas gracias.
Algo complices si somos.Nos guste o no.
El consumo es la base, para que esta mortífera rueda circule,
Exigir a las empresas españolas implantadas en esos paises através de embajadas y ministros de asuntos exteriores, seguridad.
Pero, difícil será! aquí siguen cayendo obreros sin alas.
Como consumidores sí que pintamos algo en este gigantesco escenario del capitalismo global.
«Algo», osea, poco, porque hoy en dia sólo si tienes un buen colchón económico puedes permitirte mirar con lupa las etiquetas de lo que compramos para elegir la que esté producida en EU e incluso así necesitas una especie de Pepito Grillo de la conciencia cívica como para que no te resbale lo que les ocurra a infinidad de mujeres y niños en la otra parte del Globo.
Lo interesante no es, creo yo, acomplejar nuestras ya baqueteadas malas conciencias, sino hacer algo efectivo con estas empresas que engordan su cuenta de resultados ignorando las condiciones en las que se matan tantos desgraciados.
Creo que en estos asuntos, como en otros, tienen mas margen de maniobra las organizaciones e instituciones cuya función es, precisamente, velar por la justicia en el mundo.
Hay profesionales que viven de eso, gente que cobra sus buenos $ de ong´s que operan en todas las partes del planeta que les pille lejos de su casa.
¿Porqué no se ponen las pilas, Iglesia incluida?.
Les seguiria mucha gente y tendrían mayor capacidad para forzar la situación que las magras decisiones que tomen muchos consumidores a la hora de comprarse (o no) unos vaqueros para su cria adolescente.
Lo sienteo, pero el artículo que propone Endika para su lectura es lamentable, de principio a fin, una colección de topicazos supuestamente liberales sin fundamento. En EEUU hay 40 millones no de pobres, sino de gente que está fuera del sistema, que no son ni pobres. Y estas personas, incluidas otras muchos millones son necesarios para que mediante la propiedad privada, el comercio y el mercado una minoría se forre.
Ahora el ejemplo es Corea del Sur, hacer un par de años Irlanda y España.
Jesús,
Mi pretensión, invitando a su lectura, era reflexionar sobre el origen real de la situación. ¿Son la propiedad privada, el comercio y el mercado los causantes del problema? Sinceramente creo que no. Es el comercio, libre de la regulación y esquilmación por parte de los estados, el que crea riqueza y, obviamente, sin propiedad privada éste no es posible.
Yo sigo pensando que sí, esos tres elemntos son los causantes dentro de un sistema como el actual neoliberal, con un poder económico capitalista.
El decir, que la pobreza está disminuyendo en el mundo, es una verdad a medias.
El probemoa es que esos paises que son explotados con este tipo de empresas, no reciben en proporción para acabar siendo «ricos», es falso.Comparar a estar prostituyendose a trabajar, es tremendo, ¿dónde están ahía la ONU y UNICEF, sólo estan para habñar de riqueza?
Un ejemplo de esta teoría, ayer en Eroski:
Los tomates marroquiés los más baratos a 1,2 euroa el kilo,
los de euskolaberl, a 4,2 euros el kilo, y así el pollo, y la carne etc…
¿compro el tomate del baserritarra para que de su riqueza de a una ONG o le compro el tomate al explotar marroquí para que de una limosna?
Hago dieta.
Más o menos