El error de Virginia

Parece que el error imperdonable de Virginia Berasategi no fue pegarse un chute de a saber qué para mejorar su rendimiento, sino tener la candidez de salir a reconocerlo. Tal vez creyó que el inmenso cariño que se le había demostrado hasta ahora amortiguaría el golpe. No reparó en cómo de tornadizos son los afectos hacia los héroes. Los pedestales son de quita y pon. Pasar de gloria jaleada a mierda pinchada en un palo es cuestión de décimas de segundo. Así de cruel y así de real. Muchísimos de los mismos que le hacían la ola por superwoman y por supervasca han cruzado a la primera línea del pelotón de fusilamiento y disparan sin misericordia su decepción contra la atleta que ha confesado haber hecho trampas. El veredicto del juicio sumarísimo instantáneo es que si las hizo una vez, las habrá hecho siempre.

Lo curioso y a la vez ilustrativo es que a Virginia no le pintarían estos bastos si hubiera actuado según el patrón habitual en circunstancias similares, es decir, negándolo todo. En tal caso, ahora estaríamos ante la intolerable persecución de una deidad local. Daría exactamente igual la evidencia que señalaran análisis, contraanálisis o recontraanális. Creeríamos cualquier explicación: que le pasaron un Isostar trucado, que lo genera su cuerpo, o qué sé yo, que en el laboratorio confundieron su DNI con el de Pocholo Martínez Bordiú. Lo hemos visto alguna que otra vez, ¿verdad?

Doble vara de medir se le llama a eso. Hipocresía flagrante, si quieren que concretemos más. Está a la orden del día en el deporte de élite. Le escuché una vez a un ciclista de notable palmarés preguntar si nos creíamos en serio que era posible subir el Tourmalet o el Mortirolo como un cohete solo a base de alubias, espagueti y agüita fresca de la fuente. Responda cada cual, y luego pensemos si podemos exigir a nuestros ídolos proezas sobrehumanas y, en el mismo viaje, un comportamiento ético intachable.

5 comentarios en «El error de Virginia»

  1. El deporte engancha,y depende de la personalidad de cada cual uno puede destrozar su cuerpo y su mente(como ha reconocido Berasategi) al convertir el deporte en una obsesión.He conocido personalmente gente que ha seguido corriendo a tope con las rodillas destrozadas a sabiendas que insistir supondría a medio plazo serios problemas y la imposibilidad de volver no ya a correr, ni siquiera a trotar jamás,como así ha acabado siendo.Yo mismo he corrido una media maratón lesionado a sabiendas de que supondría estar parado al menos tres meses tras la «hazaña»,incluso el traumatólogo que me atendió tras esta media maratón me confesó que el la había corrido también….infiltrado.Por lo tanto y teniendo en cuenta que todos los casos anteriores se refieren a atletas aficionados de medio pelo,personalmente no me extraña nada de cualquier atleta profesional.Nada.

  2. Pues entonces, X Intza, tal vez convendria repasar lo que los aficionados al deporte (entre las que no me incluyo) exijan en materia de espectáculo.
    Cuando un@se profesional del deporte se dopa en una prueba X, no lo hace para poder participar, sino para poder ganar.
    Quizás lo que está desvirtuada sea la esencia del deporte, y no tanto la actitud de los deportistas mal llamados de élite.
    Digo mal llamados por si se demuestra que la trampa quimica es norma y no excepción…
    Creo que el público es «casi» tan cómplice como el propio deportista.
    Casi.

  3. El espectáculo deportivo en pruebas en las que no hay un cronómetro, cinta métrica, u objeto similar que evalúe la calidad del esfuerzo de por medio, sería básicamente el mismo con o sin dopaje, porque la comparación se establecería entre unos competidores limpios.
    Tengo la sensación o algo más de que todo esto empezó cuando se quisieron derribar marcas y luego derribar rivales.
    Por decirlo de otra manera, si los ciclistas (por usar un deporte que en general atrae mucho) fuesen todos sin aditamentos ilegales, aunque subieran los puertos más despacio, seguirían dándonos el mismo gustazo delante de la pantalla. El problema surge cuando les ponen etapas de muchos kilómetros, los patrocinadores aprietan, sin olvidar que los segundos son, valga la redundancia, olvidados.
    No quiero excusar ninguna actitud tendente a hacer trampas y jugar con la salud (esta semana ha muerto otro exjugador de fútbol en Italia, afectado como otros por la Esclerosis Lateral Amiotrófica), pero si no queremos que caigan en la tentación, necesitamos una revisión social (aquí mueren mis buenas intenciones) que valore el rendimiento humano desde un punto de vista más natural.
    Espero haber podido explicarme.
    Saludos

  4. En todo esto, hay dos cosas que me resultan insultamtes a mi, y por lo que me posiciono entre los no indulgentes.
    La primera es que ella pretenda trasladarnos que sólo esta vez ha patinado. La última prueba, una de las menos exigente de las que ha hecho, en la que debía despedirse de un público que la ha idolatrado por encima del resultado, me hace sospechar, más si cabe cuando se prestó voluntaria a todo el show posterior.
    La segunda, el poco edificante ejemplo que han dado Deia y ElCorreo en sus portadas anteponiendo su arrepentimiento al hecho en cuestión, arrepentimiento evidentemente posterior a ser descubierta haciendo trampas, y por tanto, de una relativa sinceridad.

    Por otro lado, los ídolos, para desgracia nuestra, los construyen quienes tienen medios para ello (O los dejamos construir). Es por esto que el grado de identificación con ella de muchas y muchos haya alcanzado tan alto grado en un deporte tan minoritario. Y consecuencia de ese irracional endiosamiento es el irracional enjuiciamiento al que se ve sometida.

  5. El problema empieza cuando se trata de competir contra alguien+ el añadido de la presión propia de cualquier profesional ya sea económica de mantenimiento de imagen o de asegurarse patrocinador etc.El aficionado,la mayoría,compite contra si mismo,contra sus marcas,o simplemente porque el ambientillo de las carreras engancha y acaban siendo una especie de «quedadas» o,incluso,un ritual a no perderse.En este ambiente se «entiende» que muchos aficionadas hagan-hagamos algunas burradas por seguir en el tema y no perderse determinadas carreras,pero entre los aficionados(entre la inmensa mayoría,al menos) doparse carece de sentido ya que al competir contra uno mismo sería hacerse trampas al solitario,sería de gilipollas,para eso y en vez de completar una maratón corriendo,mejor la hacemos en coche y seguro mejoramos nuestra marca………
    En los profesionales todo esto cambia,y cambia porque compiten a muchas bandas(contra ellos mismos,contra sus rivales,por su imagen,por seguir ganándose la vida con el deporte,»contra» sus patrocinadores,contra la dureza de las carreras….)la presión se multiplica y en un momento o en otro las «ayudas» se hacen «necesarias» para mantenerse ahí arriba.Siempre se ha dicho que lo más difícil es mantenerse arriba,y esa es la clave.

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