Como a Al Capone, a Carlos Fabra lo han absuelto de todas las tropelías gordas y lo han condenado por defraudar al fisco. La diferencia es que mientras el rey del hampa de Chicago tuvo que pasar sus penúltimos y patéticos años en la trena, tiene toda la pinta de que el cacique de Castellón no va a llegar a pisar el presidio como no sea de visita. Para chulo su pirulo, él mismo tuvo la desfachatez de convocar a sus despreciados plumíferos con el único fin de regodearse y soltarles a la jeta que no está ni entre sus intenciones ni entre sus cálculos dormir un solo día en el catre de una celda. Y lo jodido es que no era una bravuconada del enorme fantoche que ha sido, es y será, sino el enunciado de una certeza avalada por la legislación vigente, que es como da más gustito ciscarse en la Justicia. Igual para todos y tal, ya saben.
La directa sería agarrarse un cabreo del nueve largo y ponerse a despotricar y a hacer aspavientos hasta que las agujetas nos detengan. Pero, ¿para qué, si ya hemos agotado las reservas completas de indignación que nos puede provocar este personaje? No queda exabrupto que no se haya gargajeado sobre él sin obtener más resultado que verlo cómo se libra una y otra vez del piano que siempre parece que está a punto de caerle encima. En la siguiente viñeta, para colmo, tenemos que aguantar su sonrisa siniestra tras las gafas oscuras y el consiguiente corte de mangas. Quizá debamos mirar hacia otro lado.
No, no me entiendan mal. No estoy apelando a la vergonzosa apatía que suele abonar el terreno para la impunidad. Digo que en lugar de encabronarnos únicamente con el padre de Andreíta Fabra, procede dirigir también los ojos a quienes llevan años cubriéndolo de votos, esos y esas que, en palabras del propio sujeto, le han dispensado su cariño incondicional. El pueblo soberano, o por lo menos una parte muy numerosa del mismo, ha sido cómplice imprescindible, ¿no creen?
Por supuesto que son cómplices tb quienes le han puesto ahí.
A falta de verdaderos héroes y mitos de rulumbron, como el aristócrata norteamericano de tu entrada de ayer, los maffiosi en ciernes que votan casi todos los años todavia le miran con una mezcla patética de escándalo y admiración a partes iguales.
A el, a Zaplana (que ni siquiera ha visto su nombre manchado en los tribunales), al de los trajes, a la señora esa que se parece tanto a la Marijaia, pero en basta, a tantos otros…
A quien tb «admiro» mucho es al cancerbero que tienes como filtro, Vizcaino Jn.
Ya podíamos tener algo asi en el Athletic!
País…
Perfectamente en sintonía contigo, Javier. Los que están ahí, lo están no sólo porque se les ha elegido, (esto podría dar lugar a ser victimas de engaño), sino que están porque nadie les hecha y se vuelven a presentar y ganan. Los gobernantes, sobre todo los machiembrados en el sillón son un bruñido espejo de quien les vota. La sociedad ha dado estos ejemplares. Y repito lo que he señalado ya en otros comentarios. No sólo son cómplices quienes les votan, que son de su misma calaña porque querrían hacer lo mismo, sino aquellos que no van a votar, por la excusa que ellos quieran poner: Porque son todos iguales, porque yo no doy de comer a esos ladrones, porque paso de política, porque no hay nada que hacer. Estos últimos, los abstencionista,s tienen el pequeño atenuante de la ignorancia, pero con simple repaso a Ley Dont se fijarían que un voto válido al partido «de la primavera verde» o el «del ocaso Rojo», a los cuales votan 3 incluidos el de uno mismo, hacen más en contra de los ocupas de la mayoría absoluta con 35 %, que el quedarse el domingo en la cama y «que voten los tontos». En esto, os «media» tenéis mucho que hacer por una sociedad mejor, por lo menos no tan decepcionante.
JaviV:
Completamente de acuerdo.
PS
«Qué te parece el aeropuerto del abuelo».
Hablando con su nieto, entre saluditos y achuchones.