Exageraba un tanto cuando el otro día les contaba que en el bestseller de moda el rey quedaba retratado como un golpista del carajo de la vela. Me dejé engañar por el dominio de las artes promocionales de su autora, devota dama cuya membresía de la Obra de San Josemaría no le impide faltar al octavo mandamiento cada vez que habla o teclea. Por algo ya en su lejana mocedad, los colegas del gremio plumífero le customizaron el apellido para dejárselo en Suburbano, en consonancia con su afición a la espeleología deontológica y las fantasías animadas de las que ha hecho santo, seña y pingüe medio de vida. Una vez puesto el mamotreto en la calle al rumboso precio de 25 leureles y tras conseguir, según lo previsto, que entraran al trapo como Miuras Zarzuela, el huérfano corto de luces de Suárez y algún que otro Cebrián, la tribulete numeraria ha aguado el recio licor inicial.
En la segunda tanda de entrevistas de propaganda, Juan Carlos pasa de sedicioso mayor de su propio reino a conspirador accidental y, de propina, bienintencionado. Deseando lo mejor para sus súbditos, se puso a jugar a los espadones con lo más bruto de la milicia de la época y, a lo tonto, a lo tonto, se vio metido en un jariguay que estuvo a un pelo de acabar en baño de sangre. Pero como es de sabios y de Borbones rectificar, después de ocho horas de carnavalada caqui y verde oliva, el pirómano se vistió las galas de bombero, o sea las de Capitán General de todos los ejércitos, y mandó parar la fiesta. Vamos, que fue golpista pero solo un poco, apenas la puntita. Una versión más asumible que la anterior… pero que no cuela.
A mi me da casi exactamente igual que esta señora mienta por sistema o solo un poquito por aquello de la oración pedrojotesca «que la verdad no te estropee nunca un buen titular».
Son de parecida escuela, son la élite de lo que entendemos como cuarto poder, o poder, a secas, parte de un régimen corrupto en el que no sólo no han arriesgado nada -como mucho, alguna amistad de las que no se echan en falta después- sino que les ha acogido y mimado como sostenes de ese mismo club privilegiado que siempre ha estado ahí…
Casi 1000 páginas tiene el folleto de la Urbano (yo casi me espero a la mini serie, si no os importa) y llevo tiempo preguntándome por qué otras personas antes que ella han escrito mamotretos iguales o mejores y no se han dado por enterados en esos programas tan chachiprogres que lucen el blasón de la controversia y demás, y han resultado tener las garras de algodón.
Animate, Vizcaino Jn: serias un crio por aquellas épocas, pero oye, siempre puedes ir abriendo el apetito de la escandalera editorial con una autobiografia no autorizada, por ej, y ya si algún conocid@ te saca y publica una foto por detrás con alguien del régimen (del que sea, con tal de que sea morboso) en plan «robado», miel sobre hojuelas.