Como la Justicia es igual para todos y tal, el censo de aforados en el reino hispanistaní asciende a 10.000 caballitos blancos. Es decir, diez millares de individuos que, en caso de comisión presunta o fehaciente de un delito, solo pueden ser juzgados por el Tribunal Supremo. Importa tres que se trate de un calentón en una discusión de tráfico, una agresión sexual, malos tratos, un atraco a mano armada, la organización de una banda parapolicial o los cohechos y cazos de rigor. Llegado el momento de rendir cuentas, les cabe acogerse al sagrado jurídico de una instancia que tiene por costumbre echar pelillos a la mar en un par de folios. Felipe González, Yolanda Barcina o José Blanco son tres de los muchísimos agraciados por esta lotería trucada. La colección de indicios clamorosos que habían recopilado voluntariosos instructores de a pie se quedó en papel mojado cuando llegó a la mesa de los supertacañones con galones en las puñetas, tipos, por lo demás, que adeudan su puesto a los mismos sobre cuyas faltas deben decidir. Hoy por ti, mañana por mi.
Para mayor abundamiento en el sobeteo de bajos que supone este flagrante agravio, todavía tienen el desparpajo de vendérnoslo como una salvaguarda de la democracia. Juran, o sea, perjuran, que el aforamiento no es un privilegio sino el modo de preservar a los representantes de la soberanía popular de denuncias y/o querellas de motivación política. Ya, por eso en Francia o Italia solo hay un cargo —el de jefe de estado— sujeto a esta prebenda y en Gran Bretaña o Inglaterra no hay ninguno. Luego se ponen como hidras si se los señala como casta.
Si quereis indignaros con alguna que otra carcajada terapéutica que ayude a digerir el trago, visitad las páginas de Rokambol.com.
Esta misma semana hacen un chiste buenísimo sobre la orgía de armaduras a los amiguitos del régimen que pretende Gallardon.
Vizcaino Jn, has repetido título en un post.
Tb llamabas INTOCABLES un escrito de hace un par de años sobre los boyardos del santoral victimario y tal y armaste una buena escandalera …
Anlinber: Me he dado cuenta al ver el link, que terminaba «intocables2″… Es la segunda vez. Pero después de ochocientas y pico columnas… 😉
Buen artículo, pero hay que hacer una precisión jurídica: a los parlamentarios y a otros cargos autonómicos los ha de juzgar el TSJ de la respectiva Comunidad Autónoma, no el TS.
Claro, y el asunto paradójico es que los miembros de ese Tribunal Supremo o TSJ, como dice Elijab, esos 20 miembros y su presidente, lo nombran miembros del Congreso, Senado, y el Rey con claros intereses políticos.
Jardiel se preguntaba si hubo alguna vez 100.000 vírgenes, pero es que hay algún Juez, que no tenga ninguna motivación política? ¿no?
No lo creo.
Osea que la causa de no motivar la querella se «limpia» con la solución de la medida.
Esperemos que algún día lleguen Jueces a juzgar, que sean gitanos, que vivan en Dakar, que no puedan pagar las hipotecas y alquileres, que pasaran la verja a pie en su día, que sufrieran violaciones, y torturas.
Habrá que esperar.
Porque de querer beneficiar a altos cargos, se les supone, como el honor en la mili.
Ellos nombran a quienes les van a juzgar. Ellos nombran a quien va a interpretar sus leyes, ellos deciden cómo financiarse, ellos deciden cómo y en qué proporción representan a quienes eligen. La soberanía reside en el pueblo. Pero el poder del Estado, en ellos. Ya lo dijo aquel: «Atado y bien atado».