¡Ay, esas columnas que llevan adosada la prueba del nueve! Quizá sea que me hago peor tipo con los años, pero debo confesar que disfruto una migajita viendo cómo se cumplen las (nada meritorias) profecías, y las líneas juguetonas obran cual muleta a la que entran, casi en el orden y con el brío previstos, los morlacos de rigor.
Qué pena, por otra parte, que todo sea tan pronosticable, y, si vamos a las desafortunadas —insisto— palabras del presidente de Adegi sobre los jóvenes, que son las que dan origen a estas reflexiones, qué inmensa tristeza que la mayoría de las réplicas sean tan de trazo grueso como la salida de pata de banco que las ha provocado. Señal también de que cada vez vivimos más instalados en las explicaciones que exigen escaso o nulo desgaste neuronal. Y, aunque esto mismo que escribo tenga pinta de una, en las generalizaciones.
Cualquier expresión que pretenda abarcar la totalidad de un colectivo encierra una mentira. Por eso, a diferencia de Guibelalde y sus replicantes, yo no hablaba de la juventud, sino de jóvenes y jóvenes. Ahí caben miles de circunstancias y situaciones diferentes. No creo que haga falta ser un esclavista redomado si entre ellas se señala a un grupo (diría yo que creciente, aunque apuesto que no es en absoluto el más numeroso) de chavalas y chavales adocenados, cuando no aburguesados hasta el corvejón. Imposible negar que en nuestro entorno esto se ha dado en todas las generaciones desde el desarrollismo, y que parte de la culpa es de algunos de los y las que hace 20, 25 o 30 años fuimos jóvenes y, tal vez por una tara propia, los hemos educado así.
Si, así es, ni todos los jóvenes son iguales ni todos los empresarios ídem de ídem… la crítica debería hacerse respecto de las políticas y la ideología dominante respecto del asunto laboral. Eso sí, sin olvidar que según sean las doctrinas empresariales así serán los que dependen de ellas: si los que proporcionan el empleo son esclavistas, negreros, explotadores…. los trabajadores estarán condicionados por tales prácticas sobre ellos y su empleo.
En el anterior “capitulo” hubo gruesos reproches al empresariado y vehementes defensas. Al respecto me gustaría indicar lo siguiente:
Nadie –salvo las excepciones que confirman la regla, que siempre las habrá- monta una empresa o negocio para dar trabajo a los empleados, ni para contribuir a la construcción de la maquinaria u otros utensilios necesarios en la empresa, ni para pagar impuestos a la hacienda pública, etc etc etc. Quienes tienen vocación empresarial o la han “mamado” en casa, porque desde siempre se ha tenido negocios y conocen el percal, suelen tener dos propósitos claros: el fin del proyecto empresarial, ganarse la vida con él y nada más. Que para conseguir dichas metas haya que tener trabajadores, necesitar de fabricantes de maquinaria y herramienta y demás, es adicional.
El problema de la juventud “nini”, de la apatía o de la poca iniciativa… es un problema de “crianza”: las personas en una sociedad no son de tal o cual forma si antes no se ha trabajado o dejado de trabajar dichas formas. Los jóvenes desempleados y desinteresados son el resultado de una “crianza” que ni es inocente y si tiene responsables: los poderes públicos, políticos y económicos. Por poner un ejemplo:
A las personas no hay que darles trabajo ni de comer, sabemos de sobra hacerlo por nosotros mismos. Lo que ocurre es que si se nos ha educado para que nos den trabajo y de él comer, entonces cuando nos quitan el trabajo, también nos quitan la habilidad de trabajar. Y si nunca se nos dio trabajo en una sociedad donde no se nos educó más que para trabajar para otro, para un amo, para un empresario, peor todavía.
Un empresario de una granja de pollos da de comer a sus pollos, pero los pollos jamás necesitaron del empresario para comer salvo ahora, en las circunstancias que se encuentran, en una granja que los pollos no desearon ni tuvieron intención de vivir su vida en ella. El deseo del empresario es el que los condenó a ser parte del proyecto empresarial y a la vez de su condena de por vida. Los pollos, al ser criados en una granja, en un proyecto empresarial que no tiene como fin ni dar de comer a los pollos ni que vivan mejor, sino que el único objetivo es el del empresario, han perdido su capacidad de autoalimentarse, de buscarse el alimento, pues se han acomodado a que se lo den. Y cuando se lo quitan, ya no saben qué hacer porque se encuentran en una situación antinatural, donde los pollos son demasiados y el espacio que produce alimento de forma natural muy reducido para poder subsistir todos.
La concepción del trabajo que hoy tenemos socialmente es equivocada. El trabajo en una sociedad no debe ser la forma de lucrarse de unos pocos y la forma de malvivir de los muchos. El trabajo en una sociedad civilizada, debe ser hacer eso que hace falta para el bien social y no particular. Si con el trabajo se pretende, como se hace en el capitalismo, el enriquecimiento de siempre unos pocos, porque si no ya no habría capitalismo, los “ninis”, apáticos y personas desempleadas y con poca iniciativa para conseguir una vida digna a través del empleo, serán una norma.
Evidentísimamente, el fin esencial de un empresario es ganar pasta: lucrarse.
Secundariamente puede tener unas motivaciones personales relacionadas con una actividad que le gusta desarrollar y en último lugar pues puede haber algunos que además vea una motivación en crear puestos de trabajo, contribuir al bienestar de su comunidad, etc… pero admitamos que siempre absolutamente supeditado a que gane pasta.
¿¿tiene algo de malo???
Es cierto que el fin del empresario no es contratar gente. Pero tampoco despedirla. Si las cosas van bien, el empresario encantado de contratar más gente. Claro, si las cosas van mal, el personal es un problema; claro que lo es. Porque de la misma forma que el empresario no es un ser angelical, solidario y altruista…el trabajador…tampoco lo es: y al trabajador, en muchos casos, se la suda cómo vaya la empresa. Y si me pueden dar la baja de x meses por un esguince de uña..me la pillo. Y si llega un pedido sustancioso que podría suponer un balón de oxígeno pero llega en verano cuando hay turnos de vacaciones, la flexibilidad de los sindicatos para cambiarlos y poder sacar adelante el pedido es nula, y si se trata de comercio, y la temporada de ventas está siendo mala…la flexibilidad para abrir un domingo 23 de diciembre para hacer caja…es nula (al trabajador se la pela que el empresario haga o no caja pero en cuanto al salario como le dice Poly al tipo de restaurante con el que se asocia en «Uno de los nuestros»…»te jodes pero pagas»).
¿Y qué es lo que busca el empleado, el trabajador? ¿algo distinto del empresario??? El empleado busca ganar pasta; que alguien que tenga una empresa le contrate y le pague todos los meses un salario; y punto.
Ahora va a resultar que qué malvada la gente que quiere ganar pasta.
En mi experiencia de la gente que conozco…los que han estado en ambos lados…prefieren mil veces estar en el lado del trabajador. Ya digo que ya conozco un par de casos de empresarios que no aguantaron más y cerraron y/o vendieron y han vuelto a la condición de asalariados. Y sé de otros que anhelan hacer lo mismo.
Sus ingresos son menores pero han ganado en tiempo libre (antes no tenían horario, simplemente) , en vacaciones, en tranquilidad, en menos estrés, saben que están cotizando y si no les va bien tendrán el colchón del paro…
Y me decían ayer que estos son pequeños autónomos y tal; pero es que esos son la gran mayoría.
Parece pues que los intereses son irreconciliables. Y que unos y otros son (somos) incapaces de ponernos en el sitio del otro. Con el INRI de que se necesitan mutuamente.
Como estoy en minoría, veo, en defensa del empresario, diré que en su favor…creo que tiene más mérito jugársela a crear una empresa y que sean otros los que le creen, me contraten y me paguen y que si va mal la culpa sea de ellos pero a mí que me den lo mío.
En algo conozco el grupo de Gibelalde,y sólo puedo decir que ójala tuviéramos 100 Gibelaldes más con empresas a la imagen y semejanza de la suya.Independientemente de la oportunidad o formas de sus declaraciones.
Por lo demás,lo obvio:el empresario monta su empresa para rentabilizarla economicamente y el trabajador va a trabajar para rentabilizar economicamente su trabajo.Y a partir de aquí la consiguiente tirabira.Poco más.
Suscribo y añado. No conozco más que por referencias el grupo de Guibelalde pero sí sé que es economía productiva, no especulativa y eso es solidez de un tejido económico.
Uno de los grandes problemas actuales es que se ha pasado de un capitalismo productivo a uno especulativo y financiero. Esas grandes fortunas que se están amasando, esa brecha entre ricos y pobres, proviene en gran medida de la especulación, ya sea en bolsa, en inmobiliario, etc. Dinero que crece rápidamente, hackers que se llevan millones en un día con una operación desde el PC (o el Iphone) pero que no tiene nada detrás; humo y tablas de excel. ;Luego…claro…burbujas y cracks…
Tener en nuestra tierra industria real productiva, es muy importante.
«Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros», lo dijo Sócrates, osea que podemos decir sin equivocarnos, que esto no es nuevo.
Pello, te estás asocratando, en el mejor de los casos, claro.