¿Cómo puede aspirar a ser presidente del gobierno un individuo al que en su partido se le discute públicamente su capacidad para ser secretario general? Triste sino, el de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, chuleado de la manera más ruin por los mismos que lo subieron al machito casi literalmente por su cara bonita. Cierto, y también porque sus hechos anteriores —dos trienios de culiparlante en el ayuntamiento de Madrí y otros tantos en el Congreso— lo convertían en la nulidad perfecta para mangonear desde la sombra.
Fausto de andar por casa, Sánchez alquiló su alma a la diablesa Díaz para ganar a Eduardo Madina en aquellas primarias que parecieron la hostia de democráticas y resultaron un remedo de las elecciones que ponían y quitaban a Cánovas o Sagasta. Y ahora está pagando a la cacique de la Bética y la Penibética el préstamo de apoyos a base de humillación sin fin y ninguneo inmisericorde.
Daba lástima verlo, con todo su buen porte de galán de serie B, sudando tinta china y trabucándose al leer un papel por el que en realidad hablaban sus señoritos del comité federal. Qué escasamente convincente, amén de ramplona y de pésima estofa, la utilización de ETA como comodín y excusa de mal pagador. Toda la puñetera campaña dando la brasa con las soluciones políticas a la cuestión catalana, y cuando Pablo Iglesias le pone una a huevo —un referéndum en el que probablemente ganaría el no a la independencia—, el líder nominal del PSOE se rila y demuestra que no pinta una higa. Claro que su culpa y su oprobio son también los de sus compañeros que callan y otorgan, entre otros sitios, desde Bilbao o Iruña.
El problema de poner un tonto útil es que necesita un listo al menos detrás y no sé si tienen de eso. Listiyos que van a lo suyo muchos, pero listo listo.
En navarra se buscaron la linea roja de bildu y en España ponen la del referendun. A base de escusas ya vemos que camino llevan.