Tremenda escandalera porque al viceconsejero de Empleo del Gobierno vasco le da por decir lo que miles de personas piensan. Perdón, lo que miles de personas padecen en sus carnes cada puñetero día. ¿Que la expresión concreta no ha sido la más afortunada, según el temple de gaitas que le ha tocado al titular del Departamento, mi admirado Ángel Toña? Pues quién sabe, a lo peor sí, aunque a mi me sigue emocionando ver a un cargo público saliéndose de los portantoencuantos y hablando como se habla en la calle. En todo caso, tíresele de las orejas si es lo que manda el protocolo, pero más allá de la bulla mediática amarilla y de las patateramente oportunistas peticiones de dimisión de tipos que tienen un curro del copón asegurado, aprovechemos para lo que importa. Y lo que importa es que José Andrés Blasco ha puesto el cascabel a un gato respecto al que todo quisque se hace el orejas primorosamente: el servicio vasco de empleo no funciona para lo que proclama su enunciado.
El primer paso para solucionar un problema es reconocer que se tiene. Lo siguiente es una migaja de coraje para hacer el diagnóstico concreto huyendo de la doble demagogia que presiona desde los extremos. En eso, los sufridos usuarios pueden aportar mucho más que los burguesotes progresís de segunda residencia en Jaca (con nómina pública, por descontado). Bastaría, de todos modos, media docena de visitas a las oficinas de la cosa. Se percibiría sin demasiado esfuerzo que la teórica misión primordial de Lanbide, gestionar la colocación, queda sepultada por la tramitación de ayudas. ¿Tan difícil sería desdoblar ambos cometidos?
Vamos, que algunos siguen mirando al dedo en vez de a la luna. Ahora resulta que hay que admirar a un señor que dice lo que miles opinamos y (sabemos) para justificar lo que muchos sabemos ( y otros no opinan). Resulta que el máximo responsable de Lanbide critica su propia institución pero qué ha hecho, hace o hará al respecto ? Nada. Bueno sí, cobrar más de 80.000 euros al año por abrirnos los ojos a todos los vasquitos; » no vayáis a Lanbide, que es perder el tiempo…». Pero resulta que la propia administración , con el sr Consejero a la cabeza ( y su sueldazo, claro está) es la que te obliga a inscribirte a Lanbide para recibir una mísera ayuda, obtener el RGI, optar a cursos de inserción laboral, etc,etc,etc, y si fallas algún día en algún tramite te puedes ir preparando porque vienen dadas , pero para eso hace falta haber pasado por Lanbide , cosa que la mayoría de los que le sacan la cara al sr Consejero no han hecho. Y, claro, eso el sr Consejero le importa una mierda, nos cuenta el edulcorado caso de sus mozalbetes buscando con ardor un trabajo digno aunque todos sabemos que trabajo no les va a faltar nunca ( faltaría más ), pero de porqué Lanbide está en la situación en la que está, ni mú, claro. Venga, todos a alabar al sr Consejero que ha sido muy sincero ( o muy incompetente, según se vea). Podríamos hablar de que cuando vas a Lanbide y el nivel de cuestación y orientación laboral es más que mejorable, hay empleados de Lanbide que ni te miran a la cara en toda la entrevista. Se podría comentar como los sindicatos denunciaron en su día que en Lanbide el personal es mayoritariamente no cualificado y que la colocación al «dedito» primó sobre las aptitudes a ocupar dichos puestos y que no se sacan a concurso como es obligatorio por ley. También se podría indicar que Lanbide brilla por su falta de control en cuestiones del RGI, pero claro , eso nos lo callamos que es impopular. Se imaginan a ustedes a un jefe de cocina sacando pecho y aconsejando no acudir a su restaurante porque se come fatal ? Pues aquí ya tenemos a nuestro «jefe de cocina».