La lotería de Rosa

Me he hecho el propósito, ya sé que muy probablemente estéril, de no ver el dichoso anuncio de la lotería de navidad. No busquen pretensión heroica, reivindicativa o estética en la intentona. En realidad, es pura cuestión de bilis, de conciencia de minoría derrotada que al tiempo que alza la bandera blanca ruega con toda humildad que no le encabronen más de lo necesario. Admito con deportividad el entusiasmo que provoca la cosa incluso en seres humanos de mi alrededor por los que siento cariño y respeto. Ni se me ocurre poner en duda que será un producto audiovisual de una factura exquisita. Pero no me pidan que me sume a la marea de natilla y chantillí.

¿Que tengo el corazón de piedra? Ya me gustaría a veces. Al contrario, se me humedecen los ojos con más frecuencia de la que quisiera. Y por desgracia, casi siempre por historias que no forman parte de una trama de ficción con final feliz. Que sí, que muy bien lo de la maestra —al final, es inevitable enterarse de los detalles— de este spot. Seguramente, hay una ternura infinita en lo que sea que le pasa a la señora y me alegro por ella y por la buenísima gente que la rodeará en el corto publicitario.

Lástima que no haya guionista que pueda edulcorar el desenlace del cuento prenavideño que no se me va de la cabeza desde anteayer. A Rosa, una mujer de Reus de 81 años, Gas Natural le cortó la luz hace dos meses porque no podía pagarla. Una vela con la que no le quedaba más remedio que iluminar su triste existencia fue el origen del incendio en que pereció asfixiada (*). Ahora unos y otros se culpan mutuamente de una muerte que no ocurrió por azar.

(*) Inicialmente había señalado que Rosa murió calcinada. Corrijo: fue por asfixia.

2 comentarios en «La lotería de Rosa»

  1. Apreciado javier

    ami tbme partio el alma y hay muchas preguntas que no responde o aclara la nota informativa, pero parece ser que murio axfisida, callo de la cama por el fuego, y no tenia fuerzas debido a la poca comida ingerida que el humo la mato.

    hace un par de meses hubo otro caso similar de una anciana en valencia que llevaba 6 meses sin pagar y cuando la fueron a desauciar la encontraron momificada en una silla hace varios meses.
    Son personas que viven tan al limite debido a sus penurias economicas que un soplo las extermina.
    Suscribo plenamente tu oposicon al buenismo navideño de esas historias rosas que camuflan el manto de mierda de injusticias y maldades que nos persiguen durante todo el año

    No obstante nadie aguanta un mundosolo de malas noticias y si no existen las inventan por nosotros para k tengamos un soplo de aire enmedio del oceano de desolacion, soledad y tristeza que es estasociedad para muchas personas que han perdido el rumbo.

    un saludo

  2. El anuncio de la lotería de esta Navidad ha alcanzado el nivel de impudicia que nos acompaña en otros órdenes de la vida. Se ha generalizado la exaltación de la mentira y del postureo, y Loterias del Estado lo utiliza porque nos mueve el corazón (?).
    El anuncio no sólo nos relata en su argumento una mentira («piadosa») a su protagonista: Nos miente a la vez a nosotros. Si el pretender que el engañar a una anciana pueda tener el encomiable objetivo de hacerla feliz ya es una absoluta ensoñación, pensar que todos los habitantes del pueblo van a asumir como un solo cuerpo dicho objetivo de buscar la felicidad de la incauta abuela, es la fantasía más increíble que podían haber escogido.
    En un mundo en que a los ancianos se les abandona, se les engaña en casa con colecciones de libros, o con cambios de compañía de gas y o eectricidad, con facturas incomprensibles, con revisiones de la goma del butano, con subidas inexistentes de pensiones, con índices de inflación negativos, con preferentes y otros productos de cueva de ladrones… el engañarles con que les ha salido la lotería, es algo más que buenismo ñoño. Es la manifestación más clara del desprecio a la verdad que vivimos, es la pérdida de valor de la realidad, honestidad ante la vida, lealtad a la verdad que soportamos.
    Y el caso es que gusta, claro. Los publicistas saben lo que gusta. Como Trump.

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