Lo malo es acostumbrarse a los escándalos. Apenas si arqueamos una ceja cuando vemos dimitir en bloque a los miembros de la cúpula del Banco de España, sobre los que recae la sospecha de haber permitido que Bankia saliera a Bolsa sabiendo a ciencia cierta que era un chicharro infame. ¡Y si solo fueran ellos! La investigación judicial —cuánto más claro el nombre anterior: imputación— alcanza a quienes en el momento de la más que probable estafa ocupaban los puestos de mayor responsabilidad en la Comisión Nacional del Mercado de Valores y en la propia entidad (supuestamente) supervisora.
Casi nadie al aparato en ambos casos, pero especialmente en el segundo. Hablamos del hasta ahora todopoderoso e intocable máster del universo económico Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido por su petulante acrónimo, MAFO. La de veces que nos habremos ciscado en su parentela por haber propugnado bajadas de sueldos, aumentos de la jornada laboral u otras recetas neoesclavistas del pelo. Nombrado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, no lo pasemos por alto.
Respecto a este sujeto y otros barandas y exbarandas de los máximos organismos financieros españoles, la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional sostiene que poseían quintales de información del desastre que sobrevendría a la salida a bolsa de Bankia y que, aun así, hicieron la vista gorda. Calculando por lo bajo, además del quebranto a miles de accionistas y preferentistas, el fiasco rondó los 50.000 millones de euros que tuvimos que pagar a escote. Duele pensar que salir en los papeles sea todo el castigo que les espere.
Pero parece ser que lo que ahora sale como la punta de hielo sobre el mar esconde un gran masa sumergida de irresponsabilidades, rayanas en el delito, que arrancan desde Jaime Caruana en el 2004 y siguen con el ínclito Mafo en el 2006, en el que repetidas, explicitas y alarmantes advertencias por parte del colegio de inspectores del Banco de España sobre el excesivo endeudamiento de la economía española en general y de la banca en particular, y debido ello a la escasez de fondos propios de las entidades frente al crecimiento excesivo del crédito a la clientela, eran clamorosamente desoídas por uno y otro. Después, surge la escandalosa salida a bolsa de Bankia, igualmente advertida como de dudoso éxito por el mismo cuerpo profesional, pero con respuesta del consejo ejecutivo de «parece que va a llover».
Es lógico, dado que tanto Caruana como Mafo, antes, han sido auspiciados en sus carreras a cargos de renombrado prestigio entre la cuadrilla de Alibabá en el Fondo Monetario Internacional por el mismísimo Rato. Y para que no falte nada Mafo, histórico militante socialista, columnista de economía de El País, también ha sido, durante el gobierno Aznar de 1996, Presidente de la Comisión Nacional de la Energía, antes Sistema eléctrico Nacional (1995 a 1999) Esto no es puerta giratoria. Es un tiovivo al que le quedan muchas vueltas.