La semana pasada se reanudó en el Parlamento vasco la ahora llamada ponencia de Memoria y Convivencia. Por supuesto, salvo algún inasequible al desaliento entre los que me cuento, nadie llevó a portada el asunto. Un breve perdido entre la maraña de otras noticias y vamos que chutamos. Incluso alguien, desconozco exactamente quién, deslizó la especie de que había que juzgar como un dato muy positivo el hecho de que no se convocaran comparecencias individuales ante la prensa. Eso habla, como poco, del miedo que sigue habiendo a dar más cuartos de la cuenta al pregonero. Y lo peor es que me temo que hay motivos para ello.
Pues una pena. Es decir, otra a sumar a las muchísimas acumuladas por este organismo que parece abocado a la melancolía. Y miren que, como ya anoté, la presencia de Elkarrekin Podemos, libre de mochilas y con un discurso ético impecable, invitaba, por una vez, al optimismo. O por lo menos, a reducir la dosis de escepticismo. Pero no hay tutía. El PP ha decidido no estar y la izquierda abertzale ha tomado la determinación de dar por aprobadas las asignaturas pendientes y saltar sin más a puntos muy avanzados del temario.
Lo curioso, que quizá no lo sea tanto, es que todos parecen mostrar una indolencia del nueve largo. Soltamos a modo de letanía o autojustificación que la sociedad ya ha pasado página y lo damos por bueno, como si, incluso siendo así, quedáramos exentos de pagar ciertas deudas, siquiera morales. ¿Aceptaríamos acaso que alguien dijera que la sociedad ya ha pasado página del franquismo y, por lo tanto, no hay ya motivos para investigar sus crímenes? Evidentemente, no.
EHBildu, o sea la izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna, Aralar, Alternatiba e independientes como su portavoz Maddalen Iriarte van con los deberes muy hechos y con el trabajo adelantado, compañero.
Otra cosa es que algunos sigan en la rotonda para no avanzar y/o hablar sólo de lo que ellos quieran, ponerse en la cruz entre dos ladrones, o seguir imponiendo un relato determinado, pues no.
Gracias, Isuntza, por reconfimarme. Ruedas de molino, las justas. Es que yo he estado ahí. Y conozco. Y sé. Pero ya escribí hace poco cuál era el problema: la cantidad no pequeña de de personas que creen que es legítimo utilizar la violencia y que defienden e incluso homanenajean a asesinos múltiples.