El día de ayer y algunos de los que vendrán serán de esos que, dentro de unos años, contaremos a todo el mundo que nos tocó vivir. No parece esta vez que sea exagerado pensar que el pirómano Erdojoy (¿o era Rajoygán?) ha prendido la mecha de un episodio que quedará en la Historia. También es verdad que es temprano para asegurar el desenlace, pero por de pronto, la mezcla de torpeza y maldad —ya ven que no solo no son defectos incompatibles, sino que combinados tienen efectos demoledores— ha regalado a los independentistas catalanes la épica imprescindible en cualquier proceso revolucionario. Si hasta ahora habíamos visto momentos de gran intensidad emotiva o de enorme plasticidad y simbolismo, las poderosas imágenes de las últimas horas y me temo que las de las próximas suponen la consagración definitiva de un movimiento de resistencia.
Para bien (ojalá) o para mal, ya no hay marcha atrás. Se ha cruzado el Rubicón y se han marchado por el desagüe los debates de la antevíspera. ¿Garantías? Ahora sí que son lo de menos. Si antes de la razzia judicioso-policial sabíamos que no cabía esperarlas, ahora, por razones puramente logísticas, tenemos muy claro que bastante milagro será que el día 1 de octubre haya siquiera urnas. Sin embargo, nadie duda de que habrá centenares de miles de catalanes —y de ellos, un altísimo número de no soberanistas— que se echarán a la calle para manifestar su voluntad de votar. Estaremos entonces en la batalla de la legitimidad, y, especialmente si se mantiene el civismo ejemplar que nos ha maravillado hasta este instante, será prácticamente imposible argumentar en contra.
De momento han logrado que un burgués de toda la vida como el ex alcalde de Barcelona Trias se siente en la calle delante de la policía española para que no se entre en la sede de un partido libertario como la CUP.
Desde luego, si el gobierno español como politico es nefasto, como estratega es aún peor, y aqui sí que no tienen excusa porque llevan siglos practicando una combinación de juegos de armas, de dineros y de salón.
Supongo que los estrategas (si los hay, espero que sí) del Govern ya habían previsto una situación similar, una entrada al trapo grosera y hostil por parte de «este» estado ante las miradas entre incrédulas y divertidas de la Europa que no está mirando de reojo la amenaza yihaidista.
Yo no sé cómo acabará todo, cierto, pero que la exhibición de gónadas de la corona española les está haciendo más mal que bien a medio plazo parece evidente.
A corto plazo, que le pregunten a algún pitoniso.
Como se dcía antigüamente por carta,
PD: maravillada estoy con el pueblo catalán por el domio y autocontrol que mantienen en sus manifestaciones.
Eso sí que es para mi motivo de envidia como vasca.
Borro lo de envidia y lo cambio por admiración; el comportamiento exquisitamente cívico de estas ciudadanas y ciudadanos debería sacar los colores no sólo a personas anónimas, sino especialmente a muchos de los que firman con orgullo y hasta soberbia sus homilias tuiteras, blogueras e incluso las escenitas supuestamente cómicas de los canales facciosos de la televisión.
Maese Vizcaino, emocionada estoy ante la buena disposición del filtro antispam de los firulillos…
El 1- O pueden emular Rajoy y poner mesas para recoger firmas.
Creo que será la única forma de contar algo.