Un jurista vasco de reconocido prestigio por quien profeso admiración, respeto y cariño me reprocha que me estoy volviendo un radical. Se refiere a mi columna de ayer, que curiosamente escribí con el freno de mano echado y que no envié a publicar sino después de repasarla media docena de veces para evitar que pareciera que me estaba lanzando por el peligroso tobogán de la demagogia facilona. Nada más lejos de mi intención que dar la impresión de que llamaba a las capuchas y las antorchas. Al contrario, mi pretensión, incluso a fuerza de un ejercicio de autocontención franciscana, era y es templar el debate sobre cómo hay que actuar con unos críos que, teniendo un gigantesco historial de tropelías violentas, terminan arramplando con una vida y aun tienen el cuajo de vanagloriarse públicamente de haberlo hecho.
La receta no puede ser, en ningún caso, hacer como que no ha pasado, so pretexto de la martingala que sostiene que no hay que echar gasolina al fuego. ¿Cómo explicar que en esta vaina los genuinos incendiarios son los santurrones que predican desde sus elevados púlpitos que la sociedad es la culpable, salen con el topicazo de las familias desestructuradas o se encaraman a la cansina letanía de la educación en valores? ¡Como si el primero de esos valores no debiera ser tener claro que los actos acarrean consecuencias! Confieso que me resulta imposible entender, salvo como perversión que debería ser inmediatamente tratada, que los mismos que llaman a la necesidad de hacer un esfuerzo por empatizar con los verdugos sean incapaces de mostrar un sentimiento remotamente parecido hacia las víctimas. Y así nos va.
Perfectamente de acuerdo.
Falta a mi entender el matiz de la responsabilidad pública de no haber evitado con la eficacia policial debida la existencia de esta lacra social: Estamos sufriendo cada vez más una infección de abusones, violadores, maltratadores, borrokalaris… que aunque sea baja en número (tasa de delicuencia muy baja con respecto a las medias de España y Europa) no deja de ser grave en cuanto a comportamientos. Y sobre todo porque un único caso ya es gravísimo y merece todos los esfuerzos en su evitación.
No nos vayamos a soluciones de medio largo plazo. Vayamos a soluciones que están ya previstas, pero no aplicadas: La fuerza pública, sobre todo la municipal no está para otra cosa. para las multas ya existen máquinas.
Ramón, eres el único valiente que se ha atrevido a escribir los artículos de hoy y ayer sobre la muerte de Ibon. No he visto ni uno más, aparte del «buenismo oficial».
Gracias por expresar la opinión que tenemos muchísimas personas sobre este tema, y me pregunto además «¿ donde está
la responsabilidad de la gestión de seguridad ciudadana?». Mutis.
Somos muchos los que pensamos como tu, Javier. Y estamos hartos de tener que decir en «bajito» obviedades con amigos o familiares por miedo a que algún iluminado nos tache cuando menos de fachas…
Iluminados que nunca resuelven nada, porque han tenido una niñez y una adolescencia en la que tampoco se han enterado de nada. No quieren ver que estos niñatos cobardes y abusones no paran hasta que se les planta cara, y no se les planta cara con teorías metafísicas escandinavas o austro-húngaras. Es mucho mas fácil y no cuesta tanto dinero. Todos los que nos hemos relacionado con otros niños en el colegio e instituto (afortunadamente en la universidad no lo viví, allí estabamos para otra cosa) hemos comprobado que las cosas con la mayoría de nuestros compañeros se podían tratar civilizadamente. Cosa que no ocurría con ciertos personajes, que podían machacar a otro compañero sin el mas mínimo atisbo de empatía por cualquier motivo.
Curiosamente el día que alguien, el menos pensado, les sacudía un gorrazo en defensa propia, milagrosamente, estos personajes veían la luz, se convertían en seres adorables y supercolegas por una especie de transformación personal a la velocidad de la luz..
Puedo asegurar que he visto unas cuantas de esta transformaciones en tipejos de lo mas variado. Es una pena estemos construyendo una sociedad en la que a estos tipejos no les plantan cara, ni sus compañeros, ni sus padres acomodados y ausentes, ni sus profesores desautorizados, ni una policia (en general) que no se merece su respeto porque no les dá ningún miedo.
Y esta gente funciona así, solo respetan al que les puede dar una ostia bien dada. Triste, lo que quieran, pero real.
Perdón, Javier, no Ramón.
Algunos pesarán que estoy haciendo un alegato de la violencia con mi comentario, los más creo que lo entenderán. Lo que defiendo tampoco es solo la autodefensa, algo que debería tener todo el mundo claro, sino el empoderamiento del niño o del joven para no dejarse pisar por el cobarde abusón de turno. El empoderamiento de los padres, los profesores, el ertzaina, el político…a plantar cara a esta gente.
Hasta hace muy poco teníamos un alcalde en Bilbao, al que la mayoría teníamos en gran estima, que declaró sin tapujos ni paños calientes la «guerra al navajero» Y a todos nos pareció correcto. Yo, ya tengo una edad en la que me estoy planteando dejar de votar a políticos «meapilas», y al que le escueza, que se arrasque.
Hay gente que no quiere ver que los que empiezan robando y atemorizando a chavales, cuando NADIE les planta cara, pueden acabar dejando un niño sin aita y una viuda destrozada. Precisamente porque al ser unos cobardes actúan en grupo, y cualquier golpe o caída puede acabar en un asesinato.
De accidental, nada.
Sí, Asier, pero bajo ningún concepto podemos abogar por el uso de la violencia. Entraríamos en una espiral muy peligrosa. Mesura es la clave.
Totalmente de acuerdo con tu articulo, los hechos acarrean consecuencias, sino cada vez se van creciendo mas y llegamos a la muerte de urren, ahora todo el mundo sabia que habia unos chicos cometiendo robos etc. pero nadie dijo nada, así nos va. Como salga un partido que abogue por quitar ayudas sociales a esta jente y que sea antimigración se va a hartar a cojer votos de mucho desencantado de politicos, enchufaos etc. Yso quiero ir por la calle con mi mujer y mi hijo tranquilo, sabiendo que hay una ley que protege al buen ciudadano.
Un saludo
Como gente de la Villa, del País, sensata, normal, currela (o aspirante a serlo), harta de tanta miseria y pusilanimidad, «hasta los cojones» en general, se anime a montar un partido de ámbito municipal, todo podría comenzar a cambiar. (Y habría muchas sorpresas)
En principio, la tarea no es ni cara ni difícil. Personas con tiempo libre podrían animarse
http://www.canalhablamos.es/2017/02/pasos-para-crear-un-partido-politico-en.html