Oigo, patria pepera, tu aflicción. O sea, la llantina de mocoso consentido que se ha quedado sin la cartera y sin los Donuts.
No les faltan motivos a los enlutados genoveses para el resentimiento hacia el que duerme donde lo hizo Tancredo Rajoy hasta hace apenas dos semanas. Pero poco ganarán ladrando su rencor por las esquinas —¡qué gran frase del recién salido del sarcófago Aznar!— contra Pedro Sánchez. Y parecido o menos, contra quienes ahora encabezan el hit parade de envenenadores de sus sueños, los taimados vascones a quienes juzgan culpables de la inesperada caída en desgracia, como si no llevasen años acumulando boletos para el hundimiento. Son cinco votos sobre los 180 del más variado pelaje que mandaron al charrán a la oposición. ¿A qué tanto despecho?
Ahora claman venganza y, peor que eso, ya han empezado a cobrársela sobre la ciudadanía de los territorios que arrumban, en un revelador remake de la Historia reciente, como traidores. Esas fueron las palabras que salieron de la boca de Alfonso Alonso. Está grabado. Del mismo modo que ha quedado por escrito en la incendiaria nota que informa de la ruptura del acuerdo presupuestario en Getxo una obscena alusión a no sé qué cánones de raza aria como presunto criterio jeltzale para otorgar la ciudadanía vasca. Más allá de la indecencia de la imputación, lo que denota es la cuesta abajo en la rodada de un partido que parece dispuesto a seguir profundizando en el pozo séptico de la irrelevancia en Euskal Herria. Y no será porque no se les han tendido manos para ayudarles a ser algo más que una excrecencia en un mapa político tan plural como el nuestro.
Bien visto. La reacción del PP hacia el PNV, y, en realidad, hacia la ciudadanía vasca, es el fiel reflejo del juego de esta política, o, mejor, de esta política de juego. No importa si los presupuestos de Getxo son buenos o malos, lo que impoorta es quién los presenta. Antes los presentaba un «amigo» y el PP los apoya, ahora los presenta alguien que ya «no es amigo» y el PP los rechaza, aunque los presupuestos sean los mismos. Lo más triste es que, prácticamente3 todos y cada uno de los partidos que pululan por aqui son como «mocosos consentidos» dispuestos a la llantina si les meten un gol (aunque ganen el partido)
Más ganaría el PP vasco (y en este sentido el PSE también) en soltarse el lastre centralista de Génova y presentar un matiz propio como formación periférica, y, aun dentro de sus premisas ideológicas, plantar reivindicaciones más apegadas al pueblo que quieren representar. Ahora que ya es admitido por todos que la preocupación por el guardaespaldas y el hándicap electoral han desaparecido, toca presentar una elemental agenda vasca propia, no sólo como oposición en el Parlamento vasco, sino también en Madrid como grupo vasco popular, con gobierno o, como ahora, en oposición.
No soy yo de esa cuerda, pero aún temiendo dar ideas, su participación en el pastel electoral presentaría un aspecto más sustancioso. Ojalá no sigan mi consejo, porque creo sinceramente que siguiéndolo les iría mejor.
Deep State.
Todo bien organizado a espaldas de la ciudadanía y…el bipartidismo otra vez !!