Siempre he sostenido, y lo haré una vez más, que el verdadero fin de una monarquía a estas alturas del calendario es entretener al populacho. En ese sentido, los súbditos forzados de los Borbones no tenemos motivo de queja, y menos, desde que el circo capeto ofrece sus funciones simultáneamente en dos pistas, cada una con su payaso principal, a saber, el joven y el viejo. Aunque el primero apunta maneras, al que de verdad hay que estarle agradecido por el espectáculo es al veterano. Teóricamente retirado, el paquidermicida sigue dándolo todo para que a la plebe no nos falte solaz. Incluso, por persona interpuesta (o sea, testaferro, ejem) como está siendo el último caso, que encierra una jartá de guasa.
Para empezar, y al margen de las cuestiones de portería sobre queridas y tal, no me digan que no tiene su puntito que lo que puede acabar en hostia a la regia institución provenga de un medio de la extrema derecha (el tal OKdiario de Inda), que antes ha recogido la mercancía en lo más profundo de las cloacas del estado, léase comisario Villarejo, y me llevo una.
De esta historia corinnácea me quedo sin dudar con una de las frases de la mengana (sí, mejor así) en las grabaciones de matute: “Juan Carlos no distingue entre lo que es legal y lo que es ilegal”. La frase vale para 2018, para el día de su entronización como sucesor del caudillo a titulo de rey y para su largo y ancho reinado alfombrado de succionadores sin cuento. Claro que a su emérita majestad ahí se las pueden ir dando todas, que por algo abdicó, jodiéndole un congo, en su vástago varón. Ese, Felipe VI, es el que tiene motivos para apretar el culo.
Pues mira, Vizcaino Jauna, que la frase de la susodicha entre la incapacidad de su ex churri de distinguir entre lo legal de lo ilegal me parece un pecadillo venial comparado con no distinguir entre lo moral o lo inmoral. O si se prefiere, entre la ética y la estética.
Que es (supongo) lo que pretendía decir la supuesta princesa.
Atribuirle una sustancia ética a la Ley es algo que parece que aún no ha entendido muy bien el Bodbon mayor.
A ver si mataba elefantes sólo por que no le dejaban cazar pobres y en ese caso ya no sabría decir si es por que tampoco sabía distinguir entre la ética y la estética.
Que distingue entre lo moral e inmoral está comprobado por el hecho de que lo que realiza inmoral lo mantiene oculto, y cuando se le descubre pide perdón como un niño. Que no sepa distinguir entre lo legal e ilegal es más comprensible, dado que se sabe inmune a cualquier imputación. No le preocupa la distinción. A lo mejor hay aquí una acusación de Corinna a súbditos, ahora escandalizados(«vosotros le habéis hecho así de inocente, y ahora es lo que tenéis)