Lo penúltimo que sospechaba este servidor, y miren que soy malpensado por naturaleza y vocación, es que de entre todos los dinosaurios del parque jurásico popular, el PP vascongado rescataría a ese caradura parraplas (y a veces, hasta simpático) que responde por Jaime Ignacio del Burgo. La elección del provocador profesional en calidad —es un decir— de experto jurista para la elaboración del futuro estatuto vasco se antojaba la prueba del gamberrismo politiquero que desde hace bastante caracteriza a esa fuerza residual que es la partida de la gaviota en Euskadi. Van, dicho pronto y regular, a joder por joder, lo cual les pasará factura. Es decir, seguirá pasándosela, que no por nada los ahora liderados por el intrépido Alonso llevan casi cuatro lustros cuesta abajo en la rodada.
Resulta especialmente triste de esta vaina que una de las sensibilidades que, con toda legitimidad, caben en la pluralidad vasca vaya a tener a un excéntrico como representante en la comisión de entendidos que deben redactar la nueva carta fundamental de los tres territorios. Supongo que el PP calcula que le renta más ir cosechando titulares de regüeldo, como el penúltimo que el requeté recauchutado dejó —aquí nada es por casualidad— en el mismo Diario de Navarra que lideró mediáticamente el golpe de 1936 y la represión que vino después. Entre otras melonadas, en la entrevista-alfombra Del Burgo hijo —les invito a documentarse sobre el papel de su padre en el franquismo— escupió que “el PNV se ha beneficiado de la actividad de ETA”. Se comprende que los jeltzales se enfaden, pero casi deberían agradecer el autorretrato del fulano.
«Seamos hombres y sepamos vengar al caído;aunque sea haciendo poner para todo un año a los socialistas crespones de luto en sus centros. Porque contra esos cualquier procedimiento que se utilice es bueno: la bomba, el puñal y el incendio».
Los cuneteros, 3.800 asesinatos después y tras aterrorizar salvajemente a la población no afecta, salieron de rositas cum laude en Navarra. Es más;delegaciones, consejerías, procuradurías y demás altos cargos premiaron a asesinos y torturadores de agricultores, obreros, maestros y demás gentes que jamás había empuñado un arma. Tras la muerte de «Paca la Culona» y con la inestimable colaboración de «la ETA» y la nula inteligencia política de sus adláteres, los cuneteros siguieron gobernando Navarra, muchas veces con el apoyo del PSN (supongo que volvemos a «la ETA»).
Por lo que respecta al angelito que han elegido los de la»organización criminal» (UDEF dixit) sucursal vascongadas para tocar los huevos pues nada que ya esté dicho. Lo único, recordar lo que espetó una vez en sede parlamentaria foral Iñaki Aldekoa al susodicho:»«¿Qué se siente siendo hijo de un terrorista?». Pues eso.
Por cierto, el párrafo que abre esta entrada corresponde al padre del angelito y está sacado de un libro que debería ser de lectura recomendada en todas las escuelas Navarras:»NAVARRA 1936, de la esperanza al terror».