El pasado miércoles resultó una jornada de lo más reveladora para entender el mecanismo de nuestro sonajero político. ¿Por la entrevista entre el Lehendakari y el President —interino, según el mismo reconoce— de la Generalitat semiintervenida? Pues también, pero menos. Nada de ese encuentro podía sorprendernos a estas alturas del serial. De hecho, y aunque muchos no lo vieron o prefirieron no hacerlo, lo más relevante del almuerzo en Ajuria Enea fue el capote que Iñigo Urkullu le echó a Pedro Sánchez al advertir a Torra de que lo malo conocido puede ser una opción razonable al lado de la catástrofe casado-riveriana por venir. Dos horas antes, no se pase por alto, Madrid había vuelto a hacer de Madrid en la reunión sobre las transferencias de calderilla.
No, la alusión del comienzo iba por el acto (solemne, juraría que ponía en la invitación) de apertura del año judicial en la demarcación autonómica. En la cabeza de todos, claro, la enésima marca de descrédito batida por los de las togas con puñetas. Qué mejor contexto para que el presidente del primer tribunal vasco se metiera a tertuliano y se fumara la independencia del poder legislativo con una andanada al acuerdo de bases sobre el nuevo estatus alcanzado por los partidos que suman dos tercios de la cámara de Gasteiz.
Eso, dentro del Palacio de Justicia de Bilbao. Fuera, ErNe, el sindicato mayoritario de la Ertzaintza, se retrataba en varios sentidos del término junto a sus colegas de la Guardia Civil y la Policía Nacional para protestar contra la tramitación de la ley que (tarde y regular) busca la reparación de las víctimas de abusos policiales. Caray.
ERNE ya se ha ido retratando tristemente a lo largo de los años con unas posturas «apoliticas», razonables, empáticas con el servicio a la sociedad vasca a la que sirven y otras etcéteras que no me vienen a la cabeza según acaba una de desayunar.
Pero su aparición estelar el otro día junto a picolos y maderos cuando aún no se ha dictado sentencia sobre el caso Cabacas me parece además, entre estúpido y obtuso de cara a la opinión pública, a la que también convendría que intentaran ganarse los vividores que manejan ese chiringuito tocapelotas.
Y nunca mejor dicho.
No he entrado a comentar la desfachatez del presidente del TSJPV por que hace tiempo que sus togadas señorías perdieron el pudor por subirse al escenario político sin la máscara de la objetividad, pero conservando las puñetas, eso sí.
Se suele decir que «el que se excusa se acusa», y más cultureta «excusatio non petita acusatio manifesta».
¿Que es lo que reclaman los sindicatos de policía manifestantes en el acto? ¿Que no exista esa ley? Ellos son los que debían manifestarse para reclamar una legislación en contra de los abusos (mal llamados excesos) policiales. Ellos son los que deberían reclamar depuraciones, exclarecimientos de denuncias, garantías de derechos humanos en las detenciones… El ponerse la venda antes que la herida (hay dichos y refranes que son verdaderos editoriales) les señala ostensiblemente.
La Ley va de reparación y compensación. No va de acusación ni calificación. Esto último ya lo hacen los manifestantes, «garantes» de la seguridad.. no sé de quién.