Mi género literario favorito es la llantina postelectoral. Lágrimas que suelen ser, por demás, de puro cocodrilo marca Lacoste, y vienen acompañadas de patéticas soflamas a lo Escarlata O’Hara poniendo a Dios por testigo —o a Marx, Lenin, Zapata o quien mole— de la encarnizada lucha contra el fascismo que empezará… en cuanto se quiten el pijama con el que tuitean. Dejo sin decir que, para colmo, los partisanos de lance son, en muchos casos, empezando por los cercanos, como mínimo, igual de totalitarios que Abascal el chico.
Y sí, poca broma con lo de Andalucía, que puede ser menú degustación de lo que venga. Pero, ante todo, mucha calma y menos lobos, que es un cachondeo ver que los que más berrean y se rasgan las vestiduras con mayor brío son buena parte de los que han hecho un hombrecito al botarate de Amurrio. Hasta un negado de los vaticinios como el que suscribe dejó escrito aquí hace unos meses que hay bichas que es mejor no alimentar, no sea que las profecías se cumplan a sí mismas. Por lo demás, nótese que la mayoría de los que se tiran de los pelos son peña que seguirá teniendo una vidorra del carajo de la vela. Ni se imaginan lo que se cobra en la vanguardia de la ortodoxia pensante y vociferante.
Llámenme raro, pero en las mil letanías explicativas de lo que ha pasado echo en falta la alusión a la corrupción del partido que se ha pegado el batacazo. O a la endeblez de su líder. O a la prematura ranciedad y los quintales de incoherencias de la autoproclamada nueva izquierda, que también se ha hostiado. Claro, es más fácil apuntar a los fachas y decir que los que votan son una manga de ignorantes.
Ayer medio país se asustaba por los 12 escaños conseguidos en Andalucía por la formación del Curro Jiménez vasco.
Mañana en Andalucía y demás lares los ricos serán más ricos y los pobres seguirán siendo más pobres de igual manera que siempre.
Estábamos acostumbrados a pasar a mayorías absolutas en 4 años de la «izquierda» a la derecha y viceversa sin que a nadie le extrañase eso.
El alarmismo es solo eso, alarmismo, gente de esta ha habido en los partidos «constitunacionalistas de centro derecha» (A.P) más tarde PP y todos su satélites desde 1978. Todos ellos herederos del franquismo. Lo que ocurre que ahora han salido del armario y llama más la atención.
El fiasco este lo tiene el que no hecho nada mas que calentar sillones toda su vida y que ahora mira a ver si quedan banquetas.
Abascal, Casado, Rivera, Iglesias, Sánchez… Todos ellos son demasiado pequeños para ser un peligro en un mundo actual donde nadie sabe quien manda de verdad.
La desmembración de partidos tanto de derecha como de izquierda es sólo la constatación del régimen de «pastuki para toos» en que se convirtió la modélica transición. El incumplimiento de los objetivos teóricos de ambos lados del «espectro» ha hecho que la multitud de insatisfechos, tanto de valores tradicionales como de valores más revolucionarios, cuya falsedad se ha hecho notoria, reviva la bicha de la insolidaridad, el autoritarismo y los sentimientos más innobles.
Es que la gente ve que se ha acabado el carbón y cada uno se va de la fiesta a dormir la mona donde pueda.
No es ni Cataluña, ni el feminismo, ni la crisis de la justicia, ni la mentira de la invasión africana.
Si hubiera reacción a todos esos eventos, la participación electoral hubiera sido mayor. Pero es que el descrédito es para todos los políticos como participantes de una orgía de mentiras, escándalo y apropiaciones indebidas, no sólo de dinero, que también. El abandono del electorado no es a sus partidos; es al sistema en sí mismo. Cada vez importa menos todo, y entonces surge los simbólico, lo irracionalidad y el puñetazo encima de la mesa.
El problema ha sido la altísima abstención. En mi opinión, desde el momento en que se permitió que «el tema» catalán pasara a formar parte de la campaña electoral, los del partido voceón en tanto que ejercientes de la acusación popular contra los malvados indepes tenían terreno abonado… para quitarle votos a los «maricomplejines» del PP. No olvidemos que, por muy felices que se las prometa ahora el candidato pepero, su partido se ha llevado también un buen batacazo. Con candidatos menos corruptos y más coherentes en la izquierda, probablemente la abstención habría sido más baja y Abascal y sus mariachis habrían sacado menos escaños, pero no creo que hubieran tenido muchos menos votos.
Por mi parte, y aunque no quisiera desearles nada malo a los andaluces, no seré yo el que pida un cordón sanitario para los voceros. Al contrario, a ser posible que les den alguna consejería en las que tengan oportunidad de aplicar su sesudo programa. Por ejemplo, Igualdad, Trabajo, Bienestar Social o equivalentes. Ya se pondrán la soga al cuello ellos solitos.
Sólo espero que en la Alemania de 1932 nadie hiciera comentarios del tipo que no pasa nada, que nos lo tomamos a la tremenda y que son sólo unos botarates.