La mejor aliada de los irresponsables políticos que nos han llevado a la repetición electoral del 10 de noviembre es la desmemoria de la mayoría de los que votamos. Y hago precio de amigo, porque tal vez sería más atinado hablar de la indolencia, de la dejadez o, más en llano, de la pachorra del personal. Quiero yo ver en el momento de contar las papeletas en qué queda toda esa indignación sulfúrica que se exhibe en barras de bar, colas de carnicerías y no digamos en Twitter, Facebook y los tremebundos grupos de guasap.
¿De verdad alguien cree que la forma de castigar a unos tipos a los que se la refanfinfla todo es no presentarse ante las urnas el día de autos? Sin pensar en a quién le vendría de perlas y para quién sería el roto, ya habrán escuchado a esa mediocridad venida a mucho más que atiende por José Luis Ábalos. “No hay ningún miedo a la abstención”, se jacta el palafrenero de Sánchez ante cada alcachofa que le ponen delante, dejando claro que para él, su jefe y el iluminado que le susurra a su jefe, la ciudadanía es un rebaño de mansas ovejas. Lo triste es que los hechos pueden darles la razón.
En resumen, tengan cuidado con a quien votan, pero también con a quién no votan. Como apunté aquí mismo hace unos días, en nuestros terruños tenemos el pequeño consuelo de que hay, por lo menos, dos siglas a las que no podemos achacar esta inmensa tomadura de flequillo de la que hemos sido —¡y seguimos siendo!— víctimas. Cierto es también que con eso solo avanzaremos si los hados quieren, como ha ocurrido con cierta frecuencia, que estos escaños resulten determinantes para conseguir la mayoría buena. Así sea.
Mirando algunos datos, la historia nos ilumina sobre el hecho de lo fácil que resulta conseguir mayorias absolutas con la inestimable colaboración de los «castigadores» de cada turno:
Felipe González, sucesivamente en 1982, 86 y 89 obtuvo mayoría absoluta con, respectivamente, el 48, 44 y 40 % de los votos válidos emitidos. Pero ¡ay!, si miramos en relación al total del censo, resulta que nos gobernaron gente que habían obtenido respectivamente el 38, 31 y 27 % de aquellos llamados a las urnas. Y en el 2000, Aznar pudo cambiar la ley del Suelo, beneficiar a las Sicav con impuestos de miseria engordar los datos del PIB para entrar en el € y participar en Irak con los pies encima de la mesa, con una mayoría absoluta obtenida con no más del 31%, al igual que el 2.011 nos pudo mantener en la crisis el hábil registrador de la propiedad con otro 31 % .
Sin ir más lejos, ahora mismo nos quería formar gobierno con un sí ciego y gratis alguien que ha obtenido el ¡21,63 % de los votos posibles!
Todos estos detentadores de la «representación popular» fueron seguramente castigados por una legión de indignados (con razón, desde luego) que, o bien no van a votar porque «no quiero darles un puesto de trabajo a unos vagos, que todos son iguales», o, peor todavía, «yo ya sé a quien votar, pero total para que no gane, que lo hacen los de siempre…»
La abstención, con ser un derecho, es un derecho-trampa. Solo vale cuando realmente le da a uno igual o «permites» un resultado, pero no cuando quieres castigar, porque el voto de cada uno debe ser conquistado, mientras que la abstención es una facilidad que da el que renuncia, y precisamente al que, según el abstencionista, no lo merece. Un auto-engaño. Y ya nos engañan demasiado como para ser cómplices.
o votamos o gobierna la extrema derecha, that’s the question.
Estos meses han servido para comprobar las coaliciones de toda la derecha con la extrema derecha, esta certificado. Gracias a la paciencia política de Sanchez. PACIENCIA. valor cristiano.
Los problemas prioritarios e importantes a resolver por la coalición de la extrema derecha son, ETA, Otegi, quien gobierna en navarra, y «los tanques» 155 que hay que sacarlos a la calle.
…y precisamente por eso, Esnepel (y, por supuesto, Maese Vizcaino), esta súbdita del Felipe Uve Palito va a ir a votar el próximo noviembre aunque sea apretando los dientes, por que en nuestras circunstancias abstenerse equivale a regalar una micra de soberanismo al ogro, aunque sea tan mediocre como este.
También se reían los «intelectuales» de Jose Antonio Primo de Rivera y los únicos primos resultaron ser los que perdieron (perdimos) la guerra.
¿Seguro que sirve para algo votar? Uno empieza a creerse en serio que esto es todo una mentira que solo se hace «verdad» cuando los resultados convencen a los que de verdad manejan el poder económico.
Aquí sen ilegalizado partidos para obtener esos resultados y se han legalizado otros por ahí abajo con mentiras hacia el electorado con la misma intención,
Creo que la única ventaja de hacerse viejo es que se deja de ser crédulo.
¡Se lo van a tener que currar mucho TODOS, para que algunos volvamos a las urnas!.
Completamente de acuerdo: hay que votar.
No votar supone ponérselo más fácil a PP y PSOE para ganar.
Supone desentenderse de la política y dejar que los políticos campen a sus anchas.
Nada me revienta más que esa gente que siempre se queja pero no tiene narices de ir a votar porque les da pereza. Eso sí, se chupan horas de espera para ver un concierto o un partido de fútbol pero no se pillan quince minutos para ir a votar. Son perores que los peores políticos.
Debería de estar claro que los políticos no son más que reflejo de lo que son sus sociedades. No esa sociedad que se cree x cosas, sino la que realmente es: egoísta, incapaz de tomar decisiones que tendrían enormes beneficios a largo plazo porque al corto son un coste (o simplemente un engorro…), etcétera. Solo cuando se reciben buenas paladas en la cara de la realidad se cambia de actitud.
Porque, vamos a ver ¿Qué hizo el currito medio cuando ZP heredó la burbuja? ¿Ponérselo fácil para que la desinflara? ¿Manifestarse para que se dejaran de construir carreteras y aeropuertos y se invirtiera en I+D? No. Siguió participando con entusiasmo, y cuando definitivamente hizo explosión la burbuja y nos llevó a la peor crisis desde, por lo menos, los setenta (los que hablan de la probable desaceleración como una crisis peor que la anterior, que se lo hagan mirar, por favor). ¿Qué hicieron? Dar el poder exactamente al partido que nos había metido en ese camino porque les prometía obrar el milagro de nuevo.
¿Quiero decir que con esto no hay esperanza? No, qué va. Solo que no hay soluciones facilonas. Esté Casado, esté Sánchez o esté cual, lo que se cambia son tendencias a medio largo plazo. Por eso es importante.