Conforme a lo previsto, España ha superado los 100.000 casos, con más de 800 muertos diarios. En Hego Euskal Herria hoy rozaremos —esperemos que sin sobrepasar— los 10.000 positivos y los 600 fallecidos. No deja de horrorizarme la facilidad que hemos adquirido para hacer tan siniestras previsiones y, por encima de todo, la normalidad con que manejamos semejantes cifras. Tampoco diré que es porque nos hayamos vuelto indiferentes. Creo, simplemente, que hemos perdido la perspectiva y que nuestra humana defensa es no profundizar demasiado. La paradoja es que casi nos aterran más los números pequeños, porque esos vienen con nombres y apellidos de círculos que se van estrechando sobre nosotros.
Por fortuna, hay un contrapeso al que abrazarnos como vía para la esperanza. Igual que lo extraordinario se nos ha vuelto ordinario, en el partido de vuelta, lo ordinario se demuestra extraordinario. Hablo, sí, de todas esas y todos esos profesionales que siempre habían estado cuidándonos y en los que ahora reparamos, pero también de vecinos anónimos que en estas circunstancias han revelado capacidades inesperadas incluso para ellos. Quede aquí constancia de mi admiración, por ejemplo, por la mujer que anima la tarde-noche de mi barrio pinchando discos desde su balcón. Y por tantos más que lo hacen menos difícil.
La sociedad en general está concienciada que el confinamiento es necesario para proteger nuestro sistema salud, a nuestros mayores y sobre todo a nosotros mismos. No obstante, observo, frecuentemente en nuestras calles que el suelo sigue estando lleno de flemas: nuestros hombres ancianos, mayores o personas de otras culturas tienen esa costumbre, que siempre me ha horrorizado y que hoy, más que nunca es un peligro público. Qué nos estamos llevando a casa? Dicen que es necesario dejar el calzado fuera pero…. No dejan salir un niño o una persona mayor a dar un paseo y sin embargo no se está frenando esta horrorosa costumbre que considero es un peligro de salud para el resto.
Y por último, y dada esta situación, reflexionemos sobre lo que el confinamiento ha supuesto para el resto de seres vivos y para la propia naturaleza. Como ecologista y animalista, siempre pensé, lo que supondría un planeta sin humanos para el resto de seres vivos. Hoy con tristeza lo estamos viendo. Hagamos un esfuerzo para luchar por todo aquello que hasta ahora ha supuesto un ataque por parte de los humano