Una hora después de que el ultramonte motorizado pusiera la nota bicolor —rojo y gualda— por el sufrido asfalto de varias ciudades hispanistaníes, incluyendo Bilbao y Gasteiz, el Timonel Sánchez emitió una suerte de adelanto de último parte de guerra. Faltaría más, no dio por cautivo y desarmado al bicho, puesto que todavía queda un rato para seguir ordeñándolo como se hace con las benditas maldiciones, pero sí apuntó que la nueva normalidad, o sea, la vieja tuneada, está a la vuelta de la esquina. Apertura al turismo extranjero ya en julio, no vaya a ser que los italianos, a los que se ha seguido al milímetro en cada mala decisión, y que ya se han adelantado en ese terreno, le coman la merienda a la tierra que nació entre flores, fandanguillos y alegrías.
Y la cosa es que no seré yo quien critique tal decisión, del mismo modo que me parece absolutamente razonable celebrar a mediados de ese mes unas elecciones si la situación sanitaria lo permite. Hasta entonces seguiremos en este columpiarnos de fase en fase o de desfase en desfase, con episodios como la toma al asalto y antes de tiempo de las playas, las colas kilométricas ante las terrazas o la cuchufleta del inicio de las fiestas de Beasain el viernes pasado que le costó la dimisión a una edil de EH Bildu que se dejó llevar por el jolgorio.
Al mismo tiempo que se anuncia que más de 800.000 hogares españoles recibirán el salario de subsistencia, se anima a planificar las vacaciones.
Hay algo que no me cuadra.
El anuncio es un «más de lo mismo». «Lanzaos a consumir, disfrutad del tinto de verano en chiringuitos precarios servidos por camareros temporeros, que os lo merecéis».
Nada de autocrítica en la falta de inversiones en investigación, plazas de hospital, UCI’s, equipos sanitarios, mejor asistencia a los mayores, cambio de modelo productivo…
El parte final de guerra es que vuelve el fútbol y paellas. Mientras, seguiremos exportando enfermeras, médicos e investigadores.
Por lo menos no ha habido ningún uniformado.
Tras animar Sánchez a «planificar las vacaiones» aumenta el rastreo de hoteles en las redes para reservar estancias.
En Bilbao se reanuda la construccion de otro superhotel en la Plaza Circular. «Sentro, sentro de BIlbao, pues»
Nos hemos caido de la bicicleta de la ciudad de servicios, muchos se han roto la crisma pero nada, seguimos igual.
Si se hacen más hoteles es que se supone que la hostelería irá otra vez como un tiro y será la base de la economía bilbaina.
La verdad es que el momento no invita al optimismo . .Todo esto empieza a recordarme a la antigua Roma cuando se calmaba a la plebe con el circo Romano .. 👍 la realidad es que tendremos que aterrizar de golpe y levantarnos a base de trabajo de unir el hombro y de paso intentar cambiar lo que hicimos mal
Tenemos dos grandes piedras atadas al cuello en lo económico. La dependencia del turismo y el turismo. De resimensionar el segundo se ha encargado el virus este. De lo segundo… pues mira, que mucha gente preferiría arrancarse los dientes que subir el IBI. Las cosas como son, no solo los curritos de Vox se creen que cualquier ataque a los ricachones les ataca a ellos. También la gente que insiste en mantener un mercado inmobiliario tal como está aunque luego la desangren. Y cuando nos demos todos una hostia bárbara otra vez por haber hundido tanto dinero en ladrillo… la culpa será de «los malditos bancos» claro.
*la dependencia del ladrillo y el turismo.
Parece que el peligro sólo existe para la hostelería.
Yo me preocuparía más por las empresas que necesitan mano de obra cualificada y las están pasando canutas.
El futuro no está en servir cervezas.
Entiendo las críticas y el hartazgo que provoca Nuestro amado Pedro. Un sujeto al que sólo le importa el poder, que pacta con quien sea y que ha afrontado una crisis sanitaria con autoritarismo y patriotismo (como buen español) no debería despertar la menor simpatía.
Pero no olvidemos que, cuando vuelva a haber elecciones en Españistán, el PSOE será el partido más votado.
Y no olvidemos que la mayoría no habrá aprendido nada y sólo desea volver «a lo de antes» igual que, después del estallido inmobiliario de 208, millones volvieron a votar al PP con la esperanza de que montara otra burbuja.
algunos dirán que esa mentalidad prevalece en España y que EH y Catalunya son distintas; es posible, no lo sé. Pero mientras sigan formando parte de Ñordistán participarán de eso. ¿O no tenemos bastante con el mando único y la recentralización impuestas por Kim Jong Sánchez?