Esta noche, gran velada. O sea, gran discurso. ¿Albergo expectativas exageradas? Seguro, pero si siguen mis desvaríos desde hace tiempo, sabrán que tengo entre mis perversiones menos presentables la de atizarme en vena el mensaje borbonesco de nochebuena. Del que toque. Lo hacía con el viejo y golfo y he seguido con su preparadísimo (ejem) vástago. Comprendo perfectamente el sarpullido que le puede provocar al común de los mortales, especialmente de los censados en la pérfida Baskonia, la sola idea de someterse al blablablá del coronado impuesto de turno. Sin embargo, entre que me dedico a esto de opinar y tengo ese natural bizarro que les decía, mientras las gambas chisporroteen en la plancha, yo estaré atento a la cháchara del inquilino de Zarzuela.
¿Es que nos va a dar algún gran titular? Abandonen toda esperanza. La gracia residirá, sospecho, en cuánto tiempo va a estar amorrado el tipo a los topicazos de la pandemia para evitar el par de asuntos sobre los que lleva callando el muy joío desde tiempo ya casi inmemorial: las incontables manganzas de su progenitor y los apoyos a su coronada persona del más rancio facherío con o sin uniforme. Apuesto (y creo que gano) a que en el mejor de los casos hará una velada alusión a lo primero y dejará sin mentar lo segundo. Queda poco para comprobarlo.
Luego los haces un resumen, ufff el sarpullido qué me entra.
Yo prefiero ver a las gambas en la plancha que al Borbon en la pantalla.
El nuevo mini pronunciamiento, publicado ayer, de militares esta vez en activo diciendo que lo de matar a 26 millones no es tan mala idea porque son muchos los españoles de bien que opinan así.
Y siendo esa bestialidad algo que pondría en apuros a cualquier ejército de cualquier democracia normalita, en Hispanistan se ha asumido la propuesta de escabechina sin escándalo alguno porque ahora estamos más por la labor de comer croquetas en familia y allegados.
La ministra Margarita, una especie de Mariquita Pérez a tamaño natural de la posguerra y socialista de derechas de toda la vida ha dicho al respecto lo mismo que dirá el jefe de esos milicos esta noche, o sea nada. Porque si dijera lo que piensa sí provocaría un poco de revuelo… en el extranjero. Salvo en Emiratos, que alli reside el rey del 23F.
A lo segundo habrá una alusión más velada todavía, casi imperceptible, pero que permita que los medios afines la identifiquen como tal y la aplaudan.
Esto es; afirmación del compromiso e identificación inequívoca con el orden constitucional y el pluralismo que nos permiten disfrutar del periodo más largo de democracia y progreso…
Y de ahí se inferirá el mensaje a los revoltosos de que no está bien cuestionar el sistema y que los 26 millones de rojos fusilables también tienen cabida a la sombra de su Corona.
No te cojo la apuesta. Es tirar a parao.
Bueno Renano…en esto no aplicaría aquello de que el orden de los factores no altera el producto.
No es lo mismo el Borbón cocido (como era tradición) y las gambas en la plancha que las gambas cocidas y el Borbón en la plancha.
Ver y oír para creer.
No adelantemos las opiniones.
Igual hoy sí habla de lo que tendría que hablar.
¿Quién sabe?
En Navidad todo es posible. ¿o no?
Yo creo que en este caso…..NO
Yo lo siento pero oir la palabra rey me deja atontado me entra un sarpullido que me cago, ¿como se puede tener a alguien de rey?, que es eso de que heredo la corona, que es eso de la corona, y que encima me vengan vendiendo que un tio que nace de un polvo, como todos aunque hoy tambien sin polvo, es un rey y segun cuentan, siempre las malas lenguas por que este es rey y sus hermanas no son las reinas, y por que ese llamado rey puede hacer lo que se le ponga en los….. conmigo y con el que se le ponga en los mismos…. pues es inviolable. Perdonad pero es que la palabra rey me desarbola y creo que es por no estar preparado.
Ni lo vi ni lo escuché. Muy bueno para el Trifachito y para el PSOE por imperativo legal.
Como siempre y diga lo que diga.
Pues, querido Javier, el comentario de Deia respecto del discurso del emérito:
(https://www.deia.eus/actualidad/sociedad/2020/12/24/felipe-vi-arremete-padre-principios/1087939.html)
bien podría haberlo firmado el mismísimo Zarzalejos en el Correo o en el ABC.
¿Qué pasa? ¿Que ahora Deia se nos va a volver monárquico?
Me ha convencido su majestad. Si me llaman para la encuesta de la sexta les digo que mi voto va para la «monarquía constitucional» aunque creo que en la Cataluña golpista y en tierras de conciertos y cupos no han preguntado porque no aparecen las preferencias de los partidos mayoritarios aquí y allá. qué raro.
Por lo oído y leído no creo tampoco que el rey haya incumplido en este caso uno de los capítulos de su nómina.
El discurso de Navidad de todos los jefes de estado, reyes, presidentes de república, y otros símbolos vivientes suelen consistir en un encuentro con sus ciudadanos arrebañados para hacerles ver que no están solos, que tienen un pastor benévolo y que juntos nos salvaremos de las pestes, las guerras y las hambres.
Lo que incumple su obligación de ganarse el sueldo es cuando no dice nada antes de Navidad.
Cuando un grupo significado de jubilados que estuvieron a su cargo incitan al fusilamiento de parte del rebaño, el pastor debe hablar y así sabremos todos que les apoya en sus pretensiones o no, e informar si los que no se han jubilado piensan igual o rechazan esas pretensiones genocidas. Cuando tu padre, que te ha cedido el puesto graciosamente, que reconoce que debía un pastón a la hacienda de todos y del que sabes que tiene unas cuentas poco claras en suelos no patrios se fuga sin decir donde va y no vuelve, es precisamente en ese momento la ocasión que tu puesto te obliga a hablar de ética, cumplimiento de la Ley y solidaridad, y para ello poner en claro nítido tus cuentas y hasta el gasto más pequeño que te es pagado por todos. Esa es la distancia que debe marcar un rey constitucional de un fugitivo.
Ahora ya es tarde, el papel de Jefe de estado constitucional no puede ser un besamanos simbólico continuamente, y aprovechar que se está obligado a felicitar las fiestas por educación, para hablar veladamente de lo que le preocupa a los demás, que a él no, omitiendo lo que le preocupa y a los demás nos indigna.