No se me ocurre qué puede haber en la cabeza de trece veinteañeros para darle una brutal paliza a un chaval de su misma edad al grito de “¡Maricón de mierda!”. Para nuestro pasmo y, en mi caso, profunda vergüenza y asco indecible, esto ha ocurrido en Basauri, a apenas veinte kilómetros de donde vivo yo. Por supuesto que no caeré en la milonga facilona de achacar a toda la sociedad lo que obviamente es responsabilidad única de los descerebrados e inhumanos agresores. Pero estimo muy necesario poner el dedo en esta dolorosa llaga para que no caigamos en el vicio autocomplaciente de creer que estas cosas no pasan entre nosotros. Pues sí: pasan, como puede acreditar Ekain, el joven que acabó en el hospital simplemente porque a los ojos de los trogloditas que se cruzaron en su camino su opción afectiva es merecedora de un escarmiento. Mi escepticismo congénito me hace pensar que será muy difícil acabar con este tipo de comportamientos. Pero eso no quiere decir que haya que dar la batalla por perdida. Al contrario: tenemos que pasar a la acción. Y no solo de boquilla. Son muy bienvenidos los comunicados unánimes (esta vez, sí; menos mal) de condena, las concentraciones de apoyo a la víctima y cualquier otra demostración de repugnancia y rabia. Sin embargo, lo que de verdad procede es pasar de las palabras a los hechos. Si decimos que estas actitudes son intolerables, demostremos que de verdad no las toleramos. Hay trece fulanos, trece matones, trece hijos de la peor entraña, sobre los que debe caer no solo nuestra indignación sino todo el peso de la ley. De manera inmediata y sin contemplaciones.
Le dieron una paliza entre varios y no lo mataron porque hubo suerte.
Eso sí, los efectos visibles a primera vista son un ojo morado y algunas contusiones. Por eso es importante que se haga un informe forense completo, para que se vean todos los daños internos y posibles golpes que no fueron mortales por casualidad; cambia de ser un delito de lesiones a ser un homicidio en grado de tentativa.
Ah, y no, no es taaaaaan distinto de otras latitudes españolas. La única diferencia es que a estos bestias no van a salir a defenderlos el pueblo de la piel de toro.
Parece que vamos hacia atrás, pero quiero creer que macarras con o sin estudios que no saben hacer la O con un canuto y que seguramente estarán todo el día «colocaos» ha habido y habrá siempre, para desgracia nuestra, pero empieza a ser preocupante que jóvenes de estas edades tengan comportamientos fascistoides tan frecuentemente. Quizás el problema empieza con la educación que se les da en su propia casa. Espero y deseo que los jueces no dejen estas agresiones en agua de borrajas. Cárcel para esta gentuza.
Claro que entre nosotros también hay individuos infrahumanos como los que han agredido a Ekain. Que no merecen ser calificados de personas. Y que como dice Javier, debe caer sobre ellos todo el peso de la Ley. Es lo menos que podemos hacer en un Estado de Derecho, y que por eso se pueden considerar afortunados, ya que de no ser así, se merecen lo del «ojo por ojo y diente por diente».
Otra cosa será es si tenemos Leyes adecuadas para castigar estos delitos, de forma ejemplar y ejemplarizante, para que si es posible no vuelvan a reproducirse, cosa que se me antoja muy difícil, pero hay que ponerse manos a la obra.
Librarnos de estos infrahumanos merece la pena, es necesario y además es de justicia.
Divertirse, o lo que carajo sea lo que hacen, en manada les cubre de una presunción de impunidad alentada además por la sobrecarga de alcohol, drogas y hormonas en mal estado.
Si vemos que en un par de días están los 13 en libertad, como suele ocurrir generalmente, e incluso sin medidas cautelares, es que la justicia funciona mal.
La víctima ha cumplido de sobra denunciando sin miedo, la sociedad condenando moralmente a los primates subdesarrollados y la policía identificando y deteniendo.
Ahora son sus señorías las que deben ejemplificar aplicando objetivamente las leyes para evitar barbaridades de este pelo.
Y lo malo no es solo lo que sabemos, sino que todo el voxerío habitual de foros digitales aprovechó este hecho para vomitar pletórico su escoria racista y xenófoba a raudales sin la menor alusión o empatía hacia la víctima (algo entendible pues ya sabemos que además son homófobos). Buena parte de esta ralea neonazi se desfoga en los foros de un medio «Ilustre de Bilbao», que no les pone ninguna cortapisa para hacerlo, pero que borra las respuestas a quienes les replican evidenciando sus fobias. Los vómitos racistas de ayer fueron de tal calibre, que hasta me permití imprimirlos todos en un pdf y enviarlo a la Ertzaintza para que lo revisen porque ahí había odio xenófobo a raudales. Eso sí, entre los conocidos «nicks» voxeros racistas de esos foros, ni una palabra, ¡pero ni una!, de ánimo o reconocimiento hacia el agredido.