Ahora que ha terminado el curso escolar —para muchos, ya lo hizo en mayo; qué suertudos los zagales de esta época—, conviene echar la vista atrás. Sin ira, claro, pero con el ánimo de poner el punto en cada i y de señalar a la legión de profetas del apocalipsis que han quedado con sus generosas posaderas al aire. Los datos contantes y sonantes nos hablan de una extraordinaria falta de acontecimientos reseñables. Ha habido, por supuesto, algún contagio y no pocos aislamientos preventivos. En el caso de los primeros, los positivos, cabe acotar dos realidades: una, su proporción en el ámbito educativo ha sido menor que en cualquier otro; dos, han afectado más a los adultos que a la chavalería.
Es evidente que no ha sido un curso más, como nada lo ha sido en este año y medio en el sector al que dirijamos la mirada, pero a efectos prácticos se ha desarrollado sin que la pandemia haya determinado de modo crucial lo puramente académico. Ningún alumno ha aprobado o suspendido más de lo que lo hubiera hecho en ausencia del virus. Y en cuanto a lo verdaderamente importante, su salud no se ha expuesto a más riesgo en las aulas que en los bancos del parque en los que se sientan arracimados o que en sus propias casas. Al contrario: en el pupitre, en el patio o en el gimnasio han estado infinitamente más protegidos que en los lugares citados. Espero sentado una petición de disculpas y la admisión de su tremendo error de los que a finales de agosto y principios de septiembre de 2020 nos pintaron un panorama de chiquillos y docentes cayendo como moscas y acusaron a las autoridades educativas vascas de promover poco menos que un genocidio.
Hablando de los más pequeños en particular, su comportamiento en relación a las normas de seguridad ha sido sorprendentemente maduro.
Y hablando de los docentes, cuidadores y cuidadoras.. han mantenido el tipo de una forma ejemplar.
Merecidas vacaciones por mucho que se les critique por ello.
Primero felicitarnos todos por la prueba superada, y con buena nota, de un curso totalmente atípico, especialmente para: profesores y alumnos, Centros educativos e instituciones, Padres y Madres, y es que las dudas fueron muchas. Los riesgos también. Pero el trabajo del día a día ha sido extraordinario y lo ha superado todo: los malos pronósticos de algunos, la falta de medios en otros casos, la necesidad de improvisar, etc. Así es que todos nos merecemos un buen verano para reponer fuerzas, ya que las vacaciones no son eternas, y sin pretender amargar la fiesta a nadie, no hay que olvidar de Septiembre llegará. Y Dios quiera que llegue, y nos encuentre bien preparados.
Que así sea
Si no me equivoco hasta una huelga hubo en educación para recibir el inicio del curso…..pero nada, ya puedes esperar sentado a escuchar las disculpas o admisión del tremendo error. Ellos son la verdad y el camino. Te adoramos señor, Amén.