Entre la pandemia y la pereza creciente que nos da mirar hacia atrás se nos está yendo por una esquinita de la actualidad el juicio por el sumario 13/13 que se está celebrando en la siniestra Audiencia Nacional. Se sientan en el banquillo ocho personas acusadas de formar el llamado frente jurídico de ETA. Dos de ellas, Naia Zuriarrain y Saioa Agirre, ofrecieron el martes un relato escalofriante de las torturas que sufrieron en el momento de sus respectivas detenciones. La primera contó que, después de advertirle de que lo pasaría mal si contaba algo, le echaron agua fría por la cabeza y pusieron una bolsa de plástico para dificultarle la respiración. A Agirre le amenazaron con que tras su paso por las dependencias policiales no podría ser madre y la sometieron a diferentes vejaciones sexuales. Todo esto fue denunciado en su momento ante el juez instructor del sumario, Fernando Grande-Marlaska. Fiel a su costumbre, el todavía hoy ministro de Interior miró hacia otro lado.
Desde estas líneas dejo constancia de que doy total credibilidad a los dos testimonios. Por supuesto, condeno sin paliativos los hechos denunciados, muestro mi solidaridad con las dos mujeres que sufrieron semejante trato inhumano, insto a pronunciarse a quienes siempre llevan en la boca la defensa de los derechos más básicos y añado que, hayan pasado los años que hayan pasado, se hace imprescindible una investigación que esclarezca lo sucedido y si se demuestra la veracidad, se imponga a los torturadores la pena que corresponda. Es exactamente lo que hago ante cada vulneración de los Derechos Humanos, independientemente de quien la perpetre. No es tan difícil.
En realidad, sí, Javier. Es muy difícil. Porque la mayor parte de la gente trabaja con absolutos morales de grupos. «Buenos y malos». Ya está. Que tu grupo cometa atrocidades como torturas así, simplemente no existe, es cosa de una «campaña orquestada», etcétera. «Como no hay marcas…»
Ah, y espérate que eso no es más que la forma más habitual de hablar de estas cosas. La justificación de esas barbaridades por el «bien mayor» es solo un poco menos común.
F. Ledesma, Baltasar Garzón, Ángela Murillo, Grande Marlaska….¡Uf!… este es el nivel de la judicatura Hispanistaní…..mas los TSJ correspondientes.
Comparto totalmente tu último párrafo pero-ya lo sabes- espera sentado. En este momento la moda en las teles de la completa democracia Española es llamar a las comisarías Cubanas y compungirse mucho poniendo cara de puro demócrata y fetén defensor de los derechos humanos universales, incluso, cósmicos ante las respuestas de los policías de que no hay nadie con el nombre por el que preguntan en dicha comisaría……desaparecidos!!!!ooohh!!!!.
No sé-mejor dicho si-para que se van tan lejos. Podían haber ido a preguntar a Intxaurrondo cuando la madre de Mikel Zabalza preguntaba allí por su hijo y la mandaban a «objetos perdidos» a buscarlo. O que hablen con Marlaska a ver como se hace eso de torturar y no dejar ni rastro y si eso taparlo bien tapadito. Con lo cerca que lo tienen a que manía con Cuba.
Por si alguno se lo pregunta, sí, Cuba es una dictadura.
Terrible la repugnancia que me causan los jueces protectores de los torturadores.
Personaje sin alma, torticero, trepa, estómago agradecido y contribuyente moral del ejército de violadores de mujeres. Reivindicador hipócrita de la libertad sexual
Repugnancia también la que me causan ciertas feministas de aluvión capaces de montar un pollo por una gilipollez dicha por un machista famoso y cobardes como ratas cuando la mujer es vejada y violentada dentro de una institución del estado.
Execrables personajes de la España negra.
Los unos y las otras.
Algunos se han atrevido a calificar de modélica la Transición Política Española tras el fallecimiento de Franco. Unos lo harán de buena fe (¿?) pero otros con muy mala intención y la necesidad de hace creer que de verdad fue así, cuando se ha demostrado que la única verdad es aquella de que el dictador lo dejó todo «atado y bien atado». Tan bien atado lo dejó que después de más de cuarenta años, hay «paquetes», temas, que siguen así: «atados y bien atados».
Leer en el año 2021, del siglo XXI, lo que escribe Javier, me parece estar soñando, o en otro País, de esos que llamamos bananeros.
Y no, es en España donde aún se dan esas situaciones de injusticia, de impunidad, de ineficacia judicial, de incapacidad política y de otras muchas cosas, como por ejemplo, demostrar que es verdad que Franco lo dejó todo «atado y bien atado».
No me suele gustar usar la expresión «lo peor» porque puede dar a entender que lo otro es «mejor».
Pero en el caso de la tortura creo que no hay nada más esencialmente malvado, miserable y monstruoso.
No creo que ya nadie tenga dudas de que durante muchos años aquí se practicó de forma sistemática pero me temo que sí va a quedar enterrada o cubierta por un tupidísimo velo.