Dicen que no hay preguntas impertinentes, pero caray. No sé demasiado bien a qué viene preguntarle a un actor si hubiera sido de ETA o Jarrai en caso de haber nacido en Euskadi. Ni siquiera a Luis Tosar, que en Maixabel encarna —magistralmente una vez más, aplauden todas las crónicas— a Ibon Etxezarreta, el sinceramente arrepentido asesino de Juan Mari Jáuregui. Ante semejante interpelación, la respuesta del lucense fue propia del estereotipo gallego: “Quizá sí. O no. Depende de muchos factores”. Incluso añadió, inclinando la balanza hacia el no: “El entono puede mucho, pero también hay una intención. Está en ti”.
De nada sirvió. En cuanto trascendió el entrecomillado forzado (“De nacer en Euskadi, quizá podría haber acabado en ETA”), saltó como un resorte toda la policía de la moral de Twitter con sus porras dialécticas y abundantes faltas de ortografía y patadas a la gramática. Tosar quedó retratado como actor subvencionado, bilduetarra y, en fin, enemigo de la nación española. No se trataba, como señalan las interpretaciones más benévolas, de déficit de atención lectora. Era pura miseria moral, vocación de manipulación intencionada y linchamiento a un colectivo, el de los artistas en general, que siempre está en la diana de la carcunda. No deja de resultar gracioso y revelador que muchos de los héroes y referencias intelectuales de los acollejadores son individuos que no pueden acogerse al condicional. De Juaristi a Onaindia, pasando por Azurmendi o Teo Uriarte, no son pocos los en su día jóvenes vascos que se enrolaron en la banda, muchos de ellos con un fanatismo atroz. Así que dejen a Tosar en paz.
Antonio de la Torre es el actor que interpretó a Melitón Manzanas en una infumable pelicula desde el punto de vista de respeto a la Verdad, siendo un instrumento al servicio del relato único, por miserable que sea.
Melitón, personajebterrorifico condecoradonpor el estado de derecho y al que el museo vitoriano de los horrores de una parte dedicó un homenaje, torturaba muy bien para unos y repugnantemente para otros. En la peli se le presenta como un ejemplar padre de familia, eso sí un poco bruto en su curro que consistía en salvar a España.
Si a Antonio de la Torre le hubieran preguntado si se planteó ser torturador alguna vez viviendo en Vascongadas ¿qué hubiera respondido? Esa pregunta no interesaba ni a la caverna mediática ni a las redes de la fachenda hispanistaní.
Hoy he leído en El Mundo lo siguiente a Arcadi Espada.
«La viuda de Jauregui lleva dos décadas dejándose perdonar por sus asesinos».
No he podido leer el vómito completo porque no estoy suscrito y por salud mental pero ahí queda eso.