El Gobierno Vasco ha reconocido como víctima del terrorismo institucional a Mikel Zabalza. Es sin duda, una gran noticia que no evita una amarga reflexión. Para empezar, es desazonador que hayan tenido que pasar 36 años para certificar algo tan clamorosamente evidente. Desde el mismo instante en que el cuerpo del navarro apareció en el río Bidasoa con las manos esposadas a la espalda, 19 días después de su detención y traslado al cuartel donostiarra de Intxaurrondo, todos sabíamos lo que pasó. Tampoco había que ser un lince. Era un secreto a voces el trato que se dispensaba a los que daban con sus huesos en las siniestras dependencias beneméritas. Además, el vomitivo ministro de Interior del gobierno del PSOE, José Barrionuevo, lo había anunciado chulescamente en el Congreso ante la denuncia de la ausencia de noticias sobre el paradero del conductor de autobuses: “Aparecerá o será encontrado”. Por si faltara algo, hace unos meses escuchamos con un nudo en la garganta la grabación en la que el capitán de la Guardia Civil Pedro Gómez Nieto le decía al entonces jefe del CESID, Juan Alberto Perote, que a los torturadores “Se les ha ido la mano, se les ha quedado en el interrogatorio”.
Con tal avalancha de datos irrefutables, el reconocimiento como víctima por parte del Estado debería haber sido de oficio. Pero este es el minuto en que España da por buena la abracadabrante versión oficial según la cual, Zabalza huyó —¡con las manos esposadas a la espalda!— y tras recorrer un buen número de kilómetros, cayó al río y se ahogó. Tras este paso del Gobierno Vasco, el español debería reparar la descomunal injusticia.
Yo lo que no trago es eso de víctima de «abusos policiales». Alguien tragaría si dijéramos que M.A. Blanco fue víctima de los «abusos ETArras»?.
Detenido, llevado al centro de torturas de la guardia civil de Intxaurrondo, salvajemente torturado en sus dependencias (dependencias oficiales del gobierno Español) por funcionarios Españoles (guardia civiles), asesinado, hecho desaparecer y explicada esa desaparición mediante una versión oficial delirante y secundada por el gobierno Español del PSOE. eso no es un «abuso policial», eso es un gobierno Español, un estado y un partido político (PSOE) de mierda hasta el cuello como vulgar cúpula militar argentina de la dictadura, eso es terrorismo de estado puro y duro con todos sus actores materiales e intelectuales de rositas, eso sí, así que Mikel Zabalza de víctima de «abusos policiales» nada, Mikel Zabalza es víctima del «terrorismo de estado». Y punto.
«Se lo merecía» es lo que subyace bajo semejante silencio. «¿Y por qué se lo merecía, si no era siquiera miembro de nada?» Pues porque era vasco, o quizá por amigo o quizá…
Cualquier cosa antes que reconocer la brutalidad de los hechos. Cualquier justificación vale.
Y no, no es distinto quien quiere echar tierra sobre este asunto (o sobre el 3 de marzo, ya que estamos) de quien quiere «dejar atrás» otros «pecadillos» (en forma de cientos de muertos sin aclarar). Solo cambia cuántos colores tiene la bandera que ensucia con semejante bajura moral.
Más vale tarde que nunca. Aunque en este caso no tenga un mínimo de justificación, el que sea «tan tarde». Parece mentira que sea tan difícil y tan largo en el tiempo, conseguir que, quienes han tenido o tienen el poder, reconozcan sus crímenes y sus injusticias. TREINTA Y SEIS años de ocultar y falsificar pruebas; de mentiras; de sufrimiento añadido para los seres queridos de Mikel Zabalza; para un Pueblo que constantemente ha pedido justicia y reparación por el daño causado, incluso, y al mismo tiempo, desde la mayor de las condenas al terrorismo de ETA. Y es que las injusticias, son injustas, vengan desde donde vengan. Y además son injustificables.
Buena iniciativa por parte el Gobierno Vasco, aún que quienes causaron la muerte de Mikel, la consintieron, la ocultaron, e incluso tal vez la ordenaron, sigan mirando para otra parte.
Recuerdo claramente un programa especial de TVE que se emitió a los pocos días del crimen en el que un «perodista político» madrileño llamado Javier Basilio, ya desaparecido, nos ilustraba sobre el terreno lo que la guardiacivil contaba sobre la fuga y caida al Bidasoa del señor Zabalza. Creo que aun siendo periodsta especializado en conflictos en el «Pais Vasco» era el único que no sabía lo que realmente había sucedido. En la autopsia ya se había descubierto por los forenses que el agua existente en los pulmones del fallecido no era agua del Bidasoa. No olvidemos tampoco que cuando su ama fue apreguntar por él los guardiaciviles presentes le dijeron que fuera a objetos perdidos. Para el parlamentario del PP Carmelo Barrio todo esto fue «un suceso».
Era de sobra conocido lo que ocurría en el campo de concentración de Intxaurrondo, al mando del condenado Galindo y sus acólitos, con el beneplácito del partido en el poder el PSOTE y el Sr X a la cabeza.
Estos y las familias políticas de los distintos partidos del estado con los periodistas eran los únicos que no sabían (no querían saber)lo que pasaba en aquel lugar siniestro y varios mas distribuidos en Euskadi y el estado.
Zabalza murió, pero cuantos sufrieron torturas y firmaron lo que les ponían delante para que acabasen los malos tratos, pues supuestamente muchos de los que pasaron por sus manos, aunque no perteneciesen a ETA.