Vaya, qué contrariedad para los cortesanos succionadores. El emérito salido de rositas de sus mil y un pufos se queda en su lugar de extrañamiento. En la carta que le ha mandado a su aliviado hijo para que la comparta con el resto de sus súbditos dice literalmente que ha adaptado su forma de vida a Abu Dabi, donde ha encontrado la tranquilidad necesaria para afrontar este periodo de su existencia. Añade, en todo caso, que tiene la intención de volver de cuando en cuando a España, pero que lo hará sin ruido y alojándose en casas de amiguetes para no ser piedra de escándalo.
Si le dan media vuelta, al final resulta que se ha impuesto la justicia poética. Porque sí, lo suyo habría sido verlo primero arrastrándose por los banquillos y luego, entrando en Soto del Real. Pero puesto que esa breva ni iba ni va a caer, el castigo real (casi en doble sentido de la palabra) consistirá en que el rey viejo tendrá que pasar sus últimos años como un apestado a 7.000 kilómetros de Madrid. Un destierro todo lo dorado y lujoso que quieran, pero destierro al fin y al cabo. Su loca bragueta y su (aunque parezca mentira) más loca todavía ansia de acumular pasta lo han convertido en un tipo venenoso para casi todos, empezando por su familia; no nos engañemos, si no vuelve es porque su propio vástago no lo quiere cerca ni en pintura. Lo más aproximado a una redención le llegará, siguiendo la costumbre, cuando se produzca “el hecho biológico”. Y aun así, mucho tendrán que esforzarse los blanqueadores para que el relato futuro pase por alto que Juan Carlos de Borbón y Borbón no fue lo que se dice un personaje ejemplar.
Pues el exiliado está orgulloso de haber traído la democracia, las libertades y amén, lo que en su conciencia añcompensa otras actitudes de su » vida personal».
O sea, reconoce sus inquietudes bragueteras pero lo de hacienda y otros pufillos como que no.
Una de las características más conocidas de sus majestades borbónicas es su soberbia.
» En fila de a uno para pedirle perdón», tuiteó el cachorro de NN Generaciones del partido ese del que usté me habla cuando se comunicó a la plebe la sentencia absolutoria del Emérito.
«Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo».
Parece que se tomó muy en serio la famosa frase de «vivir como un rey». Pero lo que me preocupa es que hay miles (por no decir millones) de españoles para los que lo que ha hecho este hombre no está mal. Cuesta creer que a estas alturas haya tanta gente dispuesta a arrodillarse ante la realeza como si fueran siervos o esclavos, como dice Anlinber.
En fin, así es España.
Palmar en el exilio es otra trradicion borbonica destacable.
Tengo entendido que la monarquía, y el Rey como jefe indiscutible de la misma, cuando menos, tiene que ser ejemplar y útil para «su» Pais.
Y resulta que tenemos un «rey emérito», que no ha sido ni lo uno ni lo otro. Pues bien, si decide quedarse en Abu Dabi, que lo haga, pero que no nos cueste a nosotros, sus ex-súbditos, ni un céntimo.
Ni escolta, ni pensión, ni nada. Que saqué de debajo del colchón, todo lo que ahí guardo mientras reinaba en España. Y que encima del colchón le acompañe quien él quiera, para seguir practicando «uno de sus deportes favoritos».
¿Por qué no vuelve el Rey desde Abu Dabi?. Pero más importante : ¿Por qué se fué? Ambas cosas las supone cualquier ciudadano con dos dedos de frente y un par de gramos de dignidad.
Seguimos con la pantomima de una jefatura del Estado meritoria, ya emérita, emigrada a los emiratos. Este trabalenguas esconde en realidad, además de una actuación propia de delincuentes, un incumplimiento flagrante de la Constitución, en su letra y en su intención. Y hay incumplimiento por los tres poderes del Estado y por su propia Jefatura.
La absoluta improcedencia de la intervención del poder judicial para lanzar un mensaje de absolución y tranquilidad institucional se une a la falacia de las cartas, del hijo en el 2020 y del padre en el 2022 con una redacción claramente intencional de cortina de humo sobre los hechos cometidos por el titular de la jefatura del Estado desde el 78 (nombrado en la Constitución) hasta 2014, año de su abdicación en su hijo por la inviabilidad de ocultar más su conducta corrupta.
Además, el Jefe del Ejecutivo sentencia: «Debería dar explicaciones al pueblo español». No es así, Sánchez. Está obligado a ello, según la Constitución.
El Rey es inviolable y de sus actos responde el Gobierno. Pues bien, la Monarquía parlamentaria consiste en que el control de las instituciones, entre ellas el Rey, ocupante de la Jefatura del Estado, lo ejerce las Cortes Generales, representantes de la voluntad popular. Por eso es inviolable y por eso el Poder Judicial está de más al investigar, imputar o juzgar a Rey. La anomalía desde el punto de vista democrático que hace al Rey una persona desigual con el resto de los ciudadanos trata de paliarse en la Constitución con el control del legislativo representante de la voluntad popular. Eso es una Monarquía Parlamentaria.
Pero la jugada es esa: Se le juzga como a un ciudadano más y se le encuentra que, como no lo es, está limpio. Una vergüenza. Quien le tiene que exigir explicaciones, aunque no acabe en la cárcel, pero sí para conocer la verdad, es el Congreso y Senado, y el Gobierno debería obligarle a ello. Tiene que explicar todas sus actuaciones, mercantiles, fiscales y amatorias (¿por qué excluir la vida amatoria de una persona cuyo estado civil es obligado y cuya paternidad proporciona continuidad en la institución, estando ello recogido en la Constitución?). No habrá pena, pero si se conocerán sus delitos, se conocerán su obligaciones fiscales incumplidas y sus relaciones secretas con otras personas, empresas e instituciones ajenas al Estado.
El pueblo tiene derecho a saberlo y él, la obligación de contarlo. No la conveniencia, la obligación.
Y mientras no sea así, no será una Monarquía Parlamentaria.
ETA intentó matar al rey emérito. De haberlo conseguido lo hubieran enterrado con todos los honores y la parafernalia española que no es poca cosa. Nadie habría dicho ni la mas mínima palabra de lo que era este tipo. Afortunadamente ETA no logró su objetivo y el elefante y el tiempo han hecho ver a los españoles que tipo de mangante tenían como rey. De la reina emérita sus súbditos no sabemos nada. Vive? En Madrid? En Londres? Tiene encuentros vis a vis con su marido en Emiratos? Se guasapean entre ellos? Como dice la canción «no hay señal de vida humana, no hay respuesta desde la estación»
No te olvides que es un gran democrsta y que gracias a el, españa es democrata.
Ahora como gran democrata convertira a todo arabia, a todos los paises del golfo parsico y mad a la democracia en otra transicion modelica de toda la vida