Si la muerte en general resulta un caramelo para los discursos políticos y los titulares, la de una niña en particular constituye una tentación irresistible. Que le vayan dando a la prudencia, a la mesura, y por descontando, a la deontología. Así de asqueroso y así de hediondo, pero los que se andan con remilgos no prosperan demasiado ni en mi oficio ni en el escalafón de los partidos. Además, siempre puede uno refugiarse en la decreciente exigencia de la clientela respecto a la verdad.
Una tragedia monda y lironda vende por sí sola, pero a poco que se condimente al gusto de los comensales, el éxito está asegurado. En el caso de la pequeña de Trebiño, los ingredientes parecían estar dispuestos adrede. A la desgracia se sumaba el contexto. O tal vez, viceversa. Los muchos datos que faltaban —y siguen faltando a esta hora—, incluidos los decisivos, eran perfectamente sustituibles por especulaciones a la medida de las obsesiones. Total, nadie los iba a echar en falta. Al contrario, quien tuviera la osadía de apelar a la cautela de la que hablaron en la facultad aquella mañana en que también estábamos jugando al mus en el bar pasaría por connivente, morroi, o en la mejor de las versiones, pinchaglobos. Qué puta manía, dirían, de atenerse a los hechos, cuando es tan fácil y cómodo moldearlos a beneficio de obra.
Me sumo, cómo no hacerlo siendo humano, a los que claman que la muerte de Anne no debería haber ocurrido. Sin embargo, no estoy en condiciones de asegurar que podría haberse evitado y menos, de señalar a ciencia cierta a sus hipotéticos responsables. No hasta conocer todos los detalles.
Aún mas repugnante que la archifamosa viñeta de Mingote llamada «Euskadi, Ven y Cuentalo» al rato de que un artefacto explosivo encontrado accidentalmente en Muskiz por una señora hiciera pedazos a ésta y al sentido del decoro, ya que a dia de hoy aún no se sabe quién demonios cometió la gracia.
Este caso me suscita reflexiones y sentimientos varios.
Un hermano mío murió con 2 años en una situación que podía ser parecida. Yo era tb muy pequeño y ni siquiera lo recuerdo, pero…en las contadas ocasiones en que mi madre habla de ello…buf, me entran escalofríos; es tremendo, tremendo.
Básicamente el niño tosía y tosía y a mi madre le sonaba mal aquello (era invierno duro, vísperas de navidad). Lo llevó a la consulta de la pediatra (no voy a citar el sitio, ni la ciudad, no viene al caso) y más o menos que le dijeron que era una histérica, que el niño estaba bien, que no había motivo para ingresarle y la mandaron para casa. Tres horas después el niño estaba muerto.
Eran otros tiempos y no demandaron ni reclamaron ni nada. Ni siquiera cuando a las semanas les llegó una factura por el precio de la consulta médica. De hecho mi madre pagó en secreto esa factura sin decirle nada a mi padre. No quería tener un hijo muerto y también un marido en la cárcel.
Siendo así de duro…no quiero ni pensar lo que tiene uno que sentir si encima ves a políticos o periodistas enmierdando para sus mezquinas obsesiones.
Por eso quizás quedarnos con la reacción de ambos gobiernos; vasco y castellano-leonés. Ha sido bastante responsable y seria: a la altura.
Ahora, lógicamente toca…investigar qué ha pasado, si ha habido negligencia, responsabilidad, etc.
Pero…en ese punto también tengo pensamientos encontrados. Puedo entender que si te pasa eso…vayas a saco. Pero también pienso en las personas involucradas a quienes, sin querer comparar con la tragedia de esos padres, a lo mejor se les va arruinar la vida…y seguramente son personas serias, profesionales, como cualquiera de nosotros, que en su día a día llevan toda la vida haciéndolo bien, que nunca hubieran imaginado algo así y que se hubieran muerto ellos, de haber podido, antes que la niña.
Conozco indirectamente…a una persona a la que se le arruinó la vida…y era gerente de hotel. Había estudiado turismo, llevaba años de trabajo sin incidencias, metía horas como un animal, se preocupaba, se desvivía, la seguridad de la gente era una de sus preocupaciones…pero un descuido de alguien de sus equipos (pongamos mantenimiento o seguridad, da igual), provocó una serie de carambolas que desembocaron en una desgracia personal. Y…como máximo responsable del hotel…fueron a por él (su propia empresa, la cadena hotelera, lo puso de parapeto).
Y es algo…que acojona; uno curra, está preocupado por ganarse el pan, porque el negocio salga adelante, sobre políticas comerciales, de ventas, balances, presupuestos…piensas que tu riesgo está en quedarte en paro…y un día, una cornisa desgastada que nadie ha visto y que se cae, una tapa de un enchufe que alguien ha quitado y nadie se ha dado cuenta, un tornillo de un columpio infantil mal puesto, un cigarro mal apagado en una papelera en un edificio, una barra o una bisagra de una puerta de emergencia suelta y a uno, que no ha querido hacer daño nunca a nadie y que cree que lo hace lo mejor posible…se le va la vida a la mierda.