Prodigio de los prodigios. En menos de una semana, los 1.500 kilazos del IVA de Volkswagen se convierten en cien. Cómodamente abonables en cuatro anualidades de 25. El apocalipsis anunciado para las arcas navarras se queda en un mal sueño. Montoro aprieta pero no ahoga. Solo es cuestión de pedirle las cosas con la debida delicadeza. Ayuda, y mucho, que los solicitantes tengan en el bolsillo el mismo carné. A Pablo Zalba y Ana Beltrán, que no son exactamente Winston Churchill e Indira Gandhi, les ha bastado una sonrisa y una gaviota estampada en una cartulina para triunfar allá donde mordió el polvo la corajuda presidenta. Se imagina uno los cagüentales de la doña al ver la foto de los conseguidores en animada cháchara con el perdonavidas de la voz atiplada. Su trabajo, hecho por un par de secundarios de la política foral a los que, para colmo, últimamente no deja de hacerles rabiar. Dice mi periódico que Barcina ha sido ninguneada. Supongo que no se han querido cargar las tintas. En realidad, ha sido humillada. Por sus prójimos ideológicos, además, lo que debe de resultarle aun más doloroso. Con esos amigos, ¿quién necesita enemigos?
Los espectadores de estos volatines también hemos sido muy benevolentes. Hablamos de escenificación, y sin duda, lo ha sido, con interpretaciones bastante pobres, por cierto. Pero lo gordo ha ocurrido en la tramoya. Resulta que por interés político, un señor Estado puede sacarse de la sobaquera una deuda que arruine a una Comunidad… o dejarla en algo más que una multa de aparcamiento. Eso ya no es teatro, sino un escándalo indecente perpetrado a la vista pública.
No es nada nuevo este tema, lo que pasa es que ahora intuyen el cambio de rumbo y de gobierno en Nafarroa y preparan el garrote vil que rompa la columna vertebral de su futura política económica y sobre todo de su futura integración en la Comunidad Autónoma Vasca vía disposición adicional de «su sacrosanta constitución»