Desde el pasado lunes, Carlos Fabra es interno de la prisión de Aranjuez. No tengo empacho en reconocer que celebré la entrada al trullo del hasta anteayer todopoderoso baranda del PP y la Diputación de Castellón. El sentimiento fue prácticamente idéntico al que experimenté cuando adquirieron la condición de presidiarios trapisondistas de tronío como Luis Bárcenas, Jaume Matas, Gerardo Díaz-Ferrán, Francisco Granados y el resto de los nada santos mártires púnicos que cayeron con él, e incluso, qué carajo, Isabel Pantoja. Y, por supuesto, reservo una imaginaria botella de txakoli para descorchar si llego a ver entre rejas a Iñaki Urdangarín, y no digamos ya —aunque no caerá esa breva— a su señora, la hija de Juan Carlos One y hermana de Felipín Six.
Estaría por apostar que 99 de cada 100 lectores —si llego a tener tantos— suscribirían las líneas anteriores y que más de cuatro me superarán en el tamaño y la intensidad de los festejos. Mi incómoda pregunta es si aplican idéntica doctrina siempre. Me temo que no. Como en tantas cuestiones, en materia penitenciaria se lleva el grouchomarxismo. Es decir, que los principios son susceptibles de cambio inmediato según sople el viento o, más exactamente, en función de qué recluso hablemos. Cuando se trata de los citados en estas líneas o de otros de similar pelaje, no hay el menor problema en pedir mano dura y tentetieso. Lo curioso —o quizá no— es que buena parte de los que sostienen ese discurso del talión sean los mismos que van aleccionando al personal sobre la inutilidad de la cárcel si no está orientada a la reinserción efectiva. ¿Y la coherencia?
Sobre la teoría coherentista de la verdad, o teoría de la verdad como coherencia, que sostiene que la verdad sólo es la coherencia con un conjunto determinado de proposiciones o creencias, (Wikipedia)…
… Bertrand Russell: dado que tanto una creencia como su negación guardarán coherencia con al menos un conjunto de creencias, creencias contradictorias pueden ser juzgadas ciertas de acuerdo con la teoría coherentista. Pero dado que ambas no pueden ser verdaderas al mismo tiempo (por ser contradictorias), se sigue que la teoría no puede ser válida.( Wikipedia).
Asi que, ¿ es necesario ser coherente ?.
Félix: lo de Bertrand Russell es puro sofisma o unos huevos de alabastro. Creo que esto es una cuestión primaria, que se pilla o no se pilla. Puro sentido común. Obviamente, es imposible una coherencia del cien por cien, incluso del 70. Pero lo menos que podemos es intentar ser coherentes y no aplicar diferentes varas de medir. Y si lo hacemos, buscar una excusa retorciendo argumentos, pues allá cada cual.
Felix:
Una cosa es la coherencia, otra la verdad y otra discutir sobre la coherencia de la verdad.
Es un tema muy enjundioso, y hasta tal punto que tiene que salir el bueno de Bertran a pasear y hablar en términos lógico filosóficos, (ya me hubiera gustado que le hubieras sacado a pasear al bueno de Wittgenstein.
Mi hijo me suele decir: «Ama, existe la verdad y …LA VERDAD» (cuando me lo salta utiliza una entonación diferente para ambas palabras, de tal forma que, una se da cuenta, que hasta en la verdad misma, existe diferencia, ni te digo en la verdad y sus coherencias.
Pero creo, que ,no sé me parece, que en muchas ocasiones, cuando criticamos posturas de unos, no vemos que las mismas críticas podrían ir en nosotros, etc.
Vamos, que queremos que vayan los malos de ellos a la cárcel, pero no los malos nuestros.
Y en ocasiones, cuando nos damos cuenta de ello, es cierto, viene el silencio.
Un saludo
Me quedo con lo de los huevos de alabastro.
Y es que en este joío mundo lo del sentido común y lo de las cuestiones primarias, no suele ser ni común ni primario. Por eso las efemérides de Día Mundial de los Derechos Humanos, de los Derechos del Niño, del Medio Ambiente y bla, bla, bla…
Y el arte de retorcer los argumentos suele ser un recurso provocador contra los dogmas de los suelos éticos, del estado del bienestar y de vete a saber qué derechos democráticos de participación ciudadana.
Me he enterado hoy -ha pasado totalmente desapercibido- que Samantha Romero, la presidenta del tribunal del Caso Noos, ha pedido un aplazamiento de tres meses para seguir redactando la sentencia, con lo que nos ponemos ya en febrero o marzo. No tengo ninguna duda de que la recurrirán, y que el caso tardará años en resolverse. Y de repente, me he imaginado a una reina Leonor con unos 97 años firmando el indulto de Urdangarín a título póstumo.