No hay récord de la memez que no sea pulverizado. La última plusmarca hasta el instante de teclear estas líneas la ostenta el muy progresí equipo de gobierno municipal de Zaragoza. Y casi sería anécdota que el asunto se quedara en eso, en chorrada, tontuna o majadería. Pero me temo que se han batido más registros o, expresado en el lenguaje que tanto gusta, se han traspasado unas cuantas líneas rojas. La de la libertad más básica, por citar lo que personalmente me parece más grave.
La cosa va, como probablemente sepan, de la orden de paralizar la edición del ya tradicional calendario de los bomberos de la capital aragonesa, ese almanaque (juraría yo que nacido en Bilbao) en que se exhiben los cuerpos más lozanos del cuerpo, si me perdonan el juego de palabras facilón.
A buenas horas nos escandalizamos de lo que en su día fue celebrado —para mi, incomprensiblemente— como un gran avance en materia de igualdad. Eso, de entrada, porque lo más abracadabrante es el motivo de la censura que alegan los supertacañones de la franquicia maña de Podemos y allegados. Sostienen, se lo juro, que las imágenes “no reflejan la pluralidad masculina”, sino que responden (cuidado, que quizá nos pongamos pilongos leyendo lo que sigue) “a un modelo específico de hombre musculado en posición de vigor”.
Lo triste es que los responsables del calendario han bajado la testuz y anuncian una versión acorde con las directrices de los guardianes de la neomoral y las actuales buenas costumbres. Todo sea por la subvención y por no atentar contra los rancios valores retroprogres. Puritanismo caspuriento de tomo y lomo. Es decir, fascismo.
Fascismo puro y duro y vergüenza ajena de los políticos que nos desgobiernan esos mismos seres tan inútiles y populistas que jaleaban la recogida de bragas del torero de Ubrique considerándose «prógres»
¡Vayámonos de esa basura llamada hispanistan ya!
El problema es encontrar un guía honesto y sitio donde no existan esas «basuras» tan tóxicas.
Y como la ignorancia no tiene vergüenza ayer la ministra Calvo, la hacedora de leyes bobas misándricas, rebuznando que es necesaria la paridad en el cine como en el resto de ámbitos culturales, sociales y empresariales. Aireando el bulo de que a las mujeres se les obstaculiza el acceso a los mismos- y hay gente que se lo cree, como lo de la brecha salarial- para terminar escupiendo que «…la mujer solo queremos poder competir en igualdad de oportunidades porque sabemos que ganamos».
Ya ni siquiera es el odio al hombre que fluye de las palabras y actos de esta mujer, es que ya ni se preocupa de atar palabras y frases que tengan un resultado mínimamente coherente.
Lo de los bomberos es una tarugada más de estos neofascistas censuradores profesionales. Como ya se oye por ahí «ofendidos profesionales», que nunca tendrán bastante. Se dedican a rastrear micro machismos, micro racismos y micro apropiaciones culturales, y se están convirtiendo en la Nueva Inquisición. Si haces o dices tal cosa eres machista, y si haces o dices la contraria también machista.
No hay futuro para la Izquierda, está acabada. Tal vez haya una mano negra -vaya, otro micro racismo- que viene del otro lado y dirige esto desde las sombras.
Lo prohiben por pura envidia, imaginad al Monedero, al Iglesias, al Echenique y demás en pelota picada, y veréis cómo se os quitan las ganas hasta de que exista tal calendario, no digamos comprarlo.
En fin que pueden llamarse micro lo que sea, pero lo que de verdad son es macroenvidiosos.
Son como los llamados Padres de la Iglesia, todo les parecía lujuria porque eran ellos los lujuriosos.