Les hablaba ayer aquí mismo del dilema del soberanismo catalán, y particularmente de ERC, compelida a elegir entre lo malo y lo peor o, como poco, entre dos opciones escasamente gratas. No son los republicanos, sin embargo, los únicos que tras las elecciones del domingo se han encontrado en una encrucijada de difícil salida. Miren, por ejemplo, al otro lado del espectro ideológico, la papeleta que tiene el Partido Popular.
Es verdad que a primera vista los 89 escaños —contando ya el de la propina de los caprichosos restos de Bizkaia que voló del zurrón jeltzale— parecen un resultado razonablemente satisfactorio. Implican, desde luego, una mejoría significativa (aunque tampoco para echar cohetes) respecto a la bofetada de abril y, junto al desguace autoinfligido de Ciudadanos, le sitúan con nitidez al frente de la oposición. Y ahí se acaba lo positivo, que es todo meramente ornamental.
Si nos fijamos en lo que importa, tenemos ahora mismo una formación a la que los números no le dan para nada. De saque, no suma ni de lejos para ser alternativa, y tras el pacto del insomnio superado entre Sánchez e Iglesias, ni siquiera le queda amagar con la Gran Coalición, aunque fuera en la versión light que les describí en estas líneas. Claro que la cuita mayor para Pablo Casado es la que le viene —¡Quién se lo iba a decir!— por su diestra. En dos vueltas de tuerca electoral, Vox ha pasado de molesto pero llevadero golondrino a tumor con todas las de la ley. Está en juego la hegemonía de la derecha española. El PP debe decidir si luchar por ella distanciándose de los Abascálidos o compitiendo en tosquedad. Témanse lo peor.
Nadie escarmienta por cabeza ajena, pero Casado debería mirarse en Rivera.
La política «anti izquierda» en lugar de «pro centro-derecha» (con lo que supondría un distanciamiento de la «extrema derecha) le ha llevado a desaparecer, porque si vas de derechas, el camino de la derecha está ocupado, y la extrema le acabará «fagotizando».
Si miramos qué pasa en Andalucía, en Murcia…. o en Madrid, no vemos quién gobierna, sólo se ve a VOX. Seguramente habrán hecho más cosas, pero lo que sabemos es «acuerdo para ilegalizar partidos que atenten contra la unidad» (VOX), Solicitud de la relación de profesionales que trabajen en violencia de género, posible eliminación de la sanidad universal para inmigrantes…. VOX, VOX, VOX….
Casado. como no andes con tiento el VOX te comerá las ovejas
Cuidado con la consideración de «amago» para esa gran coalición. Sánchez ya ha tenido que iniciar una campaña interior ante la postura de grandes tiranosaurios que aún colean en su partido, alguno de ellos menos «jarrón chino» de lo que se atribuye, vía consejos de administración. Por otra parte, la cartelera de medios de comunicación ya ha empezado a enviar dardos sobre la necesidad del PP en «estos momentos graves para España» (Mundo, ABC, La Razón), así como su indispensable papel en una solución viable para Cataluña (El Pais).
Teniendo en cuenta que la opinión publicada ha sido siempre defensora incansable de la España bifronte, por ser ésta causa alimentadora de los más importantes grupos de comunicación, y también que el abrazo pedropaulista no encuentra aún el embarazo suficiente para que reviente en fruto maduro, pues que estaría por ver si se le puede dejar al PP en el ostracismo de 89 diputados que no sirven para nada. Algunos incluso lo justificarían como el movimiento necesario para aislar a Vox, nunca mayor cinismo.