¿Cómo era aquello de tropezar dos veces con la misma piedra? La segunda ola nos pilló mirando. En aquellos días todavía largos de verano veíamos cómo cada vez estaba más cerca. Fuimos sordos a todas las advertencias, a los indicios cada vez más atronadores de que la curva volvería a dispararse hacia arriba con lo que ello suponía. De nuevo, multiplicación de contagios, ingresos hospitalarios… y muertes. Pero, salvo que te tocara cerca alguno de los dramas, no pasaba nada. La vida seguía más o menos igual. De acuerdo, con la mascarilla como compañera —para muchos, ni eso—, la necesidad de hacer cola para comprar el pan o la fruta y, de tanto en tanto, una rociadita supersticiosa de gel hidroalcohólico. Casi todo lo demás era prácticamente como antes, mientras los números tozudos certificaban que íbamos de mal en peor sin ser en absoluto conscientes.
Lo tremendo, lo definitivamente desazonante, lo brutalmente revelador es que en las últimas semanas hemos repetido idéntica coreografía a pesar de los mil y un avisos de que estábamos engendrando una nueva embestida del bicho. Sin haber sido capaces de doblegar la segunda ola estamos —en el mejor de los casos— a las puertas de la tercera, que según la mayoría de las señales, se promete más devastadora si cabe que las precedentes. Y nosotros, mirando.
Ya Javier , si razon tienes, pero hemos salvado la Navidad de los Tabernarios que al parecer de eso se trataba
Virus rápido, vacunación lenta, gente ansiosa por aglomerarse en compactos rebaños…¿Qué puede salir mal?
Nos encontramos entre el «no pasa nada» y » lo que parece que se nos viene encima». Supongo que como es normal, la virtud está en el punto medio, que en este caso puede consistir mientras dure esta situacion sanitaria, en no olvidar lo que ha pasado, y ser prudendes y responsables en todo aquello que dependa de nosotros mismos y esté (nos guste más o menos) conforme a las normas que se nos impongan desde quienes tienen que hacerlo, por autoridad y por responsabilidad.
Hay un relato corto de ficción, «La lotería», de Shirley Jackson. Es muy famosa, pero, para quien no la conozca: los vecinos de un pueblo meten todos su nombre en el sorteo. A quien le toque, el resto de habitantes lo lapidan.
Ahora los boletos se están multiplicando con una variante nueva y las piedras podrían volverse más grandes en cualquier momento…
Pero, oye, que no lo digas que la gente se deprime. Ya, bueno, cuando más personas mueran y la economía no despegue porque nos la hemos cargago, quizá se depriman el doble…
Sin corta fuego el fuego avanza
Solución única el confinamiento
No queda otra .
Bueno, está claro que esa batalla está perdida y no merece la pena darle vueltas; somos como somos. Pero peor sería que perdiésemos la batalla definitiva, la de la vacunación. Al ritmo que vamos nos van “a dar las uvas”, pero no las de 2021, las de 2023. Yo creo que tendríamos que tener claro todos, gobierno español, vasco, diputaciones, etc, que para el próximo verano tendría que estar vacunado el 70% de la población, sin excusas; y no pinta bien. Es una EMERGENCIA NACIONAL y que cada cual se apunte a la nación que le pete y no se puede afrontar con el ritmo “funcionarían” y al “trote borriquero” con el que que se están tomando las cosas. En necesaria una LEVEE EN MASSE que utilice TODOS los recursos posibles en esta tarea. El sindicato de enfermería SATSE ya está advirtiendo que las plantillas de los centros de atención primaria ya no dan más de sí. Pues a grandes males grandes remedios, se echa mano de todos los alumnos de las facultades de medicina, enfermería, odontologia, fisioterapia, etc, todos tienen conocimientos suficientes para poder “pinchar”, se les ofrece un sueldo digno y un cursillo para poder vacunar con garantías; ¿que no hay presupuesto? Pues mire Vd., se eliminan tropecientos asesores que no saben vacunar y santas pascuas, se cuadran las cuentas. Por otro lado, está claro que Osakidetza no tiene la estructura necesaria para hacer frente al reto de vacunar a dos millones de personas en seis meses, pues se echa mano de la sanidad privada, no sé, una clínica que se dedica a cirugía estética, pues mire Vd., esto es una emergencia, sus enfermeras/os y médicos/as que se se dictan a inyectar botón, pues no, durante seis meses o lo que se tercie, se van a dedicar a vacunar. Hay profesionales sanitarios que hoy en día no están habilitados para pinchar, pero que están más que capacitados, me refiero a mucho/as auxiliares de enfermería que seguro que pueden dar mucho juego. Y podríamos seguir. Seguro que hay que afrontar cambios legislativos a todos los niveles, desde el estatal al autonómico, pues hágase y si hace falta, que salga nuestro mejor o peor amado monarca a darnos un exordio en TV, como hizo en octubre de 2017, seguro que esta vez sería mejor aceptado. Pero lo que no podemos hacer es tirarnos dos años sin conseguir vacunar a un porcentaje suficiente de nuestra población. Tenemos un reto de primera magnitud, los primeros que tienen que estar a la altura son nuestros representantes, la historia nos juzgará por los resultados, a ellos y a nosotros.
Hemos pasado de entre no existe disciplina y no existe disciplina y el resultado es NO EXIXTE DISCIPLINA y a partir de ahi pues eso, lo cogemos y lo adornamos con toda clase de argumentos de esos como » ya lo decia yo y bla bla bla… » siempre a toro pasado.